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Columna
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La doble vara de medir de Lloyds

En 2010, Eric Daniels fue premiado con un bonus que no merecía. En 2012, al exconsejero delegado de Lloyds se le ha denegado uno que probablemente se ganó, al igual que sus antiguos colegas que siguen trabajando en el banco británico y que sí recibieron sus pagos. La doble moral no presagia nada bueno para la reforma de las retribuciones a banqueros.

Un problema son los planes de incentivos a largo plazo (LTIP, en inglés) de Daniels y sus fieles Truett Tate, Helen Weir y Archie Kane. Son tramos de acciones entregadas después de tres años si cumplen ciertos criterios de rendimiento. Los LTIP de 2009 fueron ligados a la integración del antiguo Lloyds TSB con HBOS. Si bien el objetivo fue alcanzado, creando 2.000 millones de libras en sinergias en 2011, el elemento de integración de esos cuatro LTIP será ahora anulado.

Dadas las grandes pérdidas que HBOS ha infligido en los accionistas de Lloyds, cualquier habilidad de integración mostrada por Daniels y sus colegas está solapada por su decisión de seguir adelante con el acuerdo. Responder al fracaso reteniendo los premios no está mal. Pero el enfoque de Lloyds huele a doble rasero. El problema no es que antiguos ejecutivos como Daniels alcanzaran sus objetivos y no hayan sido recompensados. Es que los ejecutivos que siguen trabajando para el banco sí han recibido sus retribuciones como recompensa por alcanzar objetivos similares.

Lloyds ya había tomado extrañas decisiones en este ámbito. Dos años antes decidió que Daniels fuera premiado con todo su bonus anual de 2,3 millones de libras, pese a unas pérdidas de 6.300 millones antes de impuestos en 2009.

O todos los banqueros de Lloyds cobran sus premios o ninguno. La decisión de recuperar el 40% del bonus de Daniels en 2010 se justifica no solo por la venta abusiva de seguros de protección de pagos, sino también por la cláusula de compensación incluida en el contrato de Daniels. Con el fin de restaurar la cordura, las primas necesitan ser transparentes, consistentes y lógicas. El enfoque de Lloyds sugiere que aún tiene camino por recorrer.

Por George Hay

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