La solidaridad crea un nuevo estilo de dirección
El ejecutivo que vive una experiencia en el Tercer Mundo gana en empatía e inteligencia emocional y comprende mejor lo que sucede en la sociedad
Aprendes a respetar al otro, a tener paciencia, a que no solo se hacen las cosas como estamos acostumbrados. Te abre la mente, eres mucho más flexible". Quien así habla es Adrián Sánchez, cordobés, de 29 años, consultor del área Professional de Randstad, recién llegado de Ongwediba, ciudad situada al norte de Namibia, donde ha pasado nueve meses trabajando con la ONG Tonata (abre tus ojos, en idioma local), una red de ayuda a personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Fue seleccionado por la ONG británica Volunteer Services Overseas (VSO), con la que Randstad tiene un acuerdo de colaboración de manera que sus profesionales pueden realizar una acción solidaria de este tipo manteniendo su salario. "Ha sido la experiencia más enriquecedora que he vivido hasta ahora, y tengo una mayor tolerancia a la frustración. Soy más tolerante y sé lo que es no rendirse", asegura. Vivir una experiencia como la suya mejora la inteligencia emocional. Lo dice un estudio realizado por Esade, en el que han participado directivos de diversos países, que a su vez han colaborado en proyectos solidarios.
El 80% de la clase ejecutiva que vive una experiencia en el Tercer Mundo gana en habilidades emocionales. El 90% afirma que tiene un conocimiento sobre la situación mundial, sobre la incidencia de sus actuaciones, mucho más amplia. Más del 70% asegura que tiene una mentalidad mucho más abierta y global. "Relativizo muchas cosas, sé priorizar lo que es grave, lo que es importante. Voy a países donde no se les pasa por la cabeza comprar un televisor", explica Alfonso Chacón, empresario y socio de Bodegas Canopy, recién aterrizado de Nicaragua, país que ha recorrido en grupo durante 22 días en bicicleta y cuyo viaje finalizó con la donación de un aparato de detección de cáncer de mama y de otro para procesos de quimioterapia.
"A lo largo de estos años de ir como peregrinos en bicicleta he aprendido que detrás de cada rostro hay un ser humano. Esto me pasa también con la gente que trabajo, a la que intento comprender su problemática. Se evitan muchos malentendidos hablando con las personas", dice Chacón, que también ha reducido la presión en el trabajo. "Soy más receptivo".
Randstad colabora con una ONG de manera que sus profesionales pueden realizar una acción solidaria manteniendo su salario
Bernardo Hernández es director de desarrollo de nuevos productos en incubación de Google, patrono de la Fundación Desarrollo Sostenido (Fundeso) desde hace una década, "un elemento fundamental para mi desarrollo profesional", y miembro del consejo asesor de Asoka y de Unicef. "Supone poner en perspectiva lo que haces, pero también relacionarte con gente que no se mueve por el dinero ni por la ambición personal, ni aplica los métodos tradicionales de empresa. Es tremendamente enriquecedor", asegura Hernández.
El presidente de Coca-Cola en España, Marcos de Quinto, es el promotor de una escuela infantil en Marruecos, del programa Bicis por África y del Instituto de la Felicidad dentro de su organización. "Transmitir alegría es la mayor recompensa emocional que existe. Cuando participas en una acción solidaria lo haces por egoísmo, porque lo que recibes en satisfacción es mucho más de lo que das. Prefiero dar a recibir porque la recompensa que recibo es mayor", dice De Quinto.
Participar en proyectos solidarios ha cambiado la manera de comportarse, tanto en su vida personal como profesional, de José Pont, de 26 años y consultor de Tango 04, que colabora con la Fundación Vicente Ferrer en proyectos en la India. "Noto cuando un directivo ha pasado por una ONG. Es distinto, se comporta de manera diferente. Antes siempre iba corriendo a los sitios, ahora no tengo prisa. He cambiado en los pequeños hábitos, como no tirar comida que sobra". Mantiene comunicación diaria con clientes que destacan de él el énfasis que pone en las relaciones personales. "Es lo más importante".
Así lo entiende también Isla Ramos, directora de transformación para Europa y EE UU de Lenovo, asidua colaboradora en proyectos solidarios, como el de Norte Joven, que se dedica a la integración de jóvenes con riesgo de exclusión social. "Te ayuda a entender distintas realidades, porque tratas con gente que hace un esfuerzo enorme para conseguir el objetivo que nosotros logramos normalmente". Tiene mayor capacidad de comprensión, empatía y sobre todo ha aprendido a administrar los recursos. "Se pueden hacer muchas cosas con poco".
En definitiva, dice Adrián Sánchez, eres mucho mejor profesional: "Aprendes de finanzas, de comunicación, de gestión de equipos, de diversidad". Todo ello viaja en la mochila de vuelta al despacho.
Más humildes y con mentalidad global
Estar en contacto con la pobreza transforma profundamente el estilo de gestión de los líderes y mejora sustancialmente sus habilidades para el liderazgo una vez que regresan a su país. Esta es la principal conclusión que se desprende de un estudio elaborado por Nicola Pless y Thomas Maak, profesores de Esade.Los investigadores han aplicado métodos cuantitativos y cualitativos para observar a todos los participantes del proyecto Ulysses, un programa de desarrollo del liderazgo impulsado por PricewaterhouseCoopers (PwC) y que implica enviar equipos de directivos a países en vías de desarrollo para trabajar con ONG, emprendedores sociales y organizaciones internacionales. Los participantes en el programa se vieron envueltos en experiencias de trabajo en equipo, y fueron retados a trasladar su conocimiento empresarial y su pericia a proyectos que tienen como objetivo reducir la pobreza, tratar los aspectos medioambientales y mejorar la salud de las personas."A su regreso, todos los participantes se vuelven más responsables socialmente, más empáticos, más respetuosos, más tolerantes y, además, desarrollan una mayor conciencia de sus propios prejuicios y aprenden a posponer sus juicios", cuenta Nicola Pless, experta en psicología organizativa y gestión de personas. "También desarrollan unas determinadas actitudes de liderazgo, como una conciencia moral, unos valores más fuertes y una mentalidad global."Según la docente de Esade, las experiencias de trabajo en equipo en países en vías de desarrollo afectan, incluso, al aumento del autodesarrollo: "Los líderes ganan mayor conciencia de sus limitaciones personales y sus necesidades de evolucionar. Aprenden humildad, encuentran un propósito en la vida más profundo, valoran las relaciones y el equilibrio personal".