Democracias islamistas
Las revoluciones árabes han alterado la percepción sobre la región. Los nuevos regímenes pueden tener fundamentos democráticos, pero no se parecerán a nada de lo que puede esperar Occidente, especialmente en Egipto. Pero incluso si terminan siendo gobernados por partidos islamistas, los nuevos regímenes surgidos a lo largo del Mediterráneo pueden parecerse más a Turquía que a Irán. Los nuevos Gobiernos encontrarán dificultades en deshacerse de los legados autócratas. Algunos meses de protestas y elecciones no pueden eliminar décadas de corrupción. Tampoco pueden enviar a los aún poderosos ejércitos a sus cuarteles. Incluso si las elecciones son libres y justas, manifestantes de diferente índole seguirán acudiendo a la plaza Tahrir de Egipto. Mientras, las exacerbadas diferencias tribales retrasarán la transición Libia.
Será un ajuste doloroso para los negocios. Los dictadores facilitaron un clima de inversión relativamente estable. El crecimiento económico florecía mientras que la riqueza se repartía entre unos pocos afortunados.
La diferencia entre ricos y pobres seguirá aumentando en 2012 y provocará más descontento. Pero debería ir reduciéndose con el tiempo. La educación, la riqueza y la demografía decidirán la forma en la que esto se logre. Las riquezas de Libia permitirán al país abrirse a la inversión extranjera y mantener una red social generosa para los ciudadanos. En Egipto, nuevos y mayores impuestos ayudarán a las finanzas públicas, se revertirán algunas privatizaciones, pero la reforma de los subsidios podría eliminar las distorsiones del mercado y ocasionar nuevas oportunidades de negocio. Túnez se acercará más al concepto occidental de mercado libre.
El surgimiento del Islam político será una fuente de preocupación para algunos, pero no debería socavar la economía. Pero la línea dura de los islamistas debería mantenerse a raya por la improbable alianza de los liberales y el ejército. La idea de un Gobierno democrático islamista y de libre mercado puede ir contra los supuestos comunes -pero podrían suponer una última sorpresa de la primavera árabe de 2011-.