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Columna
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Un año 2011 para no olvidar

No soy de las personas que tropiezan varias veces con la misma piedra. Lo que no significa que esto pueda ocurrir. No se pueden evitar los accidentes, pero sí intentar prevenirlos o en el caso extremo limitar su daño. De esta forma acaba 2011: con la sensación de que estamos haciendo historia; con el temor al coste de una crisis que a todos se nos antoja enorme e impredecible; con la inquietud de las limitaciones actuales en política económica. Al final, todos sentimos la indefensión que produce todo lo anterior. Los sentimientos de desánimo, miedo y pánico, pero también de alivio e incluso alegría, seguirán probablemente alternándose durante el próximo ejercicio. Como han dominado todo 2011.

Sí, intentar evitar los riesgos para el próximo año conlleva tomar posiciones de forma implícita. ¿Quieren un ejemplo? Elegir entre el euro y el dólar. Las tensiones en los mercados durante 2011 han estado en buena parte motivadas por la crisis europea. Más allá de la crisis de deuda, al fin y al cabo un problema de confianza, está la crisis del proyecto del euro. La crisis de deuda se soluciona con dinero y solidaridad europea; la solución para la crisis del euro es mucho más complicada.

Pero, centrar todo lo ocurrido en los mercados y en la economía mundial durante 2011 en Europa es demasiado simple. Nada que ver con la complejidad de la realidad. ¿Se acuerdan del temor a la inflación en las economías emergentes?, ¿el resto de sus excesos? Estas cuestiones en China fueron un factor de incertidumbre a principio y en la parte final de 2011. ¿Recuerdan los factores geopolíticos? El terremoto en Japón, la primavera árabe, el invierno ruso. ¿Y no les inquieta la tensión política en Estados Unidos? Consideren ahora que 2012 será un año electoral. Sí, elegir la moneda estadounidense para evitar las consecuencias de la crisis europea puede no ser una decisión acertada. Aunque probablemente lo sea.

Realmente 2011 ha sido un año para primar el riesgo frente a la rentabilidad. Proteger el capital frente a imponderables. Evitar riesgos imposibles, en el menor de los casos impensables. Los mercados viven de expectativas, lo que puede justificar su pobre comportamiento en un entorno de elevada incertidumbre. Es difícil no pensar en todo esto cuando los activos que mejor se han comportado en el año han sido los metales preciosos y la deuda pública de países considerados benchmark. Los que peor lo han hecho han sido el riesgo país en Europa, crédito a nivel mundial y las Bolsas, comenzando por las de países emergentes. Precisamente los países que en estos momentos explican ya más del 60 % del crecimiento mundial. Volúmenes a la baja, menor correlación entre mercados y un rango amplio para la volatilidad cotizada, finalizando en la parte baja.

¿Racionalidad de los mercados? Claro, la que ofrece el miedo de los inversores. Pero mercados que no funcionan, donde los precios se apartan del valor real de los activos. Más allá del carácter subjetivo de esta valoración, la intervención de los bancos centrales creando mercados ha impedido un desajuste mayor de los precios frente a sus fundamentos. Pero no ha aumentado su profundidad, siendo su estrechez ya una característica normal al valorar cualquier mercado.

De aquí a pensar en un riesgo de credit crunch y recesión a nivel mundial. Entenderán ahora las advertencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y especialmente de su directora gerente, Christine Lagarde. Y entenderán mi preocupación cuando se aplaza oficialmente cualquier nueva decisión sobre el euro, dando mayor poder de actuación financiera al FMI, a la reunión del G20 del mes de enero. ¿Estamos suficiente maduros como para enfrentarnos conjuntamente a la crisis? Comenzando por nuestra clase política.

De acuerdo: hay que evitar repetir los errores del pasado. Y todo lo ocurrido en 2011 no debe ser olvidado. Así, les invito a que piensen en ello. Pero también hay que ser honestos con nosotros mismos y admitir que muchos factores de riesgo en estos momentos se nos escapan de las manos. Ser realistas, que no pesimistas, nos puede ahorrar futuros problemas. Ya saben que las crisis surgen precisamente porque no se esperan. Espérenlas y las evitaran. Sean prudentes.

José Luis Martínez Campuzano Estratega de Citi en España

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