El Banco de España confirma caída del PIB y del empleo en el cuarto trimestre
El Banco de España hizo oficial ayer lo que sugirió a principios de semana el nuevo ministro de Economía: el PIB volvió a tasas negativas de crecimiento en el cuarto trimestre y la destrucción de empleo se ha acelerado. Los culpables son el consumo y la inversión, que siguen paralizados, y la menor aportación positiva de las exportaciones y del turismo.
Todos los expertos coinciden en que España entrará en recesión en marzo. Los 18 institutos que consulta la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) para realizar su consenso económico vaticinan que el PIB retrocederá una décima en el cuarto trimestre de este año y en el primero de 2012, abocando a España a una nueva recesión. Incluso, el ministro de Economía, Luis de Guindos, apuntó a principios de semana que la economía volverá a caer durante dos trimestres consecutivos (la definición técnica de recesión) y que el descenso entre octubre y diciembre podría ser de hasta tres décimas.
Ayer le tocó el turno al Banco de España, que en su boletín mensual certifica que la travesía del desierto ha comenzado este mismo trimestre y que la temida W (la doble recesión) ha empezado a andar. "Tras el estancamiento que mostró la economía española en el tercer trimestre, la información coyuntural disponible, todavía incompleta, apunta a que la actividad se contrajo en los últimos meses del ejercicio, en un entorno de fuertes tensiones en los mercados financieros y de deterioro de las perspectivas de crecimiento en el área del euro y en el resto del mundo", asegura.
¿Quién tiene la culpa? El consumo privado es en buena parte responsable. "Los indicadores cuantitativos han mostrado una marcada debilidad en el cuarto trimestre", dice el organismo gobernado por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que apunta a las caídas registradas en las matriculaciones de vehículos y a las ventas al por menor como dos indicadores del frenazo. Además, el contrapeso que ejercía el sector exterior, representado por las exportaciones y el turismo, ha ido perdiendo fuerza. "Los últimos indicadores publicados apuntan a una moderación del elevado dinamismo mostrado desde mediados del año 2010", remarca el informe.
Fernández Ordóñez culpa de la recaída a la parálisis del consumo interno y de la inversión
Y todo ese panorama de parálisis económica está teniendo un efecto devastador sobre el mercado de trabajo, en el que se ha acelerado la destrucción de empleo. "Así lo indican las afiliaciones a la Seguridad Social, con un descenso interanual del 2,1%, que intensifica en 0,4 puntos porcentuales la tasa de caída registrada en octubre. A todo ello se une el repunte en el número de parados de noviembre", recuerda el supervisor. En este apartado, Fernández Ordóñez insiste en la necesidad de moderar el crecimiento de los salarios a la luz de los últimos datos sobre subidas pactadas en convenio. En noviembre, según la estadística que elabora el Ministerio de Empleo, se produjo un incremento medio del 2,5%. Este porcentaje es sensiblemente inferior en el caso de los convenios negociados en las empresas, con alzas del 1,8% en noviembre. Por sectores, los mayores aumentos se han producido en la industria y los servicios, con avances del 2,8% y del 2,7%, respectivamente.
Mayor desinversión en el exterior
El informe también resalta que la crisis financiera ha tenido un impacto directo en la cartera de inversiones de las empresas españolas, en especial las de mayor tamaño. Las dificultades para financiarse y la necesidad de reducir sus niveles de deuda les han llevado a cerrar el primer semestre del año con un saldo negativo en cuanto a inversión en el exterior. De esta manera, las desinversiones realizadas a través de ventas de activos y negocios internacionales han superado a sus inversiones en el exterior.
Algo que, según indica el supervisor, solo se había producido de forma excepcional en el año 2009, el peor de la crisis económica para España. "Las desinversiones realizadas por algunas grandes compañías se han realizado para obtener liquidez y reducir sus niveles de deuda", subraya.
Alerta del riesgo de otra burbuja si solo se fomenta la compra de casas
El gobernador del Banco de España ha sido el primero que ha criticado de forma abierta algunos de los ejes que sostienen la política de vivienda del nuevo Ejecutivo. Entre ellas, la recuperación de la deducción por vivienda para la residencia habitual (por ahora falta saber si estará limitada a ciertos niveles de renta) o la más que previsible supresión de la Renta Básica de Emancipación, la ayuda creada por el anterior Ejecutivo para fomentar el alquiler entre los menores de 30 años, con un coste anual para el Estado de 400 millones.Frente a estas medidas, el Banco de España insta al Ejecutivo a que diseñe un nuevo marco que favorezca el arrendamiento "con políticas públicas apropiadas, para transformarlo en una alternativa a largo plazo a la vivienda en propiedad".En su opinión, la evidencia empírica de los últimos años ha tendido a mostrar "que un fomento excesivo de la vivienda en propiedad resulta en un subdesarrollo del alquiler, lo que puede entrañar ciertos costes sociales y económicos. Entre estos últimos cabe destacar la posible formación de burbujas especulativas, en contextos de abundante liquidez y bajos costes de financiación, y la escasa movilidad geográfica, que puede ser especialmente adversa en situaciones de elevado desempleo".Asimismo, el supervisor indica que en mercados con alto peso de la vivienda en propiedad se producen "sesgos impositivos" que pueden favorecer la adquisición de viviendas con fines especulativos, "hasta el punto de que resulte más ventajoso mantener una vivienda vacía que alquilarla".
Libertad comercial
La institución gobernada por Miguel Ángel Fernández Ordóñez apuntó ayer que España se encuentra entre los países de la UE con menor regulación en materia comercial, pese a lo que abogó por eliminar barreras en dos aspectos (el número de festivos que se puede abrir y la limitación semanal de las horas que pueden estar abiertos). "En la mayoría de autonomías, el número de domingos y festivos en los que el comercio abre se limita a ocho, mientras que el máximo de horas está fijado en 72 para todos los días laborables y en 12 para los domingos".