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Tribuna
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La banca y el factor tiempo

La financiación de familias y empresas registró en septiembre una caída del 2%. Mala noticia para la banca, cuya razón de ser es la concesión de créditos. El estancamiento de la economía provoca que empresarios y personas reduzcan tanto la inversión como el consumo. La financiación puede limitarse a posibles clientes con perspectivas óptimas y finalidades objetivas, ya que las entidades de crédito no quieren asumir más riesgos. Es realmente preocupante que el poco crecimiento se disipe por falta de financiación. Otros factores confluyen al mismo tiempo y no ayudan a mejorar el sistema financiero:

l Los cinco bancos más importantes (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Popular) deberán hacer frente al 63% del vencimiento de deuda en 2012, cerca de 127.078 millones de euros.

l La morosidad ha subido en septiembre al 7,16%, cifra que no se registraba desde noviembre de 1994. Además, la exposición crediticia al sector inmobiliario por un importe de 420.000 millones de euros puede generar una pérdida extrema cercana a los 65.000 millones, alrededor de un 15%.

l Exigencias de recapitalización requeridas por el regulador antes del 30 de junio de 2012. Hablamos de 25.000 millones, aunque en la práctica podrían ser 15.000 millones al haber conseguido hasta la fecha el diferencial mediante recursos generados por el propio negocio.

l Aumento de la prima de riesgo país, lo que repercute en el coste de la financiación y en la facilidad para obtenerla.

l Disminución de márgenes y la consiguiente reducción de beneficios de un 14%, respecto al mismo periodo del año anterior. Podría optarse por vender parte de la cartera industrial pero la mala situación de los mercados aconseja evitar operaciones que puedan generar importantes minusvalías.

l Exposición a la deuda española (229.000 millones), portuguesa y, en menor medida, griega; estas dos últimas de un elevado riesgo y cuya posible venta masiva en lo que se refiere a la deuda española puede generar un repunte de la prima de riesgo país.

l El deterioro de los activos mencionados en el anterior apartado dificulta la obtención de nueva financiación. Las cámaras de compensación, Clearnet o Eurex Repo, donde los bancos obtienen financiación después de aportar avales en forma de bonos públicos, están exigiendo mayores garantías.

l Ajustes contables realizados por las dos entidades bancarias más importantes por capitalización -Santander y BBVA- como consecuencia del deterioro de su fondo de comercio activados en años anteriores como resultado de sus compras sobrevaloradas y realizadas antes de la crisis actual.

Aunque deben confluir otros factores, la mejora de nuestra economía pasa por tener una banca fuerte que permita financiar el tan esperado crecimiento. Por ello, es preciso que el sector adopte, de forma urgente, un conjunto de medidas de calado, que deben dejar en segundo término el aval que supone la posible inyección de dinero público a través del FROB.

La reestructuración de la banca pasaría por una mayor concentración, dejándola solo en cinco entidades. Aunque este proceso ya se ha iniciado, quedan flecos sin resolver (CAM, Unnim, Novagalicia, Catalunya Caixa y últimamente Banco de Valencia). Las ventajas son conocidas: ahorro de costes de estructura, economías de escala y mejor gestión de activos no corrientes, eliminando las duplicidades y aquellos que no generen valor al grupo.

También las adquisiciones y fusiones realizadas por debajo del valor en libros (tal como sucede en las entidades de crédito cotizadas) implicará, como efecto colateral, un incremento de los fondos propios en forma de ingresos por combinación de negocios (es decir, como consecuencia de aflorar un fondo de comercio de signo negativo), aspecto clave para mantener o mejorar el core capital. Se hace imprescindible la máxima credibilidad de su situación patrimonial eliminando de sus activos aquellos que difícilmente pueden convertirse en dinero, como los que provienen del sector de la construcción e inmobiliario. Hay que segregarlos y pasarlos a un banco malo público gestionado por el Estado. Aunque sí que es cierto que la valoración de los mismos puede entrañar complejidad, su valor de venta sería inferior al contable, y su impacto en los resultados casi nulo, puesto que previamente y en estos últimos años ya se han dotado las correspondientes provisiones. Su pago podría realizarse mediante la emisión de deuda pública y con vencimiento a largo plazo.

Este gestor público se encargaría de dirigirlo, vender los activos ante una posible oportunidad o congelarlos hasta que el mercado se recupere, tal como han hecho otros países europeos (caso de Bélgica, con la filial de Dexia). Las consecuencias serían inmediatas y los resultados se traducirían en una disminución de la incertidumbre y un enfoque más transparente de la situación. El tiempo corre y ese es el factor clave para remontar. El nuevo Gobierno tiene la oportunidad de liderar este cambio, acelerando las decisiones que mejoren el sector bancario, tan necesario para salir de esta crisis.

Rafael Sambola Puig. Economista y profesor de finanzas de EADA

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