Se busca dinero para la banca
Se buscan 100.000, 275.000 o, incluso, 340.000 millones de euros en forma de inyecciones a la banca para apuntalar su capital a los nuevos (y todavía hipotéticos) requerimientos europeos. ¿Hay dinero para eso? Los expertos dudan de que los fondos privados basten para cubrir estas necesidades.
Toca sudar la camiseta. Todo apunta a que la Autoridad Bancaria Europea (la EBA, por sus siglas en ingles) se ha puesto seria por primera vez desde que estalló la crisis y, aunque siempre hay posibilidad de que dé marcha atrás, elevará los requisitos de solvencia de la banca. A la vez, y tan importante como lo anterior, estresará de verdad (y no como las últimas veces) su exposición a la deuda soberana de países con problemas, aunque para hacerlo mejor que en los test de estrés de julio sea suficiente con usar el precio al que cotizan en estos momentos los bonos griegos, portugueses o italianos en el mercado.
Y eso significa miles de millones de necesidades adicionales de capital en un momento en que el dinero brilla por su ausencia. Dependiendo de si la exigencia de capital de máxima calidad se fija en el 7% o en el 9%, desde el 5% anterior, de qué pérdidas se aplican a los bonos estatales y de qué tipos de instrumentos de capital se aceptan, los números cambian, pero siempre en cifras multimillonarias.
Las cantidades que apuntan los analistas y las herramientas que se han creado para medir estos requerimientos (sí, hay calculadoras que lo hacen; basta con decidir qué quita ponerle a Grecia o a España y cambian las cifras) van desde los 100.000 millones adicionales de Reuters para un 7% de capital principal y quitas equivalentes a los precios de mercado de la deuda, a los 275.000 millones de Morgan Stanley en caso de que el porcentaje de solvencia se eleve al 9% o los 220.000 millones de Crédit Suisse para esa misma ratio, hasta los 340.000 millones, que fue el dato lanzado por Barclays en septiembre asumiendo un escenario extremo de una quita del 50% para la deuda de todos los países con problemas, y eso incluye a España junto a Grecia, Italia, Irlanda y Portugal, y un capital del 8%.
Este último escenario extremo, y según la calculadora a tal efecto de Reuters, llevaría a 70 bancos europeos a suspender las pruebas, de los 90 que se presentaron al último examen. El cálculo no es disparatado: Crédit Suisse habla de 66 suspensos. Y los bancos españoles de primera fila estarán a la cabeza de la lista. BBVA, por poner un ejemplo, necesitaría más de 22.000 millones, mientras que Santander rondaría los 18.000 millones. Para una referencia europea como Deutsche Bank, dos fuentes con conocimiento de sus finanzas han asegurado a Reuters que necesitaría 9.000 millones adicionales si se eleva la ratio de capital al 9%.
Por supuesto, todavía hay demasiadas incógnitas por resolver y estas cifras son puros ejercicios de especulación, pero que la banca va a necesitar más fondos está claro: una de las pocas cosas que concretó ayer el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en su genérico plan de recapitalización de la banca es que se aumentarán los requisitos de solvencia, aunque sea de manera temporal.
La andanada de la EBA ha provocado ya la reacción de varios países europeos, reacios a que se sepa la verdadera salud de su banca nacional y que llevan años batallando porque los test de estrés se queden solo en un ejercicio cosmético. Y también de los bancos, que han salido en tromba a amenazar con un recorte adicional del crédito.
Pero si la EBA se mantiene firme y cumple su objetivo, los bancos no tendrán más remedio que buscar dinero por millones. Y no está muy claro de dónde puede salir.
El primer lugar donde mirarán, según diversos análisis, es en su propia casa; es decir, buscarán activos para vender. Los expertos que asumen esta premisa argumentan que la situación de los mercados no está como para acudir a ellos y menos a los precios de regalo a los que consideran que está cotizando la banca.
Sin embargo, la apelación al mercado es imposible de descartar. Luis Benguerel, responsable de renta variable y derivados de Interbrokers, la sitúa como la primera opción de la lista, sobre todo para las entidades más grandes y con mayor peso en Bolsa. Entre los fondos que consigan y la barra libre de liquidez del Banco Central Europeo, eso podría ayudar a unas cuantas entidades.
El problema es que serán decenas de bancos europeos acudiendo al mercado en el mismo momento. Y ya se vieron las dificultades que tuvieron entidades como Bankia y Banca Cívica para lograr fondos con los que recapitalizarse, y eso que fueron ellas solas y sucedió antes de este aciago verano. La parte positiva es que eso conllevaría fusiones y uniones de fuerzas, lo que reduciría el número de entidades con problemas. El consejero delegado de Deutsche Bank, Josef Ackermann, no tiene dudas sobre la opción de apelar a la financiación privada: el mercado no va a poner a disposición de la banca los medios para la recapitalización, ha asegurado en una conferencia en Berlín.
Entonces llegaría la necesidad de una segunda fuente de dinero: los Gobiernos locales. Este esquema seguiría al pie de la letra los deseos de la Comisión Europea: primero se buscaría dinero privado, luego nacional y la apelación al fondo de rescate europeo (el famoso FEEF o Facilidad Europea de Estabilidad Financiera) sería el último recurso. Lo que pasa es que la concesión graciosa de fondos desde los Gobiernos sin tomar las riendas a cambio dañaría las cuentas públicas y podría encontrarse con el rechazo frontal de una sociedad que lleva tres años viendo cómo se le da dinero a la banca sin que nada cambie, apuntan algunos analistas.
Por eso, expertos como Benguerel apuestan por las nacionalizaciones, lo que significa repetir el modelo que eligió Suecia en su momento. Las cuentas públicas resultarían igualmente dañadas, pero a su juicio esta opción pondría freno a la incapacidad que ha demostrado la banca para encontrar una solución para sí misma. "Los Gobiernos no tienen que dar más dinero; ya lo hicieron en 2008 y 2009 y la banca ha seguido igual. Si uno se equivoca en su trabajo, le despiden; pues aquí igual: se nacionaliza".
Desde esta perspectiva, hay expertos que alaban los nuevos requisitos que quiere imponer la EBA, ya que implican que se están sentando las bases de una banca bajo control a medio y largo plazo. Con esa exigencia de solvencia, la asunción de riesgos se reducirá y los errores serían, en todo caso, menores.
La última opción para recapitalizar la banca sería el nuevo fondo de rescate, pero todo apunta a que tanto los países como las entidades lo ven como un claro último recurso en caso de extrema necesidad. Si se puede elegir, parecen pensar, mejor dejarlo para comprar deuda de países que para recapitalizar bancos. Eso sí, una cosa son los deseos de limitar la humillación de entidades y Gobiernos y otra la realidad, porque la cuantía de la recapitalización que puede llegar a requerirse podría superar con mucho las posibilidades de Estados y mercados, al menos con las cifras que están manejando las casas de análisis.