Grecia puede huir de la espiral
La historia se ha vuelto demasiado familiar: Grecia promete austeridad a cambio de dinero del rescate; no cumple sus objetivos; Gobiernos de la eurozona y FMI amenazan; Grecia promete más austeridad; la austeridad hace mella; Grecia no cumple los objetivos. Las últimas cifras del presupuesto confirman que el país está atrapado en una espiral descendente. La desaceleración económica ha empeorado el impacto de la austeridad del año pasado, por lo que Grecia no cumplirá con las condiciones de su rescate.
Los malos datos se suman a la presión sobre la eurozona y el FMI, que deben decidir si liberan 8.000 millones de euros del rescate en los próximos días. Tienen tres opciones poco atractivas. Pueden exigir más austeridad. Pueden culpar la crisis y facilitar el dinero -y perder credibilidad como prestamistas-. O pueden jugar duro el máximo tiempo posible. Eso tendría sentido para los acreedores, que sospechan que Atenas no está haciendo todo lo posible para poner sus finanzas en orden. Pero hablar duro aumenta el riesgo de una suspensión de pagos desordenada.
El ciclo de austeridad no puede durar siempre. Pero Grecia necesita una reforma fiscal y económica para hacer virtuosa la espiral. Debe tomarse en serio la recaudación de impuestos, recortar el sector público, e impulsar la competencia en la economía. Los bancos deberían también hacer su parte. Lo ideal sería que la eurozona acordara una mayor reestructuración de la deuda que la de julio, que solo forzó a los bancos a recortar un 21% de sus bonos griegos.
Pero la UE podría también ofrecer más ayuda económica. El think tank Greugel ha sugerido aprovechar los fondos estructurales que no se usen como parte de un gran plan para reformar la educación superior, subsidiar la devaluación interna y mejorar el acceso de las pymes a la financiación. Podría llevar años que esos esfuerzos den frutos. Entre tanto, seguiría habiendo austeridad. Pero los griegos sabrían que la eurozona tiene algo más que ofrecer que dolor.
Por Pierre Briançon