El Mediterráneo como área de interés económico
Un elemento importante de la historia de la segunda mitad del siglo XX es el proceso de integración económica que se ha producido, tanto en organizaciones universales, la Organización de Naciones Unidas, como en organizaciones regionales o en áreas de interés común, la Organización de Estados Americanos, o en torno a determinadas producciones, como la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, origen de la Unión Europea, como instrumentos para reconstruir la maltrecha economía de posguerra. Este proceso ha continuado hasta nuestros días, como mecanismo para superar problemas y situaciones que no era posible hacer a nivel de los Estados, piénsese en la OPEP, organización que surge en la década de los setenta, como consecuencia de la crisis del petróleo.
El Mediterráneo constituye un área susceptible de ser objeto de este tipo de organizaciones con posibles objetivos en distintos ámbitos, en cuyo contorno se encuentran un gran número de países con grandes contrastes, con diferentes grados de desarrollo y con diferentes culturas, de cuya concurrencia se pueden extraer soluciones imaginativas a los desafíos existentes, máxime en una situación de crisis como la actual, en la que podemos ver cómo los problemas en este mundo globalizado se trasladan de unos países a otros no solo en el plano económico, sino también en el social y político, como ha sucedido recientemente.
Estas organizaciones pueden actuar como instrumentos compensadores en estas situaciones y no solo deben estar encaminadas a la solución de los problemas concretos que puedan aquejar a la zona, sino que deben constituir fundamentalmente un marco de oportunidades por las condiciones que presenta, favorables al establecimiento de toda clase de relaciones entre los pueblos ribereños y, en concreto, al incremento del comercio y de la cooperación económica, atendiendo siempre a la consideración de sus particulares idiosincrasias.
La cuenca del Mediterráneo tiene para España una enorme importancia como zona de gran empuje económico en lo que respecta a los países europeos del área, que puede ayudar al crecimiento económico de los países de la costa sur e influiría en la solución de otros graves problemas, entre los que destaca el de los procesos migratorios descontrolados en esta zona.
Como dato significativo de la pujanza mediterránea y de su importancia para nuestro país, un estudio del Instituto Valenciano de Investigación Económica, realizado en 2008, ponía de manifiesto que las comunidades autónomas españolas de la ribera del Mediterráneo (Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Región de Murcia y Andalucía) concentraban la mitad de la actividad económica española, generando una gran capacidad de atraer inversiones.
Sin embargo, ya en aquella fecha se detectaban amenazas como una falta de productividad en relación con los recursos utilizados, un perfil cíclico que produce grandes tasas de paro en periodo de crisis y, en definitiva, presentaba riesgos a la sostenibilidad de sus procesos productivos.
La situación descrita debe movernos a tomar medidas para superar esta situación en medio de la crisis general e impulsar las relaciones entre los países de la cuenca mediterránea en todos los ámbitos, y uno de ellos, habitualmente poco utilizado, es el de las relaciones entre los profesionales en el marco de las nuevas perspectivas que se abren en la región, ante el compromiso cada vez mayor de estos países en el desarrollo de la zona, aprovechando la actual aceleración que sigue la política común europea con esta región a través de la Unión por el Mediterráneo (UpM) y la Política Europea de Vecindad (PEV).
Es bueno recordar que el área del Mediterráneo ha sido la gran olvidada en la Estrategia Europea 2020 y que no corren buenos tiempos para los procesos de integración en tiempo de crisis, por lo que habría que hacer un esfuerzo por impulsar desde las instituciones civiles este tipo de procesos de cooperación, y los profesionales que desarrollan su actividad en los campos de la economía y la empresa en todos sus ámbitos pueden, a través de organizaciones supranacionales, contribuir de manera muy importante a impulsar las relaciones y los contactos entre empresas, en su condición de asesores, atrayendo inversiones o diversificándolas, así como uniformar criterios en el tratamiento de la información económica de los diferentes países del área. Por otra parte pueden influir en las más altas esferas de sus respectivos países en la detección de los problemas existentes y en la búsqueda de soluciones.
Todo esto nos mueve al Consejo General de Colegios de Economistas a participar de una manera especialmente activa en la búsqueda de lugares de encuentro con profesionales de países ribereños del Mediterráneo, para aportar soluciones a los problemas del área y a la búsqueda de oportunidades, de ahí el hecho de que en el marco de la Federación de Expertos Contables del Mediterráneo, de la que forman parte, se reúnan en Murcia profesionales que asesoran a las empresas de todo el área mediterránea, lo que además de ayudar a las sociedades, representa un lugar de intercambio de información y de vía para influir en los Gobiernos a través de las organizaciones nacionales, lo que debe redundar, en definitiva, en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos.
Valentín Pich / Ramón Madrid. Presidente del Consejo General de Colegios de Economistas. Decano-presidente del Colegio de Economistas de Murcia