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Tribuna
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Científicos y predicadores

La oportunidad de ganar la lotería en Reino Unido es muy baja, una entre casi 14 millones; pero más reducida es aún la probabilidad de que el sistema financiero español experimente los mismos problemas que los de Reino Unido o Estados Unidos.

En el caso británico, en marzo de este año el Parlamento ha constado, en un informe sobre la concentración y competencia en ese país, que en el año 2000 el informe Cruickshank identificó problemas con la transparencia en los precios y la dificultad para comparar productos. Una década más tarde, esos problemas se han agudizado.

En EE UU las autoridades analizan cómo regular la denominada banca en la sombra, shadow banking, intermediarios financieros que llevan a cabo operaciones de transformación de vencimientos, créditos y liquidez sin tener acceso alguno a la que proporcionan los bancos centrales o a las garantías de crédito del sector público. En la víspera de la crisis financiera de 2007, su volumen de crédito ascendía a 20 billones de dólares, casi el doble de los 11 billones que entonces intermediaba el sistema bancario tradicional. Hoy en día, esas cifras son de 16 billones y 13 billones, respectivamente, según la Reserva Federal de Nueva York.

Para solucionar la situación de Reino Unido, el informe resalta, en su recomendación número 30, que el Parlamento da la bienvenida a la intención del Gobierno de impulsar la diversidad y promover entidades de carácter mutual (mutuals), es decir, entidades similares por su actividad a la que en nuestro país realizan las cajas.

Una de las principales virtudes de la existencia de cajas de ahorros es la alta capacidad para generar competencia y facilidad para comparar productos, de modo que, si no fuera por las cajas, en España hubiera habido un oligopolio. Otra de las ventajas respecto a esos dos sistemas financieros reside en su vinculación ciudadana, que se manifiesta en la inversión social para reducir situaciones de desigualdad.

Ese es un fenómeno grave y creciente en casi todos los países y España no es una excepción. La ONU ha constado en su último informe que si bien los mercados son necesarios para sostener el dinamismo económico, este no se traduce automáticamente en mejorar en otras dimensiones del desarrollo humano y resalta que la sociedad se verá enormemente beneficiada si concentra sus esfuerzos en implementar reformas para promover la equidad. Como sostiene el informe, los países que han logrado ser ricos son aquellos que invirtieron enormes recursos en salud y educación. De hecho, según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), cuanto más alto es el nivel de desigualdad de ingresos, menor es la efectividad en el aprendizaje. Esta relación es muy negativa en el caso de Argentina y Brasil, y muy positiva en Dinamarca y Suecia.

Disponer de instituciones como las cajas de ahorros es un acierto en un mundo convulso. Es muy valiosa esta concepción de las entidades financieras porque se aleja de la tradicional separación entre los hechos económicos y los sociales, una distinción meramente retórica, puesto que toda decisión tiene un impacto social y las cuestiones que afectan a la sociedad tienen un elevado componente económico.

Es la razón por la que de un total de 9.950 millones de euros invertidos en obra social por las cajas en los últimos seis años, más de tres cuartas partes de esa inversión se han destinado específicamente a fomentar la igualdad de oportunidades. Se podría exigir más; pero, según el dictum de Ulpiano, nadie está obligado a lo imposible.

Esta es una gestión que, incluso en un periodo de muy intensa reforma de las entidades, demuestra agilidad para afrontar los problemas generados por la crisis económica y capacidad para reorientar las inversiones sociales. Esto se puede hacer siempre que exista implicación con los habitantes de un territorio, solo entonces los problemas se ven como propios y desencadenan la acción; de hecho, en Estados Unidos, el Katrina y el 11-S han sido catástrofes capaces de movilizar más fondos por número de personas afectadas (cerca de los 3.000 millones de dólares cada una para un total de casi 4 millones de personas) que el sida o la malaria, que han captado fondos por valor de 200 millones y 600 millones, respectivamente, para una población mundial afectada de unos 40 millones en el caso del sida y de más de 300 millones en el de la malaria.

La reforma mencionada de las cajas, que preserva la capacidad de competir y la obra social, es un proceso de adaptación de estas entidades y los seres evolutivos avanzan por ser eficaces, no por ser perfectos. Las fusiones, agrupaciones o creación de bancos controlados por cajas son ejemplos de esa eficacia, que está pensada para mejorar la relación con los clientes en un entorno internacional muy adverso.

Reino Unido añora otro tipo de entidades para que en su país exista más competencia y Estados Unidos está pensando en regular por funciones, en lugar de regular por tipo de entidad, a la banca en la sombra porque está preocupado por el tamaño adquirido y su carencia regulatoria. Los hechos hablan por sí mismos, si bien curiosamente, como afirmó Kevin Dunbar, los científicos tardan más que los predicadores en cambiar sus ideas tras la aparición de nuevos datos.

Carlos Balado. Director de Obra Social, Comunicación y Marketing Corporativo de la Confederación Española de Cajas de Ahorros

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