Una EPA con más oscuros que claros
El tercer trimestre se saldó con casi 70.000 empleos más -hasta sumar 18,5 millones de ocupados-, lo que ha reducido la tasa de desempleo por debajo del 20%, según la encuesta de población activa (EPA) conocida el viernes. Además, se ha reducido el número de hogares donde no entra ningún salario, a pesar de que en esta dramática situación todavía están 1,3 millones de familias en España. El recorte del número de parados es sin duda una buena noticia por sí sola, pero lo es también por la mejoría respecto a los datos de hace un año, que presenta un panorama menos dramático. Es esta la cara más amable de la encuesta que, sin embargo, no deja de aportar al mismo tiempo serios motivos de preocupación.
Para empezar, el empleo creado es de baja calidad, como demuestra que la totalidad de los nuevos puestos de trabajo originados en los meses estivales sean de carácter temporal. Incluso ha continuado la destrucción de los contratos indefinidos, evidenciando que el principal objetivo de la reforma laboral -fomentar el empleo indefinido- no se está cumpliendo por ahora. Todavía es pronto para ver la eficacia del cambio normativo, aunque el Gobierno debe reflexionar sobre lo que anuncian estos datos. La baja calidad del empleo creado se detecta igualmente en su concentración en el sector servicios, preferentemente en actividades ligadas al turismo de marcado carácter de temporada, mientras ha continuado la destrucción de puestos de trabajo en la industria, la construcción y la agricultura. Eso sí, a ritmos menores que hace doce meses. La precariedad de este nuevo empleo queda patente igualmente en la edad de los nuevos contratados, paradójicamente menores de 20 años y mayores de 45. Al menos, parece que la reforma ha contribuido a colocar estos dos colectivos, que sufren serios problemas de empleabilidad.
La EPA, además, pone de manifiesto que se está produciendo un desánimo preocupante entre una buena parte de los trabajadores, como atestigua la reducción de la población activa en 800 personas. Los varones de nacionalidad española han concentrado esta deserción con un descenso de casi 20.000 personas, compensado con la entrada en el mercado laboral de varones extranjeros y mujeres. El Gobierno debe esforzarse por devolver la confianza a la sociedad, pero no con declaraciones y previsiones estridentemente optimistas, sino con reformas que contribuyan a sentar las bases para una recuperación sólida.
En el último cuarto del año, previsiblemente, el paro remontará si se repite el patrón de 2009. Quizá por ello, aunque la EPA del tercer trimestre haya sido positiva, puede ser sólo un paréntesis en el drama del desempleo. Ante ello, el Ejecutivo no puede contentarse pensando que con la reforma laboral ha hecho los deberes.