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Tribuna
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Estratagemas al descubierto

La palabra estratagema tiene una etimología militar y sus objetivos son variados: ocultar las propias fuerzas, distraer al enemigo, inducirle a hacer planes que se vuelvan contra él, convertir en verdadero lo falso y en falso lo verdadero, sobrestimar o subestimar la capacidad combativa, sembrar la confusión en las tropas en el momento del combate, asustar o abatir moralmente al rival, entre otras cuestiones.

El uso de la estratagema es fundamental para conseguir la sorpresa, que es un multiplicador de la fuerza en este contexto. Es conocido que la sorpresa se consigue con el secreto y el engaño. A su vez, el engaño puede servir para encubrir el secreto y el secreto es necesario para mantener el engaño.

Los maestros en estas habilidades son también los ilusionistas. En esencia, el ilusionismo es inducir a error a un observador atento sin que éste se dé cuenta. Los ilusionistas han sido empleados para aumentar la eficacia de los engaños militares. En la Segunda Guerra Mundial, los ingleses contrataron como asesor al entonces célebre ilusionista Jasper Maskelyne, para realizar artificios y trampas en perjuicio de los generales y estrategas alemanes. Entre los actos espectaculares de Maskelyne resaltan la desaparición de todo el puerto de Alejandría y la invisibilidad del Canal de Suez.

El ilusionista persigue relajar la atención para actuar al resguardo de la vigilancia del espectador. Esta operación responde al principio psicológico de que cuando se encuentra algo que explica nuestras dudas, se logra satisfacción y se interrumpe la búsqueda. En palabras del estoico Epicteto, no son las cosas en sí la que nos turban, sino la opinión que tenemos de las cosas.

En la economía española ha pasado algo similar con las cajas de ahorros. Sin argumentos de ningún tipo, algunos han llegado a opinar que son un problema para la economía y otros persiguen su desaparición tal como se conocen hoy. ¡Si de las cajas, ganando cuota de mercado, se afirma que su situación es difícil, cómo será para los que la pierden!

Sectores como el del automóvil, el turismo, la construcción, las compañías aseguradoras, las empresas de consultoría, los medios de comunicación, entre otros, están en reformas. También la propia Administración autonómica o central. Todos los sectores económicos españoles han de cambiar sus estrategias de futuro para adecuarse a una economía de menor tamaño, en un contexto de alto endeudamiento público y privado, en unos mercados muy exigentes ante la alta demanda de financiación por parte de los Estados.

Las cajas de ahorros ya están acometiendo sus propios cambios, necesarios también para otras entidades financieras y el resto de sectores de la economía, pero de todos estos no se predica que deban convertirse en algo distinto de lo que ya son. ¿Por qué? Cuando entra en conflicto una creencia (en esta caso sería: las cajas no tienen otra opción que convertirse en otra cosa) con un comportamiento (compiten y lideran en cuota de mercado) o bien cambia la creencia o es el comportamiento el que debe ajustarse a la creencia. Por lo general, es esta última la que cambia (por mucho que hagan no son sostenibles).

Numerosos comentarios propagados de forma interesada recuerdan las fórmulas utilizadas por el ilusionismo. Una estrategia que consiste en afirmar que se pretende quitar cuota de mercado a las cajas, además de reconocer la supremacía del competidor, parece esconder un hecho: que el cliente prefiere a las cajas de ahorros y, por tanto, que al aspirante no le va tan bien. Otra, la que recomienda aprovechar la reforma para cambiar de modelo, y pone de ejemplo el caso de lo ocurrido en otros países, encubre un secreto: el voluminoso y beneficioso negocio que surgiría en el proceso para agentes que viven también su tiempo de reformas.

El Banco de España, que no es sospechoso de utilizar estratagema alguna, explica con claridad, en su Informe de Estabilidad Financiera de marzo, la situación: la mayor incertidumbre a la que se enfrenta el sector bancario a medio plazo es la relativa a la evolución de la economía real. Por ello, la resolución de las deficiencias estructurales de la economía española, que pueden lastrar su recuperación en los próximos años, es también un elemento imprescindible para el éxito del proceso de reestructuración del sector bancario.

Los especialistas en economía conductual (nombre un tanto redundante) saben que son las preferencias de las personas las que motivan sus comportamientos. Este hallazgo se lo debemos a Daniel Premack y es una máxima aplicable al caso que nos ocupa.

Carlos Balado. Director de Obra Social y Relaciones Institucionales de la CECA

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