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Debate abierto. El futuro de la inversión alternativa
Tribuna
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De activo de moda, a fondo de armario

Los fondos de alto riesgo llegaron a España en noviembre de 2006, con retraso respecto a países del entorno como Italia, Portugal, Reino Unido o Alemania. Con la espera, la industria de hedge funds, nombre clave con el que se conoce en el argot financiero, fue alimentando su imagen de piedra filosofal que todo lo convertía en oro.

El activo desconocido tenía el magnetismo de la novedad y atraía a grandes y pequeños inversores como un poderoso reclamo. Parecía que todo lo que tocaba lo transformaba en ganancias. Era el producto de moda, que aseguraba rentabilidades positivas en cualquier entorno de mercado.

El papel lo aguanta todo y los divulgadores de las bondades de estos fondos daban clases y mostraban gráficos con rentabilidades desde su nacimiento superiores a la inflación y con regularidad siempre en números negros. Daba igual lo que hiciera el parqué, bajara o subiera la Bolsa siempre ofrecían beneficios.

Además, la inversión alternativa era un pilar en el que se apoyan los fondos de pensiones de las principales universades estadounidenseses y un activo rey con el que las grandes fortunas vestían sus carteras.

Esta industria nació en 1949 en Estados Unidos gracias a Alfred Winslow. Y alcanzó popularidad en 1965 con la gestión de George Soros, Michel Steinhart y Arthur Samberg. Sufrió el primer gran castigo con el desplome de las pequeñas compañías en 1969. Vivieron un periodo tranquilo hasta que en 1998 se produjo la quiebra del fondo Long Term Capital. Remontó de nuevo, tras la burbuja tecnológica, y se popularizó entre las grandes fortunas y los inversores institucionales.

La explosión se produjo entre 2000 y 2007, cuando el número de fondos creció exponencialmente de 4.000 a 10.000 instituciones. Paralelamente, el patrimonio bajo gestión se multiplicó por tres, pasando de 491.000 millones de dólares a 1,9 billones. En nuestro país aterrizaron a finales de 2006, pero la crisis ha dificultado su desarrollo y las dificultades de sus gestores para construir carteras que resistieran acontecimientos extraordinarios, como los recientemente vividos.

Nacieron con el marchamo del glamour, pues en ellos invertían los grandes patrimonios como Koplowitz, Ortega y Botín. La legislación española exigía 50.000 euros para poder invertir directamente en un fondo libre y la consideración de inversión cualificada, pues no tenían liquidación diaria y requerían preaviso para reembolso. Pero las grandes gestoras, como Santander o BBVA, ofrecieron multifondos a los pequeños inversores, es decir, fondos de fondos que invertían en varios hedge a partir de 500 o 600 euros.

Para la industria alternativa, 2008 fue un año de pesadilla, con una caída del patrimonio mundial del 29%, de acuerdo con los datos de Hedge Fund Research. La rentabilidad bajó en ese periodo el 19,07%, según el indice Credit Suisse Tremont. A las pérdidas en los mercados tuvieron que unir los reembolsos masivos por parte de los partícipes y los problemas para financiar sus operaciones, siempre apalancados.

Otro mazazo para el sector ha sido el escándalo pirámidal de Madoff que destrozó a Faifield, una de las gestoras más reputadas en el mundo hedge y en la que invertían numerosos fondos de fondos. Sólo en el último trimestre de 2008, coincidiendo con este fraude, los inversores retiraron 152.000 millones, casi tanto dinero como había entrado en 2007.

Estadística en mano, el 20% de los fondos alternativos de Asia Pacífico han echado el cierre entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de marzo de 2009, según la publicación especializada Asia Hedge. España no ha sido ajena y de las 70 instituciones de inversión libre que llegó a haber registradas en la CNMV, sólo quedan 57.

Han bajado la persiana fondos de gestoras alternativas del Santander (Banesto Multiestrategia Alternativo, Admantium, Fondo Kazen, Santander Dinamic Alernativo), del BBVA (Propiedad Global), de UBS (UBS Alpha Select Hedge Fund, UBS Stable Growth) y, en otros casos, como Bankinter Montblanc, no pudieron echar a andar al no captar el patrimonio mínimo necesario.

Hasta finales de febrero de este año, cuatro hedge o fondos de fondos hedge, habían comunicado a la CNMV reembolsos superiores al 20% de su patrimonio, al margen de otras salidas de menores, como Acurate Global Assets, Foncaixa Privada Ideas, Valorica Global o Copernico.

Para sobrevivir o "proteger a los partícipes" -según comentan las propias gestoras-, seis instituciones alternativas han endurecido las condiciones para el caso de salidas, ya sea aumentando el tiempo de preaviso, prorrateando reembolsos superiores al 20% o atendendiendo de forma parcial las solicitudes de venta.

La rentabilidad ha regresado a los fondos de inversión libre en 2009. Según los últimos datos del índice Hedge Fund Net, que analiza la evolución media de las carteras a nivel global, entre enero y mayo de este año, los fondos de alto riesgo han rentado un 5,32% en mayo, lo que supone el 9,12% anualizado. Este rendimiento da un respiro después de haber sufrido pérdidas del 10% en los últimos trimestres de 2008.

Dentro del mundo hedge hay diferentes estilos de inversión y, por ello, las rentabilidades son muy dispares. Los hay que intentan neutralizar los movimientos del mercado, y los hay puramente direccionales, que ganan en tendencias alcistas o bajistas.

Los fondos hedge que invierten en acciones ganaron hasta mayo el 11,28%, seguidos de los de arbitraje de valor que ofrecieron en ese periodo el 8,5% y los fondos de fondos de alto riesgo que rentaron el 3,19%. La gestora españolas Cygnus batió ese resultado ofreciendo el 16% anual.

Pero no todo han sido ganancias, los fondos que gestionan ventas a corto han registrado caídas, el 0,02% y los que buscan oportunidades en fusiones y adquisiciones.

Los analistas afirman que se trata de un mercado muy duro, darwiniano, que periódicamente sufre una limpieza, coincidiendo con una crisis y en esos periodos muchos cierran porque no cumplen con lo prometido: rentabilidad absoluta, descorrelacionada del mercado.

Pero la gestión alternativa no desaparecerá pues siempre quedarán gestores buscando ineficiencias y desarrollando estrategias con el objetivo de obtener rendimientos superiores a los de los activos tradicionales. Estarán en el fondo del armario de los inversores más especializados. Y tendrán que soportar mayores exigencias de los Gobiernos y de los reguladores, que tomarán medidas para asegurarse un mayor control y mayor transparencia con los inversores.

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