El papel de los 'hedge funds' en el rebote
Los movimientos extraordinarios suelen engendrar más movimientos extraordinarios. El Standard & Poor's 500 ha registrado la mejor racha en seis semanas desde 1938, tras una debacle financiera que tampoco se veía desde aquellas fechas. Y no sólo han girado 180 grados los precios de los activos. Sin ir más lejos, los seguros de crédito sobre deuda soberana -lo que cuesta protegerse del impago de los bonos españoles, húngaros o estadounidenses- se han desplomado mientras el sector financiero se ha disparado.
El resultado ha sido una sangría entre algunas estrategias de inversión complejas que más éxito habían tenido durante los últimos meses. Los hedge funds cuantitativos han sufrido, según Bloomberg, pérdidas de entre el 20% y el 27% durante la remontada del mercado. Estos inversores utilizan métodos matemáticos para captar tendencias del mercado y extrapolar su comportamiento futuro. En 2008 fueron la estrategia más exitosa dentro de un mercado roto a casi todos los niveles.
Estos fondos con éxito han sido minoría dentro la industria de inversión alternativa, que ha vivido un 2008 de pesadilla. A las pérdidas en los mercados se han unido los reembolsos masivos por parte de los partícipes, los problemas para financiar sus operaciones -siempre apalancadas- y escándalos como el de Madoff.
Con cada vez menos operadores, sólo cabe esperar más volatilidad
Además, se ha acusado a los hedge funds de tumbar con sus operaciones especulativas las cotizaciones de los bancos y disparar sus primas de riesgo de forma indiscriminada agravando la crisis financiera. Ahora bien, si esto era cierto, la remontada de seis semanas habrá impartido justicia a manos llenas. Y los destrozos relatados entre los hedge funds cuantitativos, que apostaban por mayores descensos en los mercados, obedecerán a ello.
Esta semana, el fondo de hedge funds Financial Risk Management señalaba que el sector ha perdido el 75% de sus activos. Ayer mismo, la principal asociación de gestoras de hedge funds, AIMA, aseguraba que el grado de apalancamiento del sector es una vez sus activos netos. La asociación da a entender que el proceso de desapalacamiento, es decir de venta de activos a toda costa como consecuencia del desplome de los precios y de la huida del inversor final, ha concluido. Es una parte interesada, pero cabe dar el beneficio de la duda.
En todo caso, asumiendo que la especulación sobre el alcance de la debacle financiera ya no da dinero con tanta facilidad y que las ventas forzadas son mayoritariamente cosa del pasado, ¿cuál es el escenario ahora? Hay varias alternativas, y ninguna es tranquilizadora si se parte de la premisa, no demasiado aventurada, de que el inversor final tardará en llegar al mercado.
Sin inversor final, de a pie de calle, el mercado queda en manos de los profesionales: hedge funds, pero también fondos de pensiones o mesas de tesorería. Pocos de estos actores pueden aportar liquidez a la Bolsa. De hecho, los daños en los hedge funds cuantitativos pueden sacarles del mercado. Conclusión: menos dinero todavía y aún más en manos de profesionales.
El crac de verano de 2007 vino acompañado de un cuello de botella de liquidez, en este caso en el mercado de deuda privada y activos complejos. La Bolsa se ha mantenido como el único mercado líquido durante toda la crisis. Pero queda por ver si podrá seguir siéndolo en el entorno posburbuja. Sólo cabe esperar volatilidad, aun asumiendo -que es mucho asumir- que la situación financiera en EE UU va a mejor. Se esperan curvas, y pronunciadas. El consejo de invertir sólo a muy corto o a muy largo plazo es tan válido antes del rebote como después.