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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La crisis reescribe el papel del FMI

El mes que viene iba a ser el último para algunos de los 380 empleados del FMI que aceptaron la indemnización por despido ofrecida hace un año. Eran los coletazos de una crisis financiera, de relevancia y legitimidad en una institución que ahora, parece conjurada.

'Lo que el FMI necesita es una buena crisis económica', aseguraba Michael Mousa, hace años jocosamente en un seminario sobre el futuro de la institución, entonces presidida por Rodrigo Rato. Mousa, ex economista jefe del Fondo, dio en la clave.

De momento se ha pedido a esos empleados a punto de irse que no lo hagan y podría reforzarse la plantilla de 2.370 personas.

Todo ello porque la cumbre del G-20 reunida la semana pasada en Londres ha dado al FMI un papel principal a la hora de plantar cara a la crisis. En su comunicado había constantes referencias esta institución y se ha reforzado su mandato triplicando su capacidad crediticia hasta 750.000 millones de dólares (unos 565.000 millones de euros). Además, de añadir 250.000 millones de SDR, la moneda virtual del Fondo con la que se puede ampliar la ayuda por parte de los miembros a terceros países.

Quienes siguen de cerca el FMI, como el ex economista jefe y ahora profesor en Harvard, Kenneth Rogoff, entienden que, sobre el papel, el peso de la institución ha aumentado por la mayor la financiación y el énfasis en su tarea de monitorizar a países ricos. 'Es el mayor ganador de la cumbre', dice Rogoff, aunque tanto a él como a otros economistas le quedan dudas. 'Es bueno que se haya elevado su papel pero el cómo y hasta qué punto es una cuestión abierta'.

Por el momento, el Fondo tiene que conseguir la financiación prometida ya que ésta es aún un compromiso a cumplir. Parte del dinero ya existía. El FMI tenía 250.000 millones de dólares y antes del G-20 Japón, la UE, Canadá y Noruega habían prometido una inyección de capital que podría duplicar esa cantidad inicial. China y algunos países del Golfo podrían seguir aumentando esa suma y EE UU dice que aportará 100.000 millones de dólares más. Es una suma que ha de ser aprobada por el Congreso, un lugar hostil a nuevos desembolsos de fondos.

Su director gerente, Dominique Strauss-Kahn, dice que con estos compromisos tiene 'munición' para enfrentarse a la crisis. Lo que queda en el aire es cómo todo eso se va a concretar en un nuevo FMI, si esta crisis es modelo de su papel futuro o cuánto poder le quedará tras ella.

Préstamos flexibles

De momento, esta institución ha relajado muchas de sus severas políticas del pasado. Los préstamos que tradicionalmente concede se harán con condiciones más flexibles y se pueden recibir antes de que la crisis se materialice. Por otro lado, el Fondo ha puesto en marcha una herramienta ad hoc para esta crisis: el Flexible Credit Line (o línea de crédito flexible). Es un tipo de préstamo para países a los que la crisis del crédito les pase una fuerte factura pero que no están en crisis o riesgo de colapso. Hay quien lo ha rebautizado como 'EZ Loan' (EZ suena como easy, fácil en inglés), porque no tiene las condiciones macroeconómicas severas que normalmente llevan aparejadas los créditos de esta institución. Según algunos economistas, es una forma encubierta, un conducto, para rescatar u ofrecer ayudas a economías emergentes como las del Este de Europa que han despertado poca solidaridad regional.

Para quienes llevan años viendo como el predicamento del FMI se debilitaba el mayor cambio cara al futuro de esta institución es la promesa de reformar la gestión y la representación en las instituciones internacionales. El FMI ha sido tradicionalmente gestionado por Europa mientras que el Banco Mundial ha estado en manos de EE UU. El G-20 ha adelantando la fecha en la que se estudiará el aumento de cuotas a 2011 y abre la puerta para que el amplio poder que tiene el director gerente pueda quedar en manos de algún gestor no europeo. 'La mejor manera de ampliar la legitimidad del Fondo es dar a los países de rentas medio-bajas mayor representación y voto', decía Simon Johnson. Johnson, uno de los sucesores de Rogoff, se ha quejado, como muchos de que el proceso ha sido lento hasta ahora y que Europa está sobrerrepresentada. Ambos ex economistas jefes consideran este es el cambio de mayor calado del G-20. Sin saber qué le quedará al FMI tras la crisis, lo que si es fundamental para su funcionamiento es que sea una institución que reconozca la nueva geografía económica mundial.

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