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Tribuna
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Zapatero en la cumbre

La participación del presidente del Gobierno en la reunión de Washington para establecer un nuevo orden económico internacional podría suponer una gran aportación si propusiera el modelo europeo como alternativa al norteamericano.

Cuando en la cumbre extraordinaria de octubre de 2005 la presidencia británica intentó reformar el modelo social europeo para adaptarlo al anglosajón, a las voces que se alzaron en contra se unieron las de los eurodiputados socialistas españoles Enrique Barón y Alejandro Cercas que, como también afirmó Luis Yáñez, el modelo de Europa es la economía social de mercado.

Con la experiencia de la crisis de las hipotecas subprime se podía argumentar a su favor que en sus 60 años de vigencia nunca nos ha llevado a una crisis tan grave como la que ha ocasionado el modelo norteamericano.

Con motivo de la crisis causada por los productos tóxicos de los financieros norteamericanos se insiste en que hay que refundar el capitalismo de Friedman y Von Hayek porque el fundamentalismo del libre mercado es el responsable del hundimiento de la economía global, y esto es lo que pretende la reunión del G-20. Lo sorprendente es que autores como Krugman y Samuelson hablen de esa refundación como si el capitalismo norteamericano fuera el único modelo de la organización económica actual en los países desarrollados y, por tanto, no existiera ningún sistema alternativo.

Estos planteamientos, en los que participan también algunos economistas y políticos europeos, demuestran que se desconoce el sistema que entró en vigor con el Tratado de la Unión Europea en 1993. Y da la casualidad de que precisamente cuando en los comienzos de la década de los ochenta, al comenzar el mandato presidencial de Ronald Reagan, estableciendo un liberalismo radical que confiaba al mercado la libre organización de la actividad económica, en la UE (1979) se estaba elaborando el PEC (Pacto de Estabilidad y Crecimiento) con la preocupación de crear una Unión Monetaria que garantizara la estabilidad económica.

Y unos años después (1991), superadas las dificultades propuestas por algunos países miembros, especialmente por Francia, se concretaron en el TUE las líneas maestras de un sistema económico propio por el que la UE pretende 'un desarrollo armonioso y equilibrado de las actividades económicas... un crecimiento sostenible y no inflacionista... un alto nivel de empleo y de protección social...' (artículo 2 del TUE) y como instrumentos para lograrlo en el artículo 3 A se propone como objetivo prioritario 'mantener la estabilidad de precios', respetando 'los siguientes principios rectores: precios estables, finanzas públicas y condiciones monetarias sólidas y balanza de pagos estable'.

Este modelo se inspiró en el que Alemania diseñó con motivo de la crisis del 29. Un poco después de que los norteamericanos elaboraran el New Deal y de que en 1933 establecieran un sistema bancario que admitía la creación de bancos de inversión, no sometidos al control de la Comisión de Vigilancia y capaces de operar con cuotas muy bajas de capital propio, Alemania diseñó la economía social de mercado (ESM).

Los economistas Erhard y Müller-Armack, terminada la guerra, se propusieron crear para la República Federal de Alemania un modelo de sistema económico que tuviera en cuenta las trágicas experiencias del mercado ultraliberal del canciller Brüning, que llevó a una galopante inflación y a un paro masivo, que facilitaron la llegada al poder de Hitler y las experiencias también de una economía que subordinó el mercado a una planificación orientada a la guerra. El resultado fue un sistema en el que un mercado libre y de competencia permitiría el desarrollo de la iniciativa responsable y eficiente de los agentes económicos pero con la intervención de un Estado que, respetando lo esencial del mercado, garantizara el bienestar de toda la sociedad.

Un sistema en el que se pretende aprovechar todas las virtualidades el mercado sin caer en la utopía de la mano invisible y reconoce la necesidad de la intervención de un Estado con capacidad limitada implica por lo tanto un difícil equilibrio, que en los 60 años de su vigencia no siempre ha sido respetado por los políticos. Esto ocurre, por ejemplo, con la propuesta de Nicolas Sarkozy, insistiendo en que haya en la UE un Gobierno económico que pueda imponer directrices al BCE. A pesar de estas dificultades el presidente del Parlamento Europeo, militante de la CDU, y el ministro de Finanzas del SPD han afirmado recientemente que la alternativa para la refundación del capitalismo es la ESM. ¿Y Zapatero se alineará con Europa o con Sarkozy?

Eugenio M. Recio. Profesor honorario de Esade

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