Vocación social y gestión profesionalizada, claves de éxito
La diversidad de entidades financieras aporta grandes beneficios a las sociedades en las que estas instituciones actúan. Las cajas de ahorros son un claro exponente de esta diversidad y de este impacto económico y social beneficioso. Constituyen, además, un caso singular por su capacidad para alcanzar y mantener un doble liderazgo: financiero y social.
La razón de este éxito reside en haber sabido conjugar su vocación social con una gestión profesionalizada y eficiente. Esta relevante labor en el seno de la sociedad española ha sido recientemente reconocida por una institución de elevado prestigio como el Fondo Monetario Internacional. Desde que en 1977 se equipararon a nivel operativo las entidades financieras de nuestro país, las cajas han experimentado un notorio avance de cuota de negocio, han contribuido a aumentar la eficiencia del sistema financiero, así como a incrementar la competencia y a reforzar la estabilidad del mismo.
En tan sólo tres décadas, las cajas de ahorros españolas han pasado de representar menos de una tercera parte del sistema bancario a la mitad. En efecto, su cuota de recursos ha pasado del 31% en 1977 al 49% en 2006, en tanto que la inversión crediticia lo ha hecho del 18% al 47%. Por otro lado, y a pesar de la reducción global en el número de cajas, éstas han más que triplicado el número de oficinas en España, pasando de 7.206 a 23.418. Asimismo, también han multiplicado por tres el número de empleados, que han pasado de 40.277 a 124.139.
Las cajas han demostrado una enorme estabilidad financiera y gran capacidad de adaptación'
La evolución de las cajas se ha producido manteniéndose intactos los objetivos sociales que, desde su nacimiento en 1835, conforman su misión. Básicamente, fomentar el ahorro popular, luchar contra la exclusión financiera y coadyuvar al desarrollo económico de los diferentes territorios.
Pese al tiempo transcurrido, las cajas de ahorros seguimos siendo fieles a nosotras mismas y reafirmamos la vigencia de nuestros objetivos, que siguen siendo imprescindibles para garantizar el progreso de la sociedad en su conjunto. Estas ideas se hacen tangibles, en una gran parte, por medio de la inversión de la Obra Social de las cajas. Hace treinta años se situaba en 54 millones de euros y hoy en día va camino de superar los 1.600 millones de euros y más de cien millones de personas se benefician de alguna de sus actividades. Son iniciativas que sirven de instrumento de reflexión y acción de la sociedad civil para su propio perfeccionamiento, cohesión y equilibrio.
La mencionada liberalización del sistema financiero fue el punto de partida de una evolución de éxito espectacular para las cajas, principalmente por tres causas. En primer lugar, una profunda renovación institucional y de sus recursos humanos, mejorando la cualificación de su personal, renovación que fue realizada incluso antes de la reforma de 1977. En segundo lugar, el fortalecimiento de un modelo de eficacia contrastada que se basa en la autonomía frente a los poderes públicos y la plenitud operativa. En tercer lugar, y no por ello menos importante, la gran capacidad de cooperación y fuerte competencia intersectorial.
Por todo ello, y a diferencia de la experiencia internacional, las cajas han superado cómodamente las crisis cíclicas, no han tenido problema para capitalizarse, han ganado sistemáticamente cuota de mercado y sus índices de rentabilidad son mejores que los de la competencia; lo que las convierte en entidades capaces de afrontar cualquier reto.
Para el futuro, las cajas parten de esta base tan sólida y de una contrastada habilidad para crecer eficientemente, y esto les permite confiar en sus propias capacidades para afrontar unos mercados financieros en los que predominará una relativa inestabilidad, así como decisivos cambios demográficos y tecnológicos a los que será ineludible responder con acierto.
Las cajas de ahorros españolas constituyen, pues, un importante conjunto de entidades financieras con peculiaridades distintivas bien notables, que han demostrado una enorme estabilidad financiera y gran capacidad de adaptación. Creo que ésta es una cualidad atribuible a las cajas bajo la que hemos conseguido no pocas metas en estos treinta años. Ese espíritu, combinado con un afán de superación y autoexigencia, es el que nos impulsa a continuar trabajando para mejorar lo alcanzado.
Juan Ramón Quintás. Presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA)