El desequilibrio exterior de España bate récords
El desfase, que equivale al 10,3% del PIB, es el mayor de los países con economías similares.
El apetito por las importaciones, el déficit de la balanza de rentas y en menor medida de la de transferencias corrientes está pasando una alta factura a la cuenta corriente de España. De hecho, la más alta de los países con economías comparables en la zona euro e incluso EE UU, un país con grandes desequilibrios.
España cerró 2007 con un déficit por cuenta corriente de 106.000 millones de euros. En términos nominales es el segundo más importante de las economías avanzadas, muy por detrás de EE UU (738.600 millones de dólares según la primera estimación), pero en su relación con el PIB, el déficit de EE UU en 2007 fue del 5,3% (frente al 6,2% registrado el año anterior) y el de España se disparó al 10,3%. En 2006 quedó en el 8%. EE UU se ha visto beneficiada por una mejora de sus exportaciones gracias a la caída del dólar que ha podido rebajar el déficit comercial.
Otros países como Islandia (que en 2006 registró un déficit del 27,3% del PIB y en 2007 se estimaba que estaría en el 11,6%), Rumanía, Bulgaria o Serbia, con economías mucho menores, tienen este saldo en peores dígitos en relación con el PIB; pero en el caso de las economías similares, la situación de España es peor que la de otros países. Pese a la fortaleza del euro frente al dólar, la zona euro consiguió cerrar 2007 con un ligero superávit por cuenta corriente de 15.000 millones de euros, el 0,2% del PIB, según los datos del Banco Central Europeo. En 2006 se registró un 0,4% de déficit.
La situación de desequilibrio español no es reciente y ha ido creciendo sobre todo desde 2003, en cierta medida coincidiendo con el mismo fenómeno en economías como la de EE UU y Australia, algo que los expertos dicen que guarda cierta relación. En lo que también están de acuerdo muchos de ellos es en el diagnóstico que de la situación española hace el economista jefe de Standard & Poor's en Nueva York, David Weiss, que explica que 'desde el punto de vista de los mercados financieros la cuenta corriente no tiene tanta relevancia' desde que España está integrada en la zona euro. Weiss dice que lo que le preocupa es el mercado de la vivienda.
Gracias a la moneda única, el riesgo cambiario ha desaparecido y para que los capitales sigan circulando y haya actividad crediticia lo que se necesita es que las empresas, por ejemplo, tengan una buena calificación crediticia. Antes del euro, cuando se llegaba a un déficit corriente del 4% del PIB, empezaba la restricción en la financiación internacional y la peseta acababa devaluándose para no pasar de este umbral.
Ahora que los mecanismos de antaño no se pueden usar, el déficit se ha disparado, cruzando en 2007 por primera vez la barrera del 10% porque la economía española sigue exportando menos de lo que importa (el principal problema de este déficit es comercial) y los bajos tipos reales tras la adopción del euro han animado un mayor endeudamiento para hacer frente a la fuerte inversión que se ha producido en estos años y que ha llegado con retraso sobre la del resto de economías comparables.
Además, han aumentado las transferencias por parte de los inmigrantes, han bajado las que llegan de los fondos de la UE y se están pagando los intereses de la deuda generada que crecen con la acumulación de años de déficit fiscal.
Pese a que los efectos del déficit no son muy graves desde el punto de vista financiero, aunque nada desdeñables en un momento de crisis de liquidez en los mercados internacionales, lo que refleja este desfase sí preocupa a los economistas. Refleja un problema de baja competitividad y productividad, ya que las exportaciones no corrigen, o al menos no lo suficiente, como para mantener el ritmo de gasto. Y por otro lado porque crece la deuda. En cuanto a la productividad, se cuenta, no obstante, que el periodo de mayor inversión empresarial que se ha producido estos años se traslade finalmente a unas mayores ganancias en esta variable.
Nouriel Roubini, director de RGE Monitor y catedrático de la NYU, reflexionaba el viernes en un artículo sobre la posibilidad de un pánico financiero mundial fijándose en Islandia, una economía con el mayor déficit por cuenta corriente de Occidente, derivada en parte de un boom del crédito y una burbuja de activos. 'Hoy Islandia tiene problemas, pero ¿qué otras economías se parecen? La lista es clara: Turquía, Hungría, Australia, Nueva Zelanda, España y EE UU'.
Según Roubini, lo que tienen en común, entre otras variables, es el fuerte déficit corriente y un tipo de cambio sobrevalorado, una burbuja en los activos inmobiliarios, una caída del ahorro y un incremento del consumo con origen en esta burbuja.
Además, comparten un boom crediticio que ha alimentado la sobrevaloración de la vivienda y es vulnerable a ella. Otros economistas consultados por este periódico, más optimistas que Roubini, reconocen que las turbulencias financieras pesan más en economías con dependencia y vulnerabilidad a su deuda externa, y, por lo tanto, pueden repercutir más en España que en los países acreedores.
Exportaciones, la asignatura pendiente del 'made in Spain'
La exportación es la asignatura pendiente. El sector exterior sigue adoleciendo de falta de competitividad y productividad. Con todo, se aprecian elementos positivos incipientes como una mejora de las exportaciones a economías emergentes, y no sólo a los socios tradicionales. Además, también hay un buen comportamiento de las exportaciones de servicios a empresas.Por lo que respecta al euro, habrá que acostumbrarse a su fortaleza. Según David Weiss, de S&P, el ciclo de la moneda es de cinco a siete años y teniendo en cuenta que el dólar llegó a su pico en 2002, no se debe esperar que toque suelo antes de 2009.