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Tribuna
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Reajuste de la Bolsa

Desplome inmobiliario en la Bolsa. El hundimiento de la cotización de Astroc ha sido como una señal del fin del boom inmobiliario en la Bolsa y ha contagiado no sólo al sector, sino también a aquellos relacionados con la actividad. Los autores analizan el panorama del mercado inmobiliario en España, que ha sembrado dudas en las Bolsas

La crisis de las acciones de Astroc ha arrastrado a la baja al sector inmobiliario y luego al de la construcción y buena parte de la banca. En poco más de seis días, Astroc ha perdido un 80% y al cierre de ayer, día 24, había llegado a 15,95 euros, frente a un máximo de 75 euros en febrero.

El reajuste ha sido grave porque ha contagiado a otros valores. Se ha extendido desde el mercado continuo a los valores de Ibex 35. Montebalito perdía más del 12,2%; Inmocaral más del 11%; Fadesa el 11%; Sacyr Vallehermoso, 7,99%, aunque bajo la influencia del resultado incierto de la opa sobre Eiffage; Metrovacesa, el 4,44%, y las bajas no han sido menos importantes en las constructoras y algunos bancos. Pero con todo, no estamos en presencia del colapso del mercado. La crisis del 9 de mayo del año pasado sí lo fue. No estuvo provocada por el pánico, como la de ayer, sino por la acción conjunta de algunos bancos centrales -con el aplauso del Fondo Monetario Internacional- porque querían drenar la excesiva liquidez que inundaba el sistema financiero y provocaba que los inversores bajaran las primas de riesgo cuando compraban títulos de renta variable como si fueran valores libres de riesgo. Por cierto, no fue como el reajuste actual, algo propio de la Bolsa española, sino absolutamente general en todos los mercados del mundo, y fue más grave en los países emergentes.

Fueron necesarias nueve semanas para que se pusiera en claro que la base era sólida y que las ganancias por acción de las compañías justificaban avances considerables, en todas las Bolsas mundiales, hasta cerrar 2006 como el mejor ejercicio de muchos años.

Ahora no existe una mano oculta, sino un detonante claro. En otras ocasiones, la crisis era el rebote de la que empezaba en Estados Unidos. Esta vez no. El sector de las inmobiliarias tiene poco peso en las Bolsas de Estados Unidos y, no obstante, ellos sí han padecido un verdadero estallido de la burbuja inmobiliaria, con caídas de precios superiores al 30%. Los efectos no han repercutido hasta ahora en Wall Street.

El premio Nobel Joseph Stiglitz definió una burbuja como aquella situación en la que los precios de un activo suben y el mercado espera que suban todavía más. æpermil;ste no es el caso de la burbuja española y tampoco lo fue la de Reino Unido que, sabiamente, se deshizo por la habilidad del banco central. Ahora en Europa quedan nuestra burbuja, la de Irlanda y la de Bélgica. La de Francia está en sus primeras fases.

¿Estamos pues en presencia de un reajuste de unas acciones que estaban sobrevaloradas? Los hechos revelan que así ha sido. Si Astroc tuvo una revalorización de más del 1.000%, otras, del Ibex 35, duplicaron y triplicaron sus precios. En el mercado continuo las revalorizaciones parecían seguir la definición de Stiglitz. ¿Por qué no pagar 20, 30 o más veces beneficios? ¿Los beneficios por acción no crecían al mismo ritmo? Pues peor para ellos, parecían pensar los inversores. Tampoco importaba si algunas inmobiliarias declaraban beneficios precarios o incluso pérdidas. Los fundamentales fueron dejados a un lado y el riesgo parecía ser cosa de otros mercados, aunque el riesgo nunca desaparece, sólo se transmite a otros.

No es saludable, y nunca recomendable, que la Bolsa tenga alzas continuadas y persiga cotas históricas, una detrás de otra. Porque si las acciones de Astroc pudieron revalorizarse más de un 1.000% a partir de un precio de salida de 6,40 euros fue porque el mercado llegó a creer que los beneficios por acción podían crecer más del 8% mensual. Luego resultó que sólo fueron de 93,4 millones de euros y que la mejora del 51% del año pasado se vio impulsada por unas ganancias extraordinarias. Habíamos olvidado que lo que importa son los beneficios recurrentes y medidos por acción, no por su valor absoluto. Cuando los beneficios por acción se estancan -y las más de las veces bajaban- los reajustes son necesarios para volver a tener un Ibex 35 creciente, pero sobre bases saneadas. Es evidente que la mayoría de los bancos tienen ahora precios de verdadera oportunidad.

Robert Tornabell. Ex decano y profesor de Finanzas de Esade

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