'Asia ganaría mucho si invirtiera las reservas'
El coordinador del último Informe de Desarrollo Asiático augura un crecimiento de la región del 7,6% este año, aunque avisa de sus desequilibrios
El Banco Asiático de Desarrollo presentó hace unos días su informe anual, que recoge unas perspectivas económicas muy favorables después de que la región creciese un 8,3% el año pasado. Fue la mayor tasa desde 1995, en un área donde China e India concentran el 55% del PIB y el 70% del crecimiento. Harrigan, responsable del informe, explica sus conclusiones.
Asia lleva años con tasas de crecimiento del PIB elevadas. ¿Han decrecido de forma similar los niveles de pobreza?
Se ha avanzado en la mejora de la renta per cápita, porque el crecimiento de población ha sido inferior al del PIB, y se ha reducido la pobreza, aunque sigue habiendo 1.600 millones de personas con menos de dos dólares al día y 500 millones de parados o subempleados. Hasta 2015 se incorporarán 250 millones de activos al mercado laboral, por lo que hay que crear trabajos para 750 millones. A medio plazo, es necesario mantener crecimientos fuertes.
En comparación con zonas como Latinoamérica, Asia parece haber realizado más reformas económicas. ¿Qué le falta por hacer?
El funcionamiento de los mercados y los marcos presupuestarios ya se han puesto al día. Ahora falta lo más profundo: infraestructuras, energía, telecomunicaciones...
¿Qué perspectivas manejan para los próximos años?
El Asia en desarrollo creció un 8,3% en 2006, y esperamos que este año y el próximo ronde el 7,6%. Es un crecimiento quizá demasiado rápido, porque se ha añadido presión inflacionista y se han calentado los mercados de activos. Este ritmo levanta desequilibrios estructurales.
¿Cuáles son los más relevantes?
Varían según los países. En China, hay un exceso de dependencia de las exportaciones y la inversión en activos fijos, mientras que el consumo todavía no crece al mismo ritmo que la economía. El Gobierno quiere equilibrar la situación, y de ahí las últimas reformas legales ley de propiedad privada y equiparación de los tipos de sociedades extranjeras y locales.
¿Y en India?
También crece a ritmo muy fuerte, pero está creando presión en la agricultura, en los recursos de la tierra. La productividad del sector crecía al 4% en los años 80, y hoy lo hace al 2%. Eso dificulta la mejora del nivel de vida en el ámbito rural, donde habita el grueso de la población. Hay una tentación de darle uso industrial a los terrenos. Quizá el reto general sea equilibrar los crecimientos, elevando el consumo y reduciendo la participación de inversión y exportaciones. Y, por supuesto, mejorar las infraestructuras.
¿Se siente hoy la presión demográfica como hace algunos años?
En el Extremo Oriente se está limitando. En países como China, Corea del Sur o Taiwán, dentro de diez años no habrá aumentos de la población activa. Hay excepciones, pero podemos decir que el crecimiento demográfico se está desacelerando.
La región tiene grandes cantidades de reservas de divisas. ¿Hasta qué punto debe acumularlas?
Es razonable mantener un cierto porcentaje de las reservas, alrededor del 50%, para hacer frente a necesidades de corto plazo. Pero, si se invirtiese la mitad de esos 2,3 billones de dólares acumulados (excluyendo a Japón), en fondos globales convenientemente diversificados, la rentabilidad obtenida se multiplicará por cinco y la ganancia adicional equivaldría al 0,9% del PIB. Una cantidad enorme de dinero, que podrían destinar a infraestructuras, agua, sanidad, telecomunicaciones, o incluso para crear espacio fiscal de cara al futuro.
¿Observan movimientos en este sentido?
Corea del Sur y China están utilizando una aproximación cautelosa, del tipo probar y ver. También Singapur se mueve tímidamente hacia ese modelo, pero, en general, llevará tiempo.
Desde organismos como el Fondo Monetario Internacional piden a China una mayor flexibilidad en su moneda. ¿Comparte esa necesidad?
Sí. Es importante que las monedas estén más libres para evolucionar según las necesidades del mercado. Pekín ha sugerido que va a avanzar en ello este año, aunque allí los cambios en estos aspecto son muy graduales.
¿Hasta qué punto dependen los países en desarrollo de la salud de la economía china?
Relativamente. China no es un gran mercado de consumo para esos países. Lo que ocurre es que es el último escalón en la cadena de montaje: en los países pequeños se fabrican componentes, que luego son ensamblados en China para venderlos a occidente. Por tanto, dependen más de la salud económica de los países industrializados.
¿Qué riesgos pueden dar al traste con las buenas perspectivas macroeconómicas?
A nivel global, si se produjera una depreciación brusca de activos en los países industrializados, la consiguiente caída de la demanda afectaría a Asia. En el ámbito doméstico, hay que tener en cuenta los posibles cambios de gobierno, en lo que pueda afectar a la confianza de los inversores, y un hipotético rebrote de la gripe aviaria. Además, si no hay acuerdo en la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, los países más perjudicados serán los no industrializados.
Dos tercios de los pobres del mundo
El Banco Asiático de Desarrollo es una entidad financiera de la que forman parte 67 países. 19 de ellos (entre ellos, España) son ajenos a la región de Asia-Pacífico, destinataria de la ayuda. El BAD cuenta con casi 300 millones de euros de presupuesto anual para ayudas, en una región que aún agrupa a dos tercios de los pobres del mundo. Sus instrumentos son 'diálogo, préstamos, asistencia técnica, garantías e inversiones'.