El precio de la electricidad y la tarifa
Los consumidores de electricidad se benefician en España de una tarifa que no recoge todos los costes que son necesarios para su puesta a disposición del usuario. El autor defiende que el recibo los incluya cuanto antes para reducir las incertidumbres asociadas a la rentabilidad futura de las empresas
Como consecuencia de la subida de la tarifa eléctrica que anunció el Gobierno a finales del pasado diciembre y que creó cierto revuelo entre los consumidores, luego atenuado por la decisión final sobre el incremento, me pregunté cuál era la razón real para tal desazón y si realmente cada uno de los consumidores españoles éramos conscientes de lo que nos cuestan nuestros consumos de electricidad, y si tenemos la percepción de cual es el precio que pagamos y que para los consumidores domésticos apenas supera un euro de media por hogar y día.
Mi impresión personal es que la gran mayoría de los consumidores españoles desconocemos el importe que pagamos por nuestro consumo de electricidad y si este pago recoge realmente el importe que deberíamos pagar. Desde luego lo que no creo es que el consumidor medio de electricidad en España piense que está pagando por este servicio menos dinero que el que realmente cuesta, por lo que me he permitido analizar muy someramente el estado de la cuestión.
En España el importe que pagamos la mayoría de los consumidores por los consumos de la energía eléctrica viene determinado por la aplicación de la llamada tarifa eléctrica. Para 2007, el Gobierno estableció, mediante el Real Decreto 1634/2006 de 29 de diciembre, que la tarifa eléctrica a partir de 1 de enero de 2007 tendría un incremento medio del 4,30 %, con un 2,8% para las tarifas domésticas, reconociendo que, al menos durante el primer trimestre de este año se incurriría en un déficit de unos 750 millones de euros. Es decir, se reconoce, a priori o ex ante en la terminología actual, que los ingresos recaudados por la tarifa eléctrica no van a ser suficientes para atender a todos los costes previstos. Asimismo estableció que a partir de 1 de julio de 2007 y con carácter trimestral el Gobierno efectuará modificaciones a estas tarifas.
Pero ¿cuales son los costes previstos? En buena lógica podríamos pensar que son los costes de generación, distribución, transporte y comerciales. También tenemos otros como son los de diversificación y seguridad de abastecimiento y los llamados costes permanentes del sistema que se refieren básicamente a los costes de aquellas instituciones o sociedades como OMEL (operador del mercado), REE (operador del sistema) y la Comisión Nacional de la Energía (CNE) que ayudan y garantizan a que el sistema eléctrico funcione adecuadamente. Pero lo que posiblemente la mayoría de los consumidores españoles no conozca, excepto lógicamente todos los relacionados con el sector, es que dentro de la tarifa eléctrica se encuentran otros costes que provienen fundamentalmente de los déficit generados en ejercicios anteriores y del pago de la moratoria nuclear. Estos importes pendientes de incluir en la tarifa de ejercicios futuros superan actualmente los 7.000 millones de euros, lo que significa alrededor de un 30% de los ingresos anuales del sector eléctrico. Además, se tendría que considerar el previsible déficit del 2007, que se estima puede rondar los 3.200 millones de euros y que también tendría que ser soportado por las tarifas futuras.
Por lo tanto, es evidente que la tarifa eléctrica actual no recoge todos los costes necesarios para su puesta a disposición de los usuarios actuales, no sólo como consecuencia de la no recuperación de los costes que podríamos considerar relacionados con el suministro de la electricidad a cada uno de ellos, sino también de los costes como consecuencia de no haber recaudado en años anteriores los ingresos suficientes para atender dichos costes. Es decir, los usuarios actuales se están viendo beneficiados por unos importes que tendrán que ser pagados por los usuarios futuros. No es sostenible que dichos usuarios tuviesen que pagar más por déficits acumulados generados en ejercicios anteriores que por sus propios consumos eléctricos. Pero es que, de acuerdo con un estudio de Eurelectric en 12 países de la UE, las tarifas eléctricas en España se sitúan en la banda media/media-baja del mismo, siempre por debajo de las de aquellos como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Holanda y Portugal. Además, el efecto de no enviar las señales de precio adecuadas al mercado puede llevar a tener que realizar mayores inversiones en activos de generación para atender las puntas de demanda, mayores costes por los impactos medioambientales de emisiones de gases de efecto invernadero y desde un punto de vista macroeconómico la exposición a una mayor dependencia exterior en la compra de energías primarias fósiles (petróleo, fuel, carbón, gas).
Por todo ello, parecería comprensible que la tarifa eléctrica recogiera cuanto antes los costes necesarios para que se redujeran las incertidumbres asociadas a la rentabilidad futura de las empresas y que los consumidores pagaran el precio que realmente cuesta el poder disponer de un bien absolutamente imprescindible en las actividades humanas que se llevan a acabo en una sociedad desarrollada como la nuestra.
Julián Martín Blasco. Socio director de KPMG