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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Autopista europea a ninguna parte

La presión del Gobierno italiano que ha llevado a Abertis y Autostrade a abandonar su fusión no es más que un enorme monumento al intervencionismo en la UE. La falta de autorización y, sobre todo, los cambios regulatorios sobre concesiones que se ha sacado de la manga el Gobierno italiano en plena operación colocan en el aire el proyecto de crear el mayor grupo mundial de autopistas. Pero al tiempo ponen la guinda a un año en que los vientos del nefando proteccionismo intervencionista han soplado con fuerza por toda Europa.

Sobran los ejemplos. Los más notables, el caso Eon-Endesa, con los Gobiernos alemán y español practicando alardes de injerencia, o la fusión forzada por el Ejecutivo francés de Gaz de France y Suez para evitar una opa de la italiana Enel sobre la segunda, han sido los más sonados. Ahora hay que añadirles la ruptura -temporal, si hacemos caso a las notas oficiales- forzada por el Gobierno italiano de la unión Abertis-Autostrade.

El panorama europeo de intromisiones de los Gobiernos en la vida de las empresas es tal que la 'incertidumbre regulatoria' que ayer denunciaba el consejero delegado de Autostrade, Giovanni Castelucci, puede derivar en inseguridad jurídica para las empresas. Y todo ello ante una exasperante carencia de autoridad -moral y real- y lentitud de reflejos de la Comisión Europea, que ya había autorizado la operación e instado al Ejecutivo italiano a que no interfiriese.

La Comisión, que conforme al artículo 21 de la normativa europea sobre fusiones tiene jurisdicción única en operaciones de este tamaño y características, llega de nuevo tarde y sin fuerza, con una clamorosa falta de agilidad y eficiencia. Así, los dos expedientes que mantendrá abiertos a Italia por adoptar medidas ilegales para bloquear la fusión -desde Competencia- y por restricciones injustificadas a la libre circulación de capitales y al derecho de establecimiento -desde Mercado Interior- son cada vez papel más mojado.

A pesar de episodios de intromisión rozando la ilegalidad, como los protagonizados hace un año por el ya ex gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, para evitar la entrada de BBVA en BNL, no valen disculpas tipo 'eso sólo pasa en Italia'. Muy al contrario. Porque la fiebre intervencionista asuela toda la UE. Italia, por ejemplo, aparece como verdugo ahora, pero es víctima en el caso Gaz de France-Suez-Enel.

Los socios europeos exigen seguridad jurídica al invertir en economías emergentes. La paradoja es que no ofrecen a sus empresas ese principio elemental de seguridad jurídica, que protege la confianza de los ciudadanos y las empresas, quienes ajustan su conducta económica a la legislación vigente frente a cambios normativos que no sean razonablemente previsibles, según la doctrina del Tribunal Constitucional español.

La ola de proteccionismo e intromisión en las empresas coloca barreras en la autopista que debe ser el mercado único. Y ha obligado a Abertis y Autostrade a poner en hibernación otro gran proyecto transeuropeo. El hecho de que el Gobierno italiano esté encabezado por el anterior presidente de la Comisión Europea, quien junto a su ministro de Infraestructuras ha insistido además en que no habría problemas políticos a esta fusión, no deja de ser un sarcasmo.

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