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Debate abierto
Tribuna
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Cómo conseguirlo

Hacia un nuevo modelo La inflación y el déficit corriente están llamando la atención sobre la pérdida de competitividad de la economía española. En un entorno globalizado, el crecimiento económico pasa por la reestructuración del modelo productivo. Un cambio centrado en el conocimiento y la tecnología

'El aumento de la productividad es, sin lugar a dudas, el principal reto en materia de política económica en el medio plazo'En los últimos meses hemos asistido a un intenso debate entre los principales analistas económicos en torno a la posición cíclica de la economía española y las recetas que, desde el Gobierno, se han puesto en marcha para garantizar un crecimiento equilibrado y sostenido en el futuro. Como no podía ser de otra forma, variables como la inflación, el déficit por cuenta corriente y la productividad han sido protagonistas en estas reflexiones.

En la última década el crecimiento de la economía española ha venido impulsado esencialmente por factores de demanda, mientras que la contribución del sector exterior ha sido tradicionalmente negativa. Como consecuencia de este patrón de crecimiento, se han originado tensiones sobre los precios, al tiempo que la mayor demanda inducida de importaciones, junto al escaso o nulo crecimiento en los principales países de la eurozona, principal destino de nuestras exportaciones, se ha traducido en una ampliación del déficit corriente.

Por otra parte, el fuerte crecimiento del empleo, junto a una especialización productiva caracterizada por el elevado peso del sector servicios en la economía española se ha traducido en un escaso crecimiento de la productividad, lo que supone, sin lugar a dudas, el principal reto en materia de política económica en el medio plazo.

Bajo este escenario, la estrategia de política económica debe contribuir a una moderación de la demanda interna que permita contener el crecimiento de los precios y del déficit exterior, al tiempo que se mejore la capacidad de respuesta de la economía ante un eventual cambio en la posición cíclica en los años venideros. Todo ello, bajo la consideración de que existen algunos factores de naturaleza exógena, como el precio internacional de la energía, cuyo control escapa a las posibles acciones en materia de política económica.

Así, la estrategia de política económica diseñada por el Gobierno se ha configurado en torno a tres ejes fundamentales: estabilidad macroeconómica; calidad en la regulación y en el marco institucional y capitalización de la economía española.

En cuanto al primero de los aspectos, si bien es cierto que algunas variables escapan al control de las autoridades de política económica, no es menos cierto que la consolidación de un escenario macroeconómico estable caracterizado por un saldo presupuestario acorde con la posición cíclica de la economía contribuye, por una parte a la contención de las expectativas de inflación y, por otra, al ahorro nacional, ofreciendo capacidad de financiación al sector privado. Asimismo, la generación de superávit en la fase expansiva del ciclo, junto a la reducción de la ratio de deuda pública sobre el PIB, ofrece una mayor capacidad de maniobra para las fases bajistas del ciclo, donde una política fiscal contracíclica será el único instrumento, en una unión monetaria, para estimular la actividad económica.

Asimismo, el Gobierno, consciente del impacto de los precios internacionales de la energía sobre variables macroeconómicas como el déficit corriente y la inflación, ha puesto en marcha una serie de iniciativas cuyo objetivo es reducir la vulnerabilidad de la economía española ante oscilaciones en los precios de la energía que pudieran mermar su capacidad la crecimiento. En este sentido, la estrategia de eficiencia energética y los planes de fomento de las energías renovables constituyen un avance muy importante.

En segundo lugar, qué duda cabe que la capacidad de una economía para ajustarse ante la incidencia de shocks de naturaleza exógena depende, en gran medida, del buen funcionamiento de los mercados. Por ello, resulta esencial que la regulación sea eficiente y evite interferencias en las decisiones privadas de los agentes económicos. Al mismo tiempo, resulta esencial contar con un marco institucional estable, predecible y flexible. No hay que olvidar que la integración en los mercados internacionales, ya sean de productos o de factores, requiere la existencia de un marco normativo e institucional coherente que fomente la competencia y favorezca, en consecuencia, mejoras en la eficiencia. Finalmente, el reto de la productividad requiere una mayor capitalización de la economía en sus tres vertientes: capital físico o de infraestructuras; capital humano y capital tecnológico. A tal fin, los Presupuestos Generales del Estado del periodo 2005-2007 ponen de manifiesto el compromiso y la apuesta del Gobierno por un gasto público de calidad en el que educación, infraestructuras e I+D+i son partidas prioritarias. Pero además, es necesario un mejor aprovechamiento del capital actualmente existente en la economía, por lo que las medidas presupuestarias se han combinado con medidas de incentivo al uso eficiente de los recursos por parte de los agentes.

De esta forma será posible, por una parte, mejorar la ventaja comparativa de los productos españoles en los mercados internacionales y hacerlos más competitivos. Mercados donde la ventaja reside no tanto en variables relacionadas con los precios sino en la calidad y en el contenido tecnológico de los productos. Por otra parte, se fortalecerá el crecimiento potencial de la economía española al mejorar su capacidad para generar innovaciones que mejoren cada vez más la eficiencia de la economía y su capacidad de competir respecto a las nuevas economías emergentes, cuyos costes de producción son sensiblemente más reducidos que los de los países occidentales.

Sólo así avanzaremos en términos de renta per cápita, y por tanto de bienestar, hacia los niveles de EE UU y los países centrales de la eurozona.

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