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Tribuna
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Frente a la deslocalización, la reconversión

Cuando un sector económico alcanza la madurez y su rentabilidad decae, comienza la fase de desaparición de industrias o el traslado de empresas a regiones con menores costes. En ambos casos, las regiones de origen ven disminuir su actividad económica, y sus niveles de empleo y renta. Contrarrestar estas consecuencias negativas requiere una actuación decidida y eficaz.

En España existe al respecto un ejemplo significativo. En los primeros años de la década de los ochenta la crisis de la siderurgia afectó gravemente a las empresas del sector. La respuesta del Ministerio de Industria y del INI -la mal denominada reconversión industrial- consistió en reducir dimensión y empleo de las empresas públicas afectadas, pero desatendiendo la implantación de industrias alternativas. La consecuencia fue que el Levante español y la cornisa cantábrica sufrieron una grave desertización industrial.

Por la evolución natural de la actividad económica, hoy en España son otros los sectores industriales que sufren la amenaza -en ocasiones ya realidad- de la desaparición y deslocalización de empresas. La principal causa es la competencia surgida al integrarse en la UE los países del antiguo bloque socialista, dados sus menores costes laborales y fiscalidad.

Para evitar el error de los años ochenta, es necesario abordar la realización de actuaciones de reconversión empresarial. En este sentido, es interesante analizar la propuesta que recientemente se ha hecho pública por parte de la asociación Ferrol Metrópoli para reutilizar el astillero de Fene, y paliar así los efectos de la crisis del sector de construcción naval en la comarca de Ferrol.

El astillero de Fene, fundado en 1941, alcanzó su apogeo en los años sesenta, llegando a dar empleo a cerca de 3.000 trabajadores y a botar barcos de más de 350 metros de eslora. En la década siguiente se inició la crisis -comenzó la competencia asiática-, que se agudizó con las limitaciones derivadas de nuestro ingreso en la UE. Hoy dispone de menos de 400 empleos y sufre restricciones legales para el desarrollo de su actividad.

La propuesta de Ferrol Metrópoli, que adopta como base las experiencias ya implantadas en el parque norteamericano Brooklyn Navy Yard y en el inglés de Newcastle -ambos construidos en comarcas con notable tradición en construcción naval- es ciertamente atractiva tanto por su método como por su contenido.

Entre otros aspectos relevantes de la propuesta destaca que la iniciativa surge en el ámbito privado, que propugna la colaboración entre el sector público y la sociedad civil en sentido amplio -empresas, universidades, agentes sociales-, y que frente a la acción directa del Estado en el ámbito empresarial, apuesta por la potencialidad del sector público para promover y propiciar la iniciativa privada.

La propuesta aspira a aprovechar las fortalezas que rodean al actual astillero de Fene -750.000 metros cuadrados, instalaciones óptimas, buenas comunicaciones ferroviaria, marítima y por carretera, mano de obra cualificada, alto grado de identificación comarcal…- para realizar un complejo empresarial integrado. En la definición de su plan de usos participaría el conjunto de la sociedad ferrolana y se sugiere que podría integrar la continuidad de la actual actividad de construcción naval, el asentamiento de las empresas complementarias, la creación de un tecnoparque para empresas de ingeniería y tecnológicas, un área para empresas relacionadas con energías renovables, otro para empresas medioambientales -especialmente de ámbito marino-, así como un área temática que incluyera atención relevante a la arqueología industrial. Además, se diseñaría un conjunto de espacios e instalaciones comunes para dar servicio a todas estas actividades.

Para la gestión del complejo empresarial se prevé la constitución de un ente gestor que, de acuerdo a las experiencias internacionales analizadas, debería tener competencias en gestión del suelo y en la rehabilitación y reciclaje de edificios e instalaciones. Este ente gestionaría los espacios y servicios comunes, el arrendamiento y venta de las instalaciones para el establecimiento de empresas y la canalización de facilidades e incentivos para la atracción de inversiones.

Proyectando los datos de las experiencias internacionales a las condiciones concretas del astillero de Fene y de su comarca, la propuesta de Ferrol Metrópoli estima que el complejo empresarial integrado puede llegar a albergar a 125 empresas y proporcionar 4.500 puestos de trabajo, datos que revelan el importante papel que el desarrollo de esta iniciativa puede desempeñar en la regeneración del tejido industrial y en la reactivación económica de la comarca de Ferrol.

La trascendencia económica y social del problema que trata de resolver, el rigor en el análisis y la creatividad de sus propuestas, han hecho que el proyecto de Ferrol Metrópoli sea merecedor del reconocimiento por la ONU, que lo ha premiado dentro de su programa Hábitat de Buenas Prácticas.

Es importante que los gestores públicos estén a la altura de las circunstancias y sepan valorar este tipo de iniciativas, apoyarlas y favorecerlas. El objetivo es que España -Galicia en el caso analizado- no quede descabalgada del tren del futuro industrial.

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