Las ideas del banquero de los pobres
El creador de los microcréditos cree que los ejecutivos deben volcarse en buscar, al margen del dinero, otro tipo de satisfacciones personales ayudando a los pobres.
Elegante, sencillo, prudente. Transmite esa tranquilidad que derrochan aquellos que saben que la esencia de la vida está en las pequeñas cosas. Cuando Muhammad Yunus, nacido en Bangladesh en 1940, creador de los microcréditos y fundador del banco de los pobres, habla, no eleva la voz, pero no por ello su discurso pierde fuerza. Todo lo contrario. Ninguno de los asistentes a la conferencia sobre Capitalismo inteligente, organizada por la escuela de negocios ESIC, PricewaterhouseCoopers y Cinco Días, se perdió detalle de las teorías y principios profesionales de este economista que revolucionó el sistema de créditos con el Banco Grameen (el Banco del Pueblo), concediendo pequeños créditos a los pobres o, mejor dicho, a las mujeres sin ningún tipo de recursos en la India. Cuando decidió poner en marcha la idea, reconoce durante su intervención, se le veía como a un bicho extraño. 'Me decían: ¿por qué los pobres van a devolver el dinero que se les presta?'.
La desconfianza Yunus la ataja con argumentos: 'En Bangladesh existen más de 50 grandes bancos que sólo trabajan con ricos. Y son los que menos se preocupan de devolver el dinero que se les presta. A un ministro se le ocurrió la idea de publicar en un periódico el listado con los nombres de los morosos, pero a los ricos no pareció importarles que se dieran a conocer sus nombres. Son los pobres los que devuelven el cien por cien del dinero que se les concede'.
Y añade que para el Banco Grameen, el cliente más atractivo es aquel que no tiene nada. Por ello, el 96% de sus préstamos va dirigido a mujeres de entornos rurales. 'El dinero es más rentable en manos de ellas que de un hombre. Nunca han tocado dinero, son analfabetas, pero quieren que su futuro y el de sus hijos cambie y que éstos vayan al colegio', afirma Yunus, que asegura que la falta de recursos despierta la imaginación. 'No son estúpidos. Tienen artes de supervivencia'.
Está convencido de que la necesidad agudiza el ingenio. Sólo hace falta un pequeño empujón, una pequeña ayuda económica. 'Se les ocurren cosas sencillas con las que pueden salir adelante. Por ejemplo, crían pollos y venden los huevos. O compran una vaca y con la leche pagan cada semana una cantidad al banco. Si renuncian tres días a la venta de la leche se paga el préstamo, y al año siguiente pueden comprar otra vaca. Todo se interpreta en términos sencillos y les decimos que ahorren'. El Banco Grameen ha concedido en los últimos 20 años más de 2.000 millones de euros en préstamos a 3,5 millones de pobres. 'Lo que siempre hacemos es mantener el dinero en la comunidad donde se genera. El 67% de los depósitos que tenemos son de los prestatarios'.
Otro de los focos de atención de Muhammad Yunus son los hijos de las mujeres prestatarias. 'Las hemos animado para que envíen a sus hijos a la escuela. Muchos ya están en la universidad, y para ellos es una gran experiencia volver a su casa, con su familia analfabeta. El banco les apoya'. Tampoco se han olvidado de la vejez y, en este sentido, han lanzado un programa de pensiones dirigido especialmente a las mujeres. 'En Bangladesh, cuando las mujeres se hacen mayores, dependen de los hijos. Y hemos pensado que pueden seguir teniendo ingresos cuando ya no puedan trabajar'. También aclara que el Banco Grameen no es propiedad de inversores externos, sino de los propios prestatarios. 'Los beneficios siempre vuelven a ellos'.
Muhammad Yunus lanza una crítica, por supuesto sin perder la compostura ni el tono, contra el actual sistema bancario. Y asegura que tan sólo un tercio de la población recibe los servicios de la banca convencional. 'Los dos tercios restantes son rechazados por los bancos. Y todo el mundo debe tener la oportunidad de recibir ese servicio. Negar las finanzas a alguien es como emitir una sentencia de muerte. Con un euro en la mano puedes ganar otro euro. Por eso tenemos cada vez más una economía sectaria'.
En su constante alegato en favor de los más desfavorecidos señaló que la pobreza no la crean los que menos tienen, sino que es fruto del sistema. 'Como seres humanos, todos tenemos el mismo potencial; depende de dónde hayas nacido. A un niño se le da una oportunidad y a otro no'. Y compara esta injusticia social con lo que le sucede a los bonsáis. 'Se toma la semilla del árbol más grande de la selva y se mete en un tiesto. El árbol que nacerá será enano. No puede crecer igual que en la selva porque el espacio es limitado, pero no es una mala semilla'. Los pobres son personas bonsáis. 'La sociedad ha sido tacaña con ellos. Y la idea del capitalismo no es mala, pero se centra sólo en ganar dinero. El ser humano debe buscar otro tipo de satisfacciones y no sólo a través de la riqueza. A todos nos gusta recibir afecto, que nos quieran'.
El momento más emotivo de la mañana se produce cuando un empresario le pide a Yunus un consejo dirigido a todos los allí presentes, algo más de un centenar de ejecutivos y políticos, para mejorar como personas. 'Miren en su interior. Todos podrían crear un negocio social en el que sean expertos y con el que puedan mejorar la vida de las personas. Podrán recuperar el dinero invertido, pero además recibirán la satisfacción de haber ayudado a la gente'. Y apunta hacia el sector sanitario o las tecnologías de la información como posibles áreas en las que adentrarse. 'Nuestra felicidad también depende de la felicidad de otros'.
En busca del capitalismo inteligente
Todos los seres humanos llevan dentro un empresario. 'Hasta el más pobre de los pobres tiene esa capacidad. Lo único que necesita es una oportunidad', aseguró Muhammad Yunus.Hasta los más pobres, los que él denomina 'pordioseros', pueden ganarse la vida dignamente. En este sentido, el Banco Grameen ha dirigido una línea de negocio, de la que ya se han beneficiado 60.000 pordioseros. El crédito que se concede es de nueve euros. 'Se trata de que si pide de casa en casa puede llevar unas galletas o algo para vender. Si ofreces algo, y no te limitas a pedir, sales beneficiado'.También diferencia a las empresas llamadas sociales de las ONG, 'que se dedican a la caridad, mientras que una compañía siempre se va a buscar una rentabilidad'. Asimismo, asegura que lo que se pretende, al menos es su deseo, es que el empresario monte una empresa con el fin de ayudar a las personas, 'no para obtener dividendos, sino para sentirse bien'. Es lo que Yunus denomina capitalismo inteligente. 'Tenemos que buscar un sistema creativo'. En este sentido, apunta que la globalización supone un peligro para los más débiles, porque 'el pez grande siempre se come al chico'. Y en su opinión, 'el ser humano está hecho para ocuparse de otras formas de vida en el planeta'.Yunus señala que la mirada del Banco Grameen está puesta, en estos momentos, en los países de África y de América Latina. 'Nuestra próxima meta, de aquí a 2015, es atender a 175.000 familias pobres de estos lugares'.Y añade que existen 1.200 millones de personas en el mundo a los que se les puede prestar dos dólares al día. 'Es un mercado muy amplio, donde no competimos con nadie. Tampoco hay que olvidar que la persona a la que prestas hoy dinero se convierte en consumidor más tarde'.