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Columna
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El servicio público de RTVE

Llega la conmemoración de Trafalgar, de cuya derrota se cumplirán dos siglos el próximo 21 de octubre. A su análisis dedica un espléndido libro el embajador Julio Albi, que en una breve autobiografía refiere cómo ha servido en diversos puestos en los Ministerios de Exteriores y Defensa en Dakar, Washington, Roma, Nueva York, Tegucigalpa, Quito y ahora en Lima. Conviene que nos fijemos en esa expresión: ha servido, casi desaparecida por completo del léxico de nuestros días. Una expresión que nadie se aplica a sí mismo porque el servicio público ha dejado de considerarse una referencia enaltecedora para denotar posiciones ínfimas en la escala social. Pareciera que el servicio público fuera el reino del despilfarro, del abuso, de la ineficiencia, del yugo indebido sobre la ciudadanía y que sólo la gestión privada estuviera en condiciones de ofrecer la redención de semejantes plagas asfixiantes para el contribuyente.

Instaladas esas concepciones dominantes, interesa ahora saber cuál es el itinerario de errores que han terminado por minar la idea de servicio público en el caso de Radio Televisión Española. Porque como en el caso de Trafalgar, la situación presente no es un rayo que surge de la nada, cumple su función aniquiladora, inmolando miles de empleos de la plantilla y toda una empresa, para extinguirse a continuación. Es, por el contrario, la culminación de un proceder de 50 años, durante los cuales intereses pervertidos han empujado hacia el desastre mientras giraba el carrusel de las sucesivas direcciones por las que pasaron gentes como el propio Adolfo Suárez, hoy venerado entre los promotores de la transición democrática.

Sostiene un representante de los trabajadores de TVE, atento lector de la columna del pasado viernes en estas mismas páginas de Cinco Días, que RTVE ni es más grande ni más cara que otras radiotelevisiones públicas europeas tantas veces citadas como ejemplo, si en la comparación tuviéramos en cuenta el PIB o la demografía de los respectivos países. Nuestro comunicante niega que los directivos hayan incluido en la plantilla tanta gente como se supone, que se trata más bien de casos aislados, porque los representantes de los trabajadores pelean por mantener los criterios pactados de mérito y concurrencia. Y se muestra preocupado por el error subyacente en la valoración de la deuda y de los presupuestos de RTVE.

A su entender, la deuda que soporta RTVE en absoluto se ha generado por el incumplimiento de objetivos a causa de mala gestión, porque en realidad el ente ha tenido un comportamiento escrupuloso en lo referente a ingresos y costes conforme a las determinaciones del Parlamento. Por eso, concluye que todo es resultado de la estrategia permanente aplicada por los distintos Gobiernos que han residenciado en RTVE una deuda cuyo afloramiento resulta de incumplir la ley mediante la cual deberían haberse librado determinadas subvenciones con cargo a las cuentas públicas. La preferencia por seguir los objetivos de Maastricht relativos al déficit fiscal habría llevado, en definitiva, a propiciar la imagen lastrada de una RTVE mastodóntica y quebrada necesitada de remedios quirúrgicos urgentes.

Según esta escuela de pensamiento, no debería hablarse de una deuda de RTVE sino de una deuda con RTVE, cuyo pago estarían difiriendo quienes alientan oscuras pretensiones en su propio beneficio. Para nuestro comunicante sorprende que el vicepresidente Pedro Solbes quiera condicionar la subvención del ejercicio de 2006, a su entender exigida por la ley, al establecimiento de un plan previo supervisado por el Ministerio de Economía y Hacienda, cuando esos planes de mejora de la gestión se vienen sucediendo en los últimos 15 años y forman parte del objetivo de la SEPI, a quien corresponde el control de RTVE desde 2001. Además denuncia que los tres expedientes de regulación de empleo aplicados 'sólo han servido para engordar los negocios privados mediante la externalización de las actividades del ente por falta de personal'.

Quede pues aquí transcrito el resumen de algunos argumentos aducidos por quienes se malician próximas amputaciones, pero el próximo viernes nos aplicaremos al examen de cómo cumple RTVE sus obligaciones de servicio público, únicas que justifican la carga que representa para los Presupuestos Generales del Estado. Vale.

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