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Columna
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Tambores inflacionistas en la zona euro

José Carlos Díez

Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y nadie duda que mantendrá los tipos en el 2%. Sin embargo, el dato preliminar de inflación de septiembre, que ha repuntado hasta el 2,5% anual, llevará a los defensores de la estabilidad de precios a resaltar los riesgos de inflación. A los banqueros centrales les pasa como a los médicos, se ponen en el peor de los escenarios para curarse en salud y evitar que sus decisiones, por no deseadas, no sean entendidas. Pero la probabilidad de que en la eurozona vivamos un escenario inflacionista sigue siendo muy reducida, a pesar del repunte de la inflación en septiembre.

Los escolásticos de Alcalá de Henares y Salamanca nos enseñaron, en el siglo XVI, que la inflación es un fenómeno monetario. Cuando el Estado, en este caso el banco central, incrementa la cantidad de dinero en circulación provoca un aumento proporcional en el nivel general de precios, o lo que es lo mismo, inflación. Eso es cierto a largo plazo, pero a corto plazo la inflación se ve afectada por la situación cíclica. La relación también puede no cumplirse por la introducción de innovaciones que permitan producir el mismo bien a menor precio. Que se lo cuenten a los chinos, donde el dinero en circulación crece a tasas del 20% de promedio anual en la última década y eso no se ha traducido en espirales inflacionistas.

En la UEM innovamos menos que China, en términos relativos, pero el bajo crecimiento de nuestra economía es la principal causa que explica por qué, a pesar del choque que supone la subida de los precios del petróleo, no se ha producido una crisis inflacionista. Pero no es la única razón, ya que, en los setenta las economías también registraron bajo crecimiento pero con inflaciones elevadas. Esa palabra maldita que acuñaron los economistas de la época, estagflación, que hay que citarla con cuidado porque despierta los miedos y da alas a los pesimistas y agoreros. Los lectores pueden estar tranquilos, los riesgos de estagflación en Europa también son muy reducidos.

La dinámica de la inflación en la eurozona es la siguiente: el precio del petróleo hace subir el coste de la energía, los carburantes y el fuel para calefacciones, esto tiene un efecto directo sobre el IPC armonizado y explica la subida de la inflación en los últimos meses. Sin embargo, si eliminamos el componente energético y analizamos el núcleo subyacente, la inflación, excluyendo energía, ha disminuido desde principios de 2005. La explicación es el mayor grado de competencia internacional.

Las empresas europeas sufren el incremento de costes energéticos, pero no tiene capacidad para trasladarlos a los precios finales de venta, ya que, corren el riesgo de perder cuota de mercado a favor de los nuevos competidores asiáticos. Especialmente en el sector industrial, lo cual está acelerando el proceso de deslocalización a países con costes salariales más bajos.

Las empresas que deciden mantener su producción en la UEM se ven obligadas a mantener el empleo y sus costes salariales y a incrementar el capital por trabajador, con el fin de incrementar la productividad y mantener su competitividad. Esto explica la estabilidad en el empleo y la reducida capacidad de los trabajadores para demandar subidas salariales. Con bajo crecimiento de la renta disponible, de los salarios y sin buenas perspectivas de empleo, los consumidores europeos siguen sin tener muchos incentivos para consumir.

Por lo tanto, el BCE, siendo el garante de la estabilidad de precios, hace bien en curarse en salud y destacar los riesgos inflacionistas Si no lo hiciera, los europeos podríamos perderle el miedo a la inflación y la historia nos advierte que eso sería muy peligroso a largo plazo. Pero mientras no cambie la dinámica y los consumidores europeos se animen a consumir la estabilidad de precios no se verá amenazada en la UEM y nuestra autoridad monetaria tiene margen para mantener estables los tipos en el 2%.

No obstante, el miedo es libre y los inversores, que hace dos semanas esperaban que los tipos se mantuvieran en el 2% hasta 2007, tras el repunte de la inflación descuentan que la primera subida será en el primer semestre de 2006. Esto se reflejará en una subida de los tipos hipotecarios y los préstamos a corto plazo. Si recuerdan, en abril también pasó lo mismo y tras el no francés a la Constitución los mismos inversores pasaron a descontar bajadas de tipos. El BCE debe tocar los tambores de alerta, pero el inicio del ciclo alcista de tipos en Europa sigue estando muy lejano.

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