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Columna
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España, a su aire

José Carlos Díez

Ayer conocimos los datos de contabilidad nacional del segundo trimestre. La economía española creció un 0,9% trimestral y un 3,4% anual. España creció, en tasa trimestral, tres veces más que la UEM y por encima de EE UU. El ciclo expansivo de la economía española se inició el tercer trimestre de 1993 y, teniendo en cuenta el vigor que muestra, sólo un frenazo brusco del crecimiento mundial podría poner fin a su crecimiento antes de 2007. La entrada en el euro y la caída de los tipos de interés ayudan a explicar el fenómeno, pero no todo. Nuestros vecinos italianos y portugueses también han visto cómo sus tipos de interés caían y llevan cuatro años sin levantar cabeza. La inmigración también ayuda a explicar este proceso. Pero los inmigrantes no vendrían, con la intensidad que lo hacen, si nuestra economía no les ofreciera oportunidades de empleo. Por lo tanto, la fase expansiva ha sido compleja, pero extremadamente positiva.

Un antiguo profesor me enseñó la importancia del sentido de la magnitud. Pues bien, intentemos cuantificar qué ha pasado. Desde nuestra incorporación al euro, en 1999, la economía ha generado casi cinco millones de empleos y la tasa de paro ha pasado del 18% al 9,3%. Aunque tenemos una elevada tasa de temporalidad, de esos cinco millones de empleos, tres son con contratos indefinidos. Sólo en el último año hemos creado 900.000 puestos de trabajo, el 70% del total creados en la UEM. El 60% de estos nuevos puestos, creados el último año, han sido mediante contratos temporales, aun así, la contratación indefinida aumentó un 3,8% anual, en el segundo trimestre, muy por encima del 1,1% del total de países OCDE, del 1,8% de EE UU o del 0,9% de la UEM.

Qué decir del boom inmobiliario. Hemos iniciado 700.000 viviendas en el último año, Francia y EE UU también tienen un boom inmobiliario y han iniciado 350.000 y dos millones, respectivamente, a pesar de tener mucha más población que España.

Pero, como dijo un prestigioso Nobel de Economía, 'no hay comida gratis'. Nuestra economía acumula un diferencial de inflación, con nuestros socios de la UEM, de 1,1 puntos porcentuales anuales, desde nuestra incorporación al euro. Nuestros salarios por hora trabajada han aumentado un 19,3%, en 2000-2004, frente al 11% de incremento en la eurozona, nuestro principales clientes y competidores. Si a esto le sumamos que el crecimiento ha sido intensivo en creación de empleo, pero con bajos aumentos de la productividad, el diferencial de costes laborales unitarios ha sido mucho mayor. Esto perjudica claramente a las empresas que tengan competencia con el exterior y ayuda a explicar, en parte, nuestro déficit comercial y el bajo crecimiento de nuestras exportaciones.

Hoy se reúne el Consejo del BCE. La autoridad monetaria europea, se enfrenta a una economía con un crecimiento del 1,1% anual y que le costará bastantes trimestres alcanzar tasas próximas al 2%. Además, a pesar de la subida del precio del petróleo, la inflación subyacente no ha parado de caer en 2005 y se situó en julio en el 1,3% anual, su nivel más bajo desde 2001.

En este escenario, no esperamos subidas de tipos en la UEM hasta la segunda mitad de 2006 y estas serán muy graduales. Paradójicamente, la mala situación de nuestros vecinos alarga la vida de nuestro patrón de crecimiento, basado en el consumo privado y la construcción. Además la subida gradual de tipos eliminaría la posibilidad de un frenazo brusco de la economía española en 2007, como sucedió en 1992 al final del último ciclo expansivo.

En resumen, el fenómeno es positivo y aún le queda margen para continuar, aunque coincidirán conmigo en que es excesivo. Entonces, ¿qué podemos hacer para corregirlo? A corto plazo, sólo disponemos de la política fiscal. En septiembre conoceremos el presupuesto de 2006, que arrojará un ligero superávit. En los últimos años, la estabilidad presupuestaria se ha demostrado insuficiente para corregir los desequilibrios de nuestra economía. Deberíamos ser más ambiciosos y apostar por un superávit significativo. No obstante, el fenómeno es tan intenso que esto no sería suficiente.

Entonces ¿qué hacer? Prepararnos para el final del ciclo expansivo con los deberes al día. Podemos pensar en mejorar, de manera decidida, la calidad de nuestra educación, la cantidad y calidad de nuestra investigación e innovación, la calidad de nuestros servicios públicos, la regulación del mercado de trabajo, del energético, del de telecomunicaciones, etcétera. La evidencia avala este argumento, las economías de la OCDE que más crecen hoy, son las que hicieron estos deberes en los ochenta y en los noventa.

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