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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un marco laboral para el futuro

El mercado laboral español es uno de los más regulados del mundo. Y su piedra angular es el Estatuto de los Trabajadores, una norma que fue diseñada para transitar del modelo corporativo de relaciones laborales del régimen franquista al democrático de mercado libre.

No nació para durar 25 años, como reconocen sus propios autores, pero esta norma reina del mercado laboral ha cumplido sus bodas de plata. La razón de tal longevidad está en los numerosos cambios introducidos en su contenido, fundamentalmente la reforma de 1994. Aquella reforma dotó al Estatuto de la flexibilidad que exigía una economía que se abría a Europa y al mundo. Hoy, el reto primordial de la norma es seguir siendo eficaz cuando se abren al mundo las economías emergentes de Asia y Europa del Este.

La globalización obliga a repensar una vez más el Estatuto de los Trabajadores. Todos los agentes económicos, sociales y políticos han asumido que España tiene un grave problema de competitividad en el que pesan la falta de productividad y cierta cultura empresarial anclada en un mundo de relaciones económicas mucho más reducido que el actual. Los expertos coinciden en la necesidad de esa actualización, y en que las reformas deben orientarse a desencorsetar las relaciones laborales. Ninguna otra norma marco en Europa llega a tal detalle en su articulado. Es preciso adelgazar el peso regulador del Estatuto. Y eso significa dar mayor margen a los agentes para pactar las decisiones que más les convengan, incluso en lo que se refiere a las relaciones individuales entre empresario y trabajador.

Gobierno, patronal y sindicatos tienen una magnífica ocasión para afrontar la reforma sin prejuicios, pensando en las necesidades de la economía y, por supuesto, de los trabajadores y de las empresas. Es necesario un cambio en la cultura empresarial, y en la mentalidad del trabajador y de los poderes públicos, que dé prioridad a la formación y la inversión tecnológica. En caso contrario, un Estatuto rejuvenecido puede verse anulado por un modelo económico vetusto.

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