Argentina, a mitad del camino
El proceso del canje de la deuda de Argentina, tras la suspensión de pagos, es un tortuoso camino cuyo final no termina de percibirse con claridad. Pero, afirma el autor, la cuestión de la deuda es sólo una de las que dificultan la salida de la crisis abierta en 2001
Tres semanas después del inicio del canje de deuda en Argentina, la mayor parte de los interrogantes aún no se han resuelto. Así, los economistas siguen delimitando los porcentajes de aceptación del canje en tres grupos: menos de 50%; entre 50%-75%, y más del 75%. Las autoridades argentinas se han mostrado conformes con la primera posibilidad. El Fondo Monetario Internacional (FMI) repite que sólo el tercer porcentaje ofrece suficientes garantías de ser sostenible. Y dada las dificultades que parece encontrar la propuesta de canje en Europa, todo apunta a que finalmente la aceptación del canje recaerá en el segundo grupo.
El Gobierno argentino, por su parte, anunció el pasado fin de semana que el nivel de aceptación hasta el momento es del 31%, la mayoría por inversores argentinos (los fondos de pensiones poseen aproximadamente un 19% de la deuda en suspensión de pagos). Nosotros estimamos que los inversores minoristas en Europa y Japón poseen un 22% de la deuda, correspondiendo otro 46% a inversores internacionales institucionales. Estos últimos parecen ser el caballo de batalla para las autoridades argentinas, los que más agresivamente se están oponiendo al canje.
Una muestra de la oposición al canje es el proyecto de ley oficial para prohibir negociar con quienes se nieguen a aceptarlo
Una muestra de esta oposición la hemos podido observar ante su respuesta al sorprendente anuncio del Gobierno argentino de proponer la aprobación de una ley que prohibiría cualquier negociación con los tenedores de deuda que rechacen el canje. ¿Una forma de presionar a los inversores? Más bien, el Gobierno lo ha explicado como una prueba más de que no habrá cambios en la oferta actual, 'la única realmente factible'.
De aprobarse ese proyecto de ley, los inversores que no acepten el canje podrían ver limitada la posibilidad de negociar la deuda en suspensión de pagos, prohibiendo también a los bancos públicos que la puedan adquirir. La valoración que han hecho muchos inversores de esta medida es clara: han pedido al FMI y al G7 que emitan un comunicado condenándola. Además de clarificar que una ley en Argentina no limita la posibilidad de entablar demandas judiciales fuera del país. Precisamente esto último se convierte en un factor de riesgo en el proceso actual, incluso para que el canje finalmente salga adelante.
Por lo que respecta a las autoridades internacionales, el director-gerente del FMI simplemente ha reconocido que tras el canje se podrían retomar las conversaciones con las autoridades argentinas sobre la renovación de los próximos vencimientos de sus préstamos al país. Y fuentes del G7 han rechazado que se vaya a tratar el caso argentino a corto plazo para no interferir en el canje de deuda.
De todo lo anterior, puede inferirse que la decisión de acudir o no al canje de deuda no depende sólo de temas financieros. Pero la valoración relativa de los diferentes bonos que se ofrecen al canje también es importante. Y elegir la moneda, incluyendo la posibilidad de tomar bonos en pesos argentinos con un tipo de cambio real ahora un 50% por debajo del promedio de los años noventa. ¿Subirá la moneda cuando Argentina retorne con normalidad a los mercados financieros internacionales?
Pero también existe la posibilidad de tomar un bono a la par o a descuento. Previendo una mayor demanda del primero, las autoridades reservaron hasta el 4 de febrero para que los inversores minoristas tuvieran preferencia en las peticiones. En el segundo, el descuento efectivo se acerca a niveles del 66%. Una tasa muy por encima de la que demandaban inicialmente los inversores internacionales, hasta el 40%.
Precisamente la posibilidad de que al final el Gobierno argentino flexibilice su postura y reduzca la quita, ha podido ser un factor que ha aplazado la decisión de muchos inversores. La fecha final para aceptar el canje es el 25 de febrero, dentro de 17 días.
El otro frente de lucha de las autoridades es la negociación con las empresas de servicios públicos, la mayoría internacionales, para descongelar sus tarifas. También en este caso encontramos demandas contra el Gobierno argentino en los tribunales internacionales. Pero sobre este tema las autoridades no parecen tener prisa por alcanzar acuerdos, pidiendo a las compañías que antes acometan inversiones que aseguren o mejoren el suministro de los servicios contratados.
Al fin y al cabo, el propio ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, ha reconocido en numerosas ocasiones que el canje de la deuda en suspensión de pagos no termina con las cuestiones pendientes generadas por la crisis argentina. El canje de la deuda es uno de los temas por resolver. Quizá uno de los más importantes. Pero hay otras cuestiones que pasarán a primer plano una vez que la suspensión de pagos de la deuda se haya superado. Esperemos que esto ocurra lo antes posible.