El fin del integrismo fiscal
El PSOE salió ayer airoso en la primera votación sobre materia presupuestaria de la nueva legislatura. La Cámara aprobó el Plan de Estabilidad Presupuestaria para 2005-2007 y el techo de gasto para 2005. Además, Solbes anunció oficialmente que la Ley de Estabilidad Presupuestaria se modificará para 'mejorar la interacción entre disciplina fiscal y crecimiento' (la idea es tener equilibrio presupuestario sólo si la economía crece a un ritmo del 3%) y 'fijar y respetar los objetivos de déficit de las comunidades autónomas y ayuntamientos'. O, lo que es lo mismo, dar más facilidades a las regiones para incurrir en déficit en determinadas circunstancias.
Para ganar la votación de ayer, el PSOE ha tenido que hacer concesiones a los grupos nacionalistas (en materia autonómica) y a IU (elevando determinados gastos sociales). Y las dificultades serán aún mayores en el Senado. Un bloqueo en la Cámara alta obligaría al Gobierno a hacer modificaciones en ambas leyes, para remitirlas de nuevo al Congreso. Algo que tendría un innegable coste político, pero que de ninguna manera puede bloquear la elaboración de los próximos Presupuestos Generales del Estado.
En las filas del PP, algunos diputados han respondido con alarmismo a la votación de ayer e insisten en presentarla como una claudicación ante los nacionalistas. Pero modificar la Ley de Estabilidad en estos términos significa cumplir con lo prometido durante la campaña electoral por el PSOE, un partido que recurrió esta normativa ante el Tribunal Constitucional. Y sorprende el alarmismo del PP ante la posibilidad de tener algunas décimas de déficit en momentos de menor crecimiento, cuando un buen número de países de la UE incumplen el holgadísimo tope del 3% del PIB impuesto por un acuerdo europeo que no sólo se llama Pacto de Estabilidad, sino 'de Estabilidad y Crecimiento'.