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CincoSentidos

El poder de la autoestima

La autoestima es un factor básico en la vida laboral, mientras que su falta es una de las principales causas del fracaso en el trabajo', señala psicóloga Ana Mena, del gabinete Ellis de Madrid, quien subraya, además, que 'la seguridad en nosotros mismos se nos va a demandar para determinados empleos o responsabilidades'. Las manifestaciones de la baja estima suelen ir en aumento de forma gradual y, según señalan los expertos, sólo pueden atajarse si la persona afectada reconoce su problema y se enfrenta a él. Para Julio Fernández, profesor titular de Psicología del Trabajo de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, la autoestima, aunque es un valor que se debe construir a lo largo de toda la vida laboral, 'incide en el rendimiento cotidiano'.

Una de las consecuencias, según Ana Mena, es la continua cesión 'ante la opinión de los demás, con lo que se va perdiendo terreno; estas personas valoran siempre más el talento ajeno'. Y añade que ese comportamiento no suele estar ajustado a la realidad, ya que puede darse en personas con excelente formación y un alto nivel cultural: 'Se puede tener capacidad de juicio y no ser consciente'.

Para Alejandro Ávila, del centro Quipú de Madrid, hay dos momentos clave en los que es más fácil padecer este problema. El primero es cuando se empieza a trabajar, 'a veces se aborda la vida laboral con la creencia de que se sabe mucho, cuando luego la realidad muestra que no se sabe tanto'. El segundo es cuando se pertenece al colectivo de 'las personas afectadas por reorganizaciones empresariales, y más cuando con ese proceso puedan quedar marginadas'. 'El mundo del trabajo no es tranquilo ni estable, subraya, y algunas personas se sienten amenazadas'.

Ana Mena considera que el perfil de los que sufren este síndrome laboral es muy amplio, aunque es menos usual en las personas que trabajan por su cuenta, mientras que la edad puede estar tanto en los 20 años como superar los 50. Y es más frecuente en las mujeres que en los hombres.

E indica que a veces se produce en colectivos valorados, como el de los informáticos, por 'ansiedad social'. Pero la falta de autoestima 'puede solucionarse con un tratamiento de dos o tres meses', siempre que se acompañe de constancia y de la determinación de cambiar las pautas de comportamiento. 'Hay que reconducir a esas personas para que vean la realidad tal como es, que se ajusten a ella y que, además, aprendan a valorar lo positivo, así como a sacar consecuencias no necesariamente negativas de los fallos'. Y las consecuencias laborales, según su experiencia, suelen ser evidentes, agrega.

Para Alejandro Ávila es preciso tener en cuenta que el mundo laboral está interconexionado con el personal, y a veces esta última dimensión puede compensar otras carencias en el primero. No obstante, también recomienda no rehuir el problema ni recurrir a la automedicación, aunque, además de tratamiento, una solución puede pasar por 'reenfocar la vida, por pensar más en el ocio'.

Cuando los jefes son culpables

Una mala autopercepción puede estar muy vinculada con la actitud de los jefes, señala el profesor Julio Fernández. E indica que cuando éstos son incapaces de mantener una dinámica adecuada, en la que se procesa los aciertos y las equivocaciones y se evalúan ambos aspectos, se producen insatisfacciones y, en algunos casos, la merma de la autoestima.Por su parte, Alejandro Ávila afirma que 'gran parte de la conflictividad nace de la relación con los jefes. De ellos se espera el reconocimiento, ya que la empresa es un ente abstracto'. Por el contrario, añade, una de las quejas más habituales se refiere a su comportamiento. Asegura que el cambio de cultura en la compañía tiene factores negativos como la escasa dedicación a los recursos humanos.Las personas con estos conflictos van a las consultas con ansiedad, mientras que lo que hace falta en la vida laboral 'es saber venderse', subraya Ana Mena.Y Julio Fernández considera que este aspecto tiene solución, y una vía es aprender a ser más autónomos. 'Es una capacitación que debería incluirse en toda formación profesional, con lo que se dependería menos de la actitud de los jefes'. Hay dos clases de actuaciones: la primera es más preventiva, pero en la segunda es preciso la terapia, 'que puede ser similar a la de cualquier otro tipo de depresión'. Si se realiza al principio, cuando surge el problema, es más fácil salir indemne, agrega.

Retos y lacras a superar

æpermil;xitoQuien aspire a superar sus retos en el trabajo tiene más garantía cuanta más sensación de valía tenga', señala el psicólogo Miguel Silveira. 'La autoestima es tanto más elevada cuanto más se expone cualquier persona a pequeños retos o problemas y los va superando. La conciencia del éxito se edifica a base de pequeños pasos exitosos'. Y advierte de un peligro: 'Enfrentarse a problemas importantes lleva implícito el riesgo de fallar, y ese fallo no se considera en sí mismo un hecho aislado, sino que uno se cree un fracasado'.PerfeccionismoLos psicólogos consideran que las personas perfeccionistas son más proclives a padecer bajones de su estima. La reconducción de esa actitud es, a juicio de Ana Mena, básica. Siempre es necesario, añade, no juzgarnos de forma más estricta que a los demás.AnsiedadEs a menudo, al igual que el estrés, una respuesta a la inadaptación en la vida laboral. Y la ansiedad puede ser también una rémora no sólo para ajustar la autoestima, sino para dar una imagen real de la valía profesional.

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