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Con voz propia
Tribuna
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La dificultad de ponerse metas

Cuando estamos en un barco en el mar, por más que rememos con todas nuestras fuerzas hacia tierra, el viento puede llevarnos a alta mar. Lo mismo ocurre en la empresa cuando los vientos de las estructuras organizacionales terminan derivando a peleas internas y trabajo individual. Usted, como directivo, se empeña en que sus colaboradores trabajen en equipo para lograr la visión corporativa, pero recibe muchas promesas y ningún cambio. Resignado, atribuye el problema a actitudes egoístas. ¿Es ése el verdadero problema?

El trabajo en equipo requiere una actitud de servicio por encima del ego, es decir, colaboración, comprensión y entrega. Para ello, mucho depende de la persona, pero el clima también influye. Así como climas fríos influyen en la gente para que se protejan abrigándose, ciertos climas y estructuras organizacionales también influyen para que los empleados protejan sus propios intereses. La meta es clara. Hay que meter goles en el arco contrario. Pero, ¿qué pasaría si hubiese 11 arcos, uno por jugador? Cada uno sería responsable de meter sus propios goles. En ese momento se acabaría el equipo. Cada jugador estaría ocupado en su meta. Probablemente se quejarían de sus compañeros por interferir en su camino.

Similarmente, en la empresa, queremos que el personal trabaje en equipo, que meta goles para la organización, pero erramos al darle a cada área su propio arco. A los gerentes de división y a los de áreas funcionales normalmente se les asigna metas individuales y son evaluados por su desempeño. Así, la visión corporativa resulta tan lejana como un sueño idealizado. Los gerentes se enfocan al día a día, con metas individuales que debe alcanzar o su carrera peligrará. Si queremos trabajar en equipo, alineemos la estructura de la organización con este objetivo. Primero, aterricemos la visión de la empresa en metas concretas de rentabilidad, crecimiento y calidad entre otras a alcanzar año a año. Todos los componentes del concreto son importantes para construir, pero el cemento lo hace cohesionar y le da resistencia. El cemento en los equipos son las metas claras. Una vez definidas, compártalas con los ejecutivos e incorpórelas como parte sus metas personales y su futura evaluación. Si la rentabilidad esperada de toda la empresa es el 20% de las ventas, que ésta sea una de las metas para los ejecutivos en el año al margen de dónde trabajen. Hágales sentir que tienen un arco común donde disparar sus esfuerzos y que todos tienen que ayudarse a lograrlo.

Para algunos, evaluar en función a metas donde no se tiene injerencia directa es un error. Pero, justamente, lo que necesitamos es que nuestros ejecutivos tomen la iniciativa y propongan ideas a otras áreas, que busquen sinergias y ahorros. Necesitamos que se sientan dueños de todo el negocio, no solo de su área. Cuentan que una gaviota vio una ostra y con un movimiento del pico logró abrirla; al sentir el dolor del picotazo, la ostra cerró su caparazón presionando el pico de la gaviota. Ambos empezaron a forcejear pero ninguno quería soltar al otro. La ostra suplicaba a la gaviota: 'Deja de morderme'. La gaviota respondía: 'Abre tu caparazón y terminemos'. Ambos luchaban cuando pasó un pescador. Los vio desprevenidos y los cazó para su almuerzo. Esperemos que la competencia no nos encuentre peleando con otras áreas en la organización. Afuera es donde tenemos que competir. Asignemos correctamente metas y estaremos avanzando un paso en la dirección óptima.

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