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Negocios del nuevo siglo (XI)

De profesión, socios

El capital riesgo permite a una pequeña o mediana empresa financiarse sin recurrir a la deuda. Las entidades especializadas toman parte del capital a cambio de un pago inicial o una serie de pagos, pero no sólo aportan dinero. La experiencia acumulada por las compañías de capital riesgo en la toma de decisiones es su otro gran activo, tanto o más importante. Intel o Apple son una realidad gracias a este método de financiación que no sólo funciona en la nueva economía y que en España está, todavía, poco desarrollado.

Hablar de capital riesgo en España es hablar de un negocio aún inmaduro. De un negocio que, para empezar, no tiene un nombre bien definido. Porque, mientras la denominación oficial es capital riesgo, los que se dedican a ello recelan abiertamente de este nombre. Aseguran, con razón, que algo llamado capital riesgo suena a especulación, y que en otros idiomas no se menciona la palabra riesgo. Prefieren, así, llamarlo capital inversión o capital privado.

Hay dos tipos de personas que llaman a la puerta de una entidad de capital riesgo, unos son ya empresarios y otros todavía no. Los primeros buscan financiación para expandir o reestructurar su empresa, aún pequeña para salir a Bolsa, y no quieren endeudarse en exceso. Los otros son emprendedores con muchas ideas y poco dinero. Las firmas de capital riesgo ponen el dinero, pero a cambio se quedan con una parte del capital, que venderán al cabo de un determinado plazo por un precio, esperan, muy superior al monto invertido.

Enrique Palomares era de los primeros. Tenía ya su empresa de informática, llamada SIA. La había fundado con otros dos socios y con capital familiar en 1989, después de tres años trabajando en Alemania tras finalizar la carrera. 'Llegó un punto, en el año 2000, en el que nos planteamos dar un paso adelante, ampliando líneas de negocio para crecer más. Necesitábamos un socio que aportase estabilidad y nos permitiese tomar más riesgo', afirma.

Financiar el crecimiento

Llamaron a la puerta de 3i, líder europeo del sector, y 3i respondió. Permitió a SIA establecer negocios en Portugal y el Benelux y empezar a trabajar en aplicaciones para empresas que utilicen la transmisión de datos a través del móvil. SIA ha crecido con el desarrollo de sistemas de seguridad y ha participado en el desarrollo de la firma electrónica que permite hacer la declaración de la renta vía Internet.

Pero las empresas de capital riesgo no solamente capitalizan las compañías para luego hacer caja. Se implican en la gestión de la empresa, y aportan valor añadido por su experiencia en la dirección, en la formación de equipos y otros intangibles. 'No estamos en el día a día, pero sí participamos en decisiones estratégicas. Además, ayudamos a completar los equipos directivos, profesionalizamos el consejo de administración y reinvertimos capital según la empresa necesita fondos', afirma Roberto Ranera, director de 3i en España.

'Todos los empresarios conocen su negocio, pero según una compañía crece es necesario tomar un número mayor de decisiones de tipo empresarial y estratégico, y se hace necesario un socio que tenga experiencia. Además, arriesgarse cuando la empresa es muy pequeña es fácil, pero cuando ha crecido ya no lo es tanto', explica Enrique Palomares. En el caso de SIA, la presencia de 3i sirvió, también, para dar a conocer la empresa, y en los seis meses siguientes a la inversión de capital riesgo numerosos bancos de inversión preguntaron si existía interés en colocar la empresa en Bolsa.

En otras ocasiones, quien acude a la compañía de capital riesgo es alguien con una idea feliz. Es lo que hicieron en 1977 Stephen Wozniak y Steve Jobs, fundadores de Apple Computer. Uno acababa de vender su Volkswagen, y el otro, su calculadora programable para poder construir el Apple I, uno de los primeros ordenadores diseñados para su comercialización en una época en que los apasionados de la informática se construían sus propias computadoras. Barbudos, con sandalias y pelo largo, pidieron dinero a la compañía Venture Capital, la misma que ayudó a poner en marcha Intel. Al año estaba en marcha el Apple II, primera máquina con carcasa de plástico, gráficos en color y más memoria. Microsoft y los PC impidieron que el sistema Apple dominase la popularización de la informática, pero ésa es otra historia.

Invertir en las primeras fases de una empresa, tal y como hizo Venture Capital con Apple, es otra modalidad extendida de capital riesgo. De hecho, en el sector sólo esta modalidad de inversión es la que se entiende por capital riesgo. 'Aquí se utiliza capital riesgo para todas las operaciones cuando en otros países se utiliza sólo para referirse al periodo inicial de la inversión', explican en Mercapital, primera empresa española del sector.

El inversor en capital riesgo suele ser una institución financiera (el 45% del total en 2001, según el libro Oferta y demanda de capital riesgo en España, de José Martí Pellón). Particulares acaudalados, fondos de inversión, empresas de seguros y fondos de pensiones suponen, cada uno, entre el 10% y el 15% de la inversión. La mayor parte (el 46%) son extranjeros.

Las inversiones se instrumentan a través, bien de las propias empresas del sector, bien de fondos especializados. Estos fondos, de todas maneras, están enfocados a inversores como grandes fortunas o planes de pensiones, y en España están poco desarrollados. Los fondos de capital riesgo ofrecen una alta rentabilidad, que oscila desde el 70% para inversiones de un año hasta el 20% anual en periodos de 10 años, según los datos del banco de negocios UBS Warburg.

Guardan una baja correlación con la Bolsa, por lo que son una buena alternativa en épocas de sequía como ésta, pero al tratarse de una inversión arriesgada, los expertos no recomiendan tener más del 5% del capital. En Estados Unidos el capital riesgo supone el 8% de las carteras de los fondos de inversión, pero en Europa no llega al 3%.

Los fondos captan el dinero a través de la banca de inversión y entre clientes institucionales, aunque normalmente los desembolsos mayores no se producen cuando arranca el fondo sino cuando los gestores encuentran una oportunidad. También otros fondos de inversión ponen dinero en estos fondos.

Para realizar la plusvalía de la inversión, los fondos o las empresas de capital riesgo tienen que convertir en liquidez su participación. Eso se hace sacando la empresa a Bolsa o bien vendiendo la participación a un tercero. Siempre hay un plazo límite de venta, y nunca un inversor de capital riesgo está en el capital de la empresa mucho más tiempo del previsto.

En el caso de SIA, quien ha invertido no es un fondo sino una empresa especializada. Pero de todos modos 3i se tendrá que marchar del capital. Ahora mismo tiene el 32%, y lo venderá en 2004 o 2005 si las condiciones del mercado lo permiten. Puede hacerlo sacando SIA a Bolsa, si finalmente los mercados cambian de tercio, vendiéndola a una tercera compañía o fusionándola con una empresa cotizada.

Las plusvalías que se sacan son muy jugosas. Pero las compañías deben extremar la cautela a la hora de invertir en estos negocios, porque si la empresa no marcha bien las pérdidas están garantizadas. Además, al tratarse de empresas no cotizadas en Bolsa, convertir la inversión en dinero cuando la compañía no termina de marchar suele ser un imposible.

En 3i, de todas maneras, tienen claro que cuando un negocio es bueno no hay problema en venderlo. Sólo hay que garantizar que las cuentas cuadren. Para poder elegir adecuadamente, cuentan con profesionales cualificados, con experiencia y con el apoyo, a veces, de una red multinacional. 'Muchas veces nos plantean negocios a los que sólo podemos decir: no sé lo que marchará, pero eso seguro que no', resume Roberto Ranera. 'A España la fiebre de Internet llegó cuando en Estados Unidos ya habían empezado los problemas, y por eso no invertimos en negocios que luego no funcionaron', recuerda.

Variedad de sectores

Las empresas invierten en todo tipo de sectores, desde algunos teóricamente maduros, como alimentación o transporte, a tecnología o informática, como es el caso de SIA. Hay dos sectores donde no se suele invertir: finanzas, pues el capital riesgo es sector financiero en sí mismo, y el inmobiliario, pues tiene un alto componente especulativo y, además, en las empresas de menor tamaño tiene elementos de economía sumergida, según los expertos.

El sector que más inversión de capital riesgo acapara es el de productos de consumo, con un 25% en 2001. Destaca la poca importancia de la tecnología, que apenas supone un 10,3% de la inversiones. El año 2000, la informática y las comunicaciones supusieron un 30,8% del total, una cifra muy superior pero que, en todo caso, es muy escasa en comparación con otros países europeos. A pesar de compañías como SIA.

Hay, también, un sector de capital riesgo informal que, como una pátina de modernidad, tiene su nombre en inglés: business angels. El término esconde algo que todo el mundo conoce perfectamente, como son los compromisos personales de inversión en negocios realizados entre particulares. Cuando un familiar o amigo acuerda ayudar a otro a montar una pequeña empresa a cambio de una parte del capital. Se estima que el volumen de inversión canalizado a través de estos compromisos particulares duplica al de la industria organizada de capital riesgo. Este tipo de inversiones, además, se producen en etapas más tempranas de la vida de la empresa, son más pacientes y admiten rentabilidades menores, al tiempo que no se implican en la gestión. Asimismo, este tipo de inversiones en pymes no gozan de las mismas ventajas fiscales que la inversión ordinaria en capital riesgo. Business angels parece una definición poco acertada o, cuando menos, estrambótica, para algo que es parte de la sociedad. Pero es una actividad prácticamente idéntica al desconocido capital riesgo.

mañana viernes, capítulo 12: Un edén para los gansos

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