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Negocios del nuevo siglo (X)

Accionistas de ratón

La liturgia bursátil es cuestión del pasado. Los viejos parqués y los amplios salones de contratación están en silencio. La globalización de los mercados y la posibilidad de poder comprar acciones las 24 horas del día han transformado la industria de la intermediación bursátil. Ya no es necesario desplazarse a sitio alguno para formalizar operaciones. Ha llegado la Bolsa por Internet. Comprar y vender acciones desde casa es una realidad. Sólo hace falta un ordenador. La moda comenzó en Estados Unidos y poco a poco se impone en Europa.

Los hábitos y comportamientos de los inversores en Bolsa han experimentado un vuelco total en los últimos 10 años. Las modas y corrientes internacionales se han impuesto una vez más. La globalización de los mercados, el funcionamiento de las Bolsas durante las 24 horas del día (amanece en Tokio cuando ha cerrado Wall Street y cierra Tokio cuando abre Europa para cerrar aquí y abrir en Estados Unidos) unido a la rapidez, en suma, con que se producen los acontecimientos han animado a los intermediarios financieros a facilitar las cosas a los clientes, que son los que alimentan el negocio. Se trata de poder actuar en cualquier momento.

El parqué de antaño, con el suelo plagado de papeles, las míticas boletas con colores diferentes si eran de compra o de venta, los escritorios de los apoderados de los agentes de cambio y Bolsa, los corros repletos de propios y extraños y gentes variopintas dedicadas a la especulación, está hoy vacío, con el silencio frío de las pantallas que ofrecen información continua sobre lo que sucede con los valores del mercado continuo.

Los viejos patios de operaciones de los grandes bancos españoles, repletos de financieros de la época, grandes puros y bombines empacados, están hoy decorados con plantas de interior y mármoles brillantes.

Las oficinas de las cajas de ahorros y bancos se dedican sólo a la captación de clientes para las ofertas públicas de venta, que ha sido el negocio de los últimos años en el denominado capitalismo popular. Ya no hay confidentes, aunque fueran interesados, como antaño en estas oficinas.

La Bolsa está en casa. Sólo hace falta tener una cuenta abierta con un intermediario, bancario o privado, y un ordenador personal conectado con el del intermediario. Lo demás es iniciativa propia y seguir al instante lo que sucede en los mercados para actuar en consecuencia, sin otras interferencias o pasos a seguir como sucedía hace 10 años.

El banco de negocios JP Morgan prevé que un millón de inversores españoles operarán por la Red en el año 2003. Si en la Red hay un negocio que funciona bien, es el de la intermediación de valores.

Esta modalidad del B2C tiene muy poco que ver con el resto del comercio electrónico. Es virtual 100%, pues desde hace años los mercados de valores realizan todas sus operaciones por medio de ordenadores y los tradicionales títulos-valor, en papel, han sido sustituidos por anotaciones en cuenta informatizadas. No hay transporte físico y sí un ahorro importante de costes.

JP Morgan destaca que cuando termine 2002, en Estados Unidos habrá 20 millones de cuentas de valores en Internet, y en Europa, 4,4 millones más, después de que su número se duplicara en los seis primeros meses. En ambos mercados se realizan diariamente más de 20 millones de operaciones en línea, y éste es un pastel muy grande y apetitoso por el que sociedades de valores y bancos compiten hoy en una guerra comercial fratricida.

El éxito de los brokers en la Red contrasta con el magro y poco rentable negocio de los bancos online puros, pero son los grandes bancos tradicionales los que intentan en Estados Unidos recuperar el terreno perdido en la Red, mientras que en Europa buscan no compartir con los recién llegados el negocio que ya tienen. Esta pugna se ha traducido en una lucha a muerte, en la que unos y otros tiran la casa por la ventana para quedarse con los clientes a base de cobrar comisiones cada vez más raquíticas. Los inversores particulares aplauden mientras contemplan el espectáculo.

La seducción de los 'brokers'

Además, como los nuevos inversores-clientes suelen realizar menos operaciones y aportan una rentabilidad decreciente, los brokers han empezado a buscar nuevas rentas ofreciendo productos bancarios junto con sus servicios tradicionales de intermediación bursátil.

Se han metido en el coto de la banca, hasta ahora vedado, y abren cuentas a sus clientes, y el dinero que obtienen se lo prestan a otros clientes para que lo inviertan en Bolsa, con la garantía del depósito de sus títulos, lo que refuerza otra línea nueva de negocio que tiene mucho éxito: la custodia de activos. Junto con la diversificación del negocio, brokers y bancos apuestan también por la expansión geográfica, creando entidades que aspiran a operar en todo el mundo y en cualquier momento, ya que hoy es posible contratar de continuo las 24 horas del día gracias a mercados electrónicos como Island o Instinet.

La dicotomía del negocio entre brokers y bancos es especialmente acusada en Estados Unidos, donde la ley Glass-Steagall, recientemente derogada, prohibía que una entidad realizara al tiempo operaciones de inversión bursátil y de banca minorista.

Esa circunstancia, que no se ha dado en Europa, ha permitido que al otro lado del Atlántico las pequeñas start ups que salían del cascarón se convirtieran en poderosos intermediarios en línea que se han llevado la parte del león en la intermediación electrónica de valores gracias a multimillonarias campañas de publicidad y marketing destinadas a captar los nuevos clientes.

Sólo los cinco mayores operadores americanos en la Red van a invertir este año en publicidad unos 1.560 millones de euros, además de enredarse en esa guerra de comisiones y regalar accesos gratuitos a Internet o premiar a sus clientes más activos con líneas ADSL de alta velocidad.

En España ya estamos en la misma historia. Hay una guerra de comisiones, con ofertas de enganche por las que no se cobra en las primeras semanas y luego se pasa a una tarifa plana, como la que se quiere para las telecos, con la que se pueden realizar compraventas en las que el intermediario sólo cobra cinco euros por operación.

A eso se añade todo el rosario de facilidades ya tradicional: información sobre cotizaciones, análisis de valores, recomendaciones sobre carteras.

Sólo el 2% de los inversores españoles en mercados de valores realizó el año pasado operaciones por Internet, pero este año ya serán el 6%, según un informe de JP Morgan, y los que conocen bien el negocio apuestan por que en el año 2003 serán un millón. Aquí también hay un pastel muy apetitoso que empieza a hacerse grande. Las agencias de intermediación bursátil por Internet, que proliferaron como hongos en la época de euforia tecnológica, afrontan ahora un horizonte más complicado.

La caída de los mercados ha reducido el apetito por la Bolsa, y la competencia tira a la baja de los precios. No queda más remedio que reinventarse. Mucha competencia para un negocio que no termina de tirar. Es el escenario al que se enfrentan los intermediarios de Bolsa por Internet. Después de que la euforia del Nasdaq y el ejemplo de EE UU -donde millones de operadores pasan el día negociando acciones por Internet- diesen lugar a un aluvión de nuevas firmas de Bolsa por Internet, la crisis y el exceso de competencia han hecho mella.

Los llamados brokers online tratan de ofrecer una gama más amplia. Fondos o seguros, por ejemplo, son menos cíclicos que la Bolsa. También hay quien integra la red tradicional y las páginas de Internet. Todos dan por hecho que las fusiones reducirán el número de competidores. Los inversores no se han pasado masivamente a operar por la Red porque están asustados tras la crisis bursátil.

Reparto del pastel

El pastel a repartir es más pequeño, y los competidores, demasiados. Contra estos riesgos, según Olivier Legrand, presidente de Cortal, 'se ha de ofrecer valor añadido, un servicio completo al inversor. Somos baratos, pero no entraremos en una guerra de precios. Compensaremos con una gama más amplia de servicios'.

Cortal es el intermediario europeo que obtiene más parte de sus ingresos a través de fondos de inversión. 'Con los fondos captamos clientes cuando la coyuntura bursátil es desfavorable, y luego estos clientes pueden pasar a operar en Bolsa con nosotros', asegura Legrand. La carga publicitaria irá, así, enfocada según la coyuntura bursátil.

Otra estrategia es la aplicada por Dbnet24, filial por la Red del Deutsche Bank. Esta entidad busca integrar la actividad por Internet con la red tradicional.

'Los que operan sólo por Internet sufren por los costes de adquirir clientes y la presión sobre precios. Nosotros aprovecharemos la presencia física para integrarlo. Tenemos la credibilidad y ofrecemos la confianza del octavo intermediario por volumen de España, y eso es algo muy necesario en Internet', explica Michel Kisfaludi, director de Dbnet24. 'Hay un elemento psicológico a la hora de mover el dinero, y por eso el nivel de confianza que necesita un banco por Internet es mayor que el de uno tradicional. Es por ello importante que el cliente pueda bajar a la oficina a resolver sus dudas'.

En Alemania, donde las firmas de intermediación por Internet cotizan en Bolsa, es el mercado quien juzga las diferentes estrategias. Y premia, por ejemplo, la diversificación emprendida por Direkt Anlage -filial de HypoVereinsbank-, que es la que mejor evoluciona en el año, ya que, al estar centrada en fondos de inversión, aumenta el número de clientes de manera paulatina a la vez que ve crecer notablemente el volumen intermediado y la gestión de fondos. Consors, centrada más en la compraventa, es, por contra, una de las que más bajan en el año.

Al fin y al cabo, el financiero es otro negocio más de Internet, que se enfrenta a las mismas amenazas que el resto, caída de la demanda y exceso de agentes en el mercado.

mañana jueves, capítulo 11: De profesión, socios

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