Crisis en la banca europea
La debilidad económica mundial, las incertidumbres en Latinoamérica, la caída de resultados de las grandes compañías y el temor de nuevos escándalos contables que atenaza a las Bolsas han golpeado con fuerza las cuentas de resultados de los grandes bancos europeos, que arrojan una caída media del beneficio del 20% en el semestre. Por primera vez en mucho tiempo la banca española no ha sido una excepción en esta contracción de beneficios, arrastrada por sus intereses en Argentina y Brasil. La importancia del negocio doméstico y su menor exposición a la banca de inversión y al riesgo en grandes corporaciones internacionales (Enron, Worldcom, Tyco...) han permitido, no obstante, que los bancos españoles exhiban resultados algo mejores que los de sus competidores europeos.
El fantasma de una nueva crisis bancaria, como la vivida a finales de los ochenta y principios de los noventa, asoma de nuevo. Pero, al contrario que en aquellas fechas, el enorme esfuerzo en provisiones y saneamientos, que ha dejado famélicas la mayor parte de las cuentas de resultados de las entidades financieras, responde más a la debilidad del ciclo que a problemas estructurales por excesos cometidos con el crédito.
Presionados por legislaciones y supervisores más exigentes, los bancos europeos han dedicado buena parte de sus esfuerzos en los últimos años a blindarse y disminuir riesgos, con sofisticados sistemas de medición y control que permiten gestionar de manera más eficiente niveles de volatilidad mayores que en el pasado. Han diversificado sus fuentes de ingresos con nuevos servicios, más comisiones y actividades de bajo riesgo, como la gestión de patrimonios. Todo eso los coloca en una posición de ventaja para superar crisis. Cuentan, además, con el estímulo de la introducción del euro para ahondar en la transformación del sector, aunque la debilidad económica aplaza, por el momento, la ansiada consolidación del mapa bancario en Europa. Tal y como han reconocido últimamente varios responsables de los mayores bancos de la zona euro, las fusiones han quedado en segundo plano.
Parece confirmase que la prudencia en las políticas de expansión y el repliegue hacia los mercados nacionales se convierte en la fórmula más eficaz para capear el temporal. Prudencia y una nueva vuelta de tuerca en el control de gastos que desembocará en una de las reestructuraciones de empleo más amplias vividas por el sector, con el anuncio de más de 94.000 despidos en Europa desde 2000.
Mientras se despejan las incertidumbres económicas, la tarea en la que ahora se empeñan los grandes grupos financieros es convencer a los inversores de que los esfuerzos realizados los últimos años para reforzar sus balances y blindarse ante las crisis darán sus frutos. Por eso consideran que el castigo que les propinan es excesivo, y que no existen problemas con lo que los analistas llaman fundamentales para justificar las espectaculares caídas que sufre su capitalización.