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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bolsas teñidas de rojo

Las Bolsas cerraron ayer su tercera semana consecutiva de fuertes pérdidas, una racha bajista que ha conducido a los principales indicadores de la renta variable mundial a sus mínimos del año. Los índices de las grandes Bolsas están ya muy cerca del mínimo que marcaron en las sesiones posteriores al ataque terrorista del 11 de septiembre en Estados Unidos, y el catálogo de problemas es de tal amplitud que pocas cosas inducen al optimismo más allá de la propia dimensión de la caída de las cotizaciones que ha quedado ya atrás.

En la Bolsa española, curiosamente, hay dos valores que suben por cada uno que baja, pero se ven mucho más estos últimos. Entre los 10 valores del Ibex que más retroceden están los seis de mayor capitalización bursátil: Telefónica, Santander Central Hispano, BBVA, Telefónica Móviles, Repsol y Endesa. Son un puñado de títulos que acaparan más de dos tercios de la ponderación del Ibex 35, que se ve irremisiblemente arrastrado a la baja por sus principales componentes.

La Bolsa sufre, ante todo, una pérdida de confianza por parte de los inversores. El dinero es miedoso y la prima de riesgo de la renta variable se ha incrementado sustancialmente en los poco más de dos años transcurridos desde el estallido de la burbuja a que condujo la euforia por la nueva economía. El Ibex está casi a la mitad de los máximos alcanzados entonces. Al estallido de la burbuja tecnológica se han ido sumando factores negativos uno tras otro: la crisis sin fondo aparente de las empresas de telecomunicaciones; los diferentes episodios de inestabilidad política y económica en Argentina, a los que la devaluación del peso no ha puesto final; los actos terroristas del 11 de septiembre y su repercusión tanto económica como sobre la confianza y la seguridad en el mundo; los recelos sobre las cuentas de las empresas y sobre sus normas de gobierno tras el escándalo de la quiebra de Enron, más la pérdida de prestigio de los auditores asociada a dicho caso; la corrupción de los analistas y de las firmas de inversión a la hora de emitir recomendaciones sobre valores cotizados en casos de conflictos de intereses; las dudas sobre la capacidad y limpieza de los propios órganos supervisores y reguladores de los mercados...

Junto a las secuelas de todo ello, los factores nuevos que están impactando más recientemente sobre los mercados son la inestabilidad cambiaria, con un dólar en horas bajas por las dudas sobre la economía estadounidense y el cambio de sentido en los flujos de capitales, y el contagio de la crisis argentina, que combinado con factores endógenos ya ha puesto contra las cuerdas a Brasil y Venezuela y parece extenderse como un reguero de pólvora por toda Suramérica.

El panorama es, por tanto, desalentador. El único consuelo aparente es que el mercado cotiza en tiempo real todos esos factores que, por tanto, están incorporados ya -en algunos casos con exceso- a las cotizaciones. Ahora lo que hace falta es que lleguen las buenas noticias.

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