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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los rivales del dólar erosionan su hegemonía, pero sin alternativa fiable

La dinámica geopolítica hace que la confianza en el euro como reserva neutral se haya erosionado

Una mujer muestra billetes de dólar en México.
Una mujer muestra billetes de dólar en México.Luis Torres ((EPA) EFE)

Vaticinar la desaparición del dólar estadounidense viene siendo el pasatiempo favorito de los medios de comunicación desde hace muchos años. Recientemente, la magnitud y el alcance de las sanciones contra Rusia impuestas por Estados Unidos y sus aliados occidentales han limitado el comercio y las inversiones, así como restringido el libre flujo de capitales. El creciente uso beligerante del dólar ha hecho que muchos países se sientan vulnerables, lo que azuza los debates sobre posibles alternativas.

Muchos factores siguen respaldando la preeminencia del dólar. La economía estadounidense es la más poderosa del mundo y, mayor que la de China y Japón juntas, segunda y tercera por PIB. Posee un sistema financiero estable caracterizado por la independencia de instituciones tales como su banco central, así como una economía relativamente abierta. Cerca del 60% de las reservas internacionales se conservan en activos denominados en dólares. Además, es la divisa más negociada y desempeña un papel crucial en el comercio mundial, así como en los mercados de deuda.

Aun así, la porción de economía mundial que Estados Unidos representa se ha ido reduciendo a lo largo de los años conforme crecen países como China e India. Se ha producido un cambio geopolítico caracterizado por una mayor rivalidad entre Estados Unidos y China, que ha frenado la globalización sin trabas.

Se habla del oro, el euro, el yuan y las criptomonedas como competidores del dólar. Sin embargo, presentan todavía ciertos retos por superar para constituir un reemplazo del billete verde.

Comencemos por el metal precioso, que actúa como depósito de valor y como cobertura contra la inflación. El oro ha ido acaparando más protagonismo conforme los bancos centrales buscan un amortiguador frente a los riesgos que para la estabilidad financiera entraña el aumento de las tensiones geopolíticas, así como acontecimientos como la crisis financiera mundial y la pandemia de coronavirus. Alrededor de una quinta parte de las reservas de oro en superficie están en manos de los bancos centrales.

El paso del patrón metal a las monedas fiduciarias supuso que los tipos de cambio estuvieran determinados por la oferta y la demanda, así como por la confianza en la economía del país. La cuestión es si el patrón oro fue necesariamente algo malo y si una moneda respaldada por oro o materias primas podría ser la respuesta al dólar. Un acuerdo de este tipo podría significar una oferta finita de divisas, a diferencia de un mundo dominado por el dólar, que permite a Estados Unidos la libertad de imprimir divisas sin control y aplicar una política fiscal procíclica, que podría resultar inflacionista.

El euro, introducido en 1999 con el afán de ganar autonomía estratégica frente al dólar, considerado el principal rival de la moneda de EE UU, ofrecía un potencial de diversificación lejano al dólar. Desde el lanzamiento de la moneda común, la proporción de activos en dólares estadounidenses en reservas de bancos centrales ha caído 12 puntos porcentuales, hasta el 59%, mientras que la del euro ha rondado el 20%. La eurozona tiene muchos atributos similares a Estados Unidos, tales como unos mercados financieros profundos y una economía abierta.

Sin embargo, la cambiante dinámica geopolítica y la confiscación de activos rusos hacen que la confianza en el euro como activo de reserva neutral se haya erosionado en cierta medida. La falta de integración fiscal de la región aún podría pasarle factura a pesar de su integración monetaria.

Las autoridades chinas han promovido cada vez más el uso del renminbi, el ambicioso aspirante, en el comercio bilateral. El yuan se usa cada vez más para comprar petróleo y otras materias primas, pero la moneda debe superar aún muchos obstáculos para lograr una mayor aceptación. Para empezar, no es totalmente convertible a través de la cuenta de capital de la balanza de pagos, lo que hace recelar a los inversores, ya que su capital podría quedar bloqueado si se produjera algún cambio de política para evitar las salidas. En porcentaje de reservas mundiales, el renminbi sigue estando muy por detrás del dólar. En términos de transacciones globales de pago, se sitúa por debajo del dólar, el euro y la libra esterlina, aunque su importancia puede seguir en ascenso.

Por último, en los últimos años, se ha producido un rápido crecimiento de criptomonedas como el bitcoin y el ethereum, lo que ha dado lugar a especulaciones sobre si el estatus internacional del dólar podría verse erosionado por la tecnología. Sin embargo, la volatilidad de estos activos los ha convertido en inversiones impredecibles y se mantienen más por su valor especulativo que como medio de intercambio.

Aunque el debate sobre el papel del dólar en las finanzas mundiales persistirá en los próximos años, por ahora no parece haber una alternativa segura y fiable. El oro, aunque conserva su atractivo como refugio de valor, enfrenta limitaciones. El euro, se mantiene como un distante segundo clasificado. El renminbi se presenta como un ambicioso aspirante. Finalmente, las criptomonedas son las advenedizas de los nuevos tiempos.

Ned Naylor-Leyland es gestor de inversiones en oro y plata y Vikram Aggarwal es director de inversiones en renta fija de Jupiter AM.

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