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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Facilitar la incorporación de los jóvenes al trabajo

Habría que pensar en medidas para hacer un mercado laboral más flexible sin el menoscabo de los derechos de los trabajadores

Varios jóvenes antes del examen de Ebau en la facultad de Farmacia, en la Universidad Complutense de Madrid.
Varios jóvenes antes del examen de Ebau en la facultad de Farmacia, en la Universidad Complutense de Madrid.Samuel Sánchez
CINCO DÍAS

España no destaca por ser un país con alta movilidad laboral. Muchos de los trabajadores que logran un contrato indefinido suelen terminar su vida laboral en la misma empresa. Los que cambian, suelen hacerlo al principio de su experiencia, pero cuando alcanzan cierta experiencia y madurez tienden a estabilizarse. Es un síntoma más de la rigidez del mercado de trabajo español. Pero hay más motivos intrínsecos a este fenómeno. España es un país de propietarios. Un porcentaje alto de la población en edad de trabajar tiene una vivienda en propiedad, con su correspondiente carga hipotecaria, lo que afecta a la movilidad laboral. Los trabajadores limitan la búsqueda de mejores empleos en otras provincias alejadas de donde tienen su residencia.

Poca movilidad laboral y población envejecida. Un cóctel que entorpece la entrada de jóvenes, según el análisis que publicó ayer el Banco de España. Los analistas del organismo concluyen que cada vez se cambia menos de empleo por el envejecimiento. Esta circunstancia, dice, provoca que a la larga la actividad económica pierda dinamismo pero, más a corto plazo, lastra el reciclaje profesional en un momento en que el mercado laboral necesita trabajadores que avancen hacia un modelo más digital y ecológico.

El supervisor bancario pone números a este fenómeno: cada mes se producen cerca de 125.000 entradas al empleo, menos de las que se producirían con una estructura poblacional más joven. No resulta fácil abordar este problema. Se trata de la consecuencia de movimientos demográficos ocurridos hace décadas. La generación del baby boom, los nacidos entre 1960-1975, es la más numerosa y la que copa más puestos del mercado de trabajo. Esa generación está empezando a jubilarse y cuando lo haga aflorarán otros problemas, como el sostenimiento del sistema de pensiones o el mantenimiento de un sistema de salud que estará aún más estresado.

Las soluciones para favorecer la movilidad no son a corto plazo. El Gobierno debería empezar a diseñar una estrategia para favorecer la entrada de los jóvenes y extranjeros en el mercado laboral, con políticas que eviten la frustración de una generación que tendrá que afrontar enormes desafíos en el futuro. En paralelo, habría que pensar en medidas para hacer un mercado laboral más flexible sin el menoscabo de los derechos de los trabajadores y que no suponga un aumento de los costes para las empresas. Los contratos de relevo, las jubilaciones parciales y otros mecanismos similares podrían ser un primer paso para empezar a cambiar la tendencia.

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