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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La automoción, el adiós de Griffiths y pasar de las musas al teatro

No es de recibo que el plan Moves III, alumbrado para incentivar la movilidad eléctrica, termine el próximo 31 de julio y, a apenas un mes vista de esa fecha, no haya noticia alguna sobre su extensión o modificación

Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat y Cupra.
Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat y Cupra.Marta Jordi
CINCO DÍAS

A confesión de parte, relevo de prueba. El conocido axioma jurídico es aplicable en este caso al sector de la automoción. El ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, evitó este viernes la confrontación y asumió con inusual deportividad que la dimisión del presidente de Seat, Wayne Griffiths, al frente de la patronal (Anfac) es un “toque de atención que tenemos que tener presente”. Argumentó el ejecutivo su decisión por la falta de apoyo del Gobierno al coche eléctrico. Tiene razón Hereu en que el Ejecutivo ha invertido “no centenares, sino miles de millones”, pero no es menos cierto que los procesos son lentos y, a menudo, no casan bien con las demandas de las empresas.

En este punto, no es de recibo que el plan Moves III, alumbrado para incentivar la movilidad eléctrica, termine el próximo 31 de julio y, a apenas un mes vista de esa fecha, no haya noticia alguna sobre su extensión o modificación, y en qué condiciones. Recordaba Griffiths en su adiós que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se había comprometido a “revisar el plan y a impulsar la infraestructura de recarga”. La realidad es que la voluntad no termina de plasmarse en medidas, y la colaboración público-privada es esencial para llevar a buen puerto el desafío de la electrificación. El Gobierno ya tardó en entender las necesidades de los fabricantes en los primeras entregas de fondos europeos, al punto de quedar inicialmente en el limbo buena parte de la convocatoria del primer Perte VEC. Los tiempos, por tanto, importan cada vez más. De hecho, no es Griffiths el único que esta semana debería forzar una reflexión de mayor alcance en el seno del Ejecutivo.

El anuncio de 1.622 despidos por parte de Ford en su planta de Almussafes, en lo que supone su cuarto ERE en apenas cuatro años, obliga a la mayor diligencia en facilitar la transición en el sector. Ford pretende compensar la caída de carga de trabajo en la factoría valenciana a partir de 2027, cuando plantea desarrollar un nuevo vehículo SUV “multienergía” que garantizará 300.000 unidades al año. Sin embargo, por tranquilizador que sea, los problemas de las familias detrás de cada una de las salidas que terminen materializándose tras la negociación con los sindicatos no empiezan en tres años, sino mañana.

La pretendida apuesta del Ejecutivo por el coche eléctrico topa con las bajas cifras de vehículos en circulación y puntos de recarga, muy lejos de los guarismos comunitarios. También con subvenciones mejorables. El marketing llega hasta donde llega. El limite de Wayne Griffiths ha quedado claro. Toca pasar de las musas al teatro.

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