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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La inteligencia artificial lo cambia todo: logros y oportunidades

EE UU no pone puertas al campo de la innovación, mientras Europa puede haberse puesto la venda antes de la herida

Andy Jassy Amazon
Andy Jassy, CEO de Amazon.Mike Blake (REUTERS)

La inteligencia artificial (IA) y Taylor Swift tienen mucho en común: están en boca de todos; son ubicuas, han revolucionado la forma de hacer negocios y son tenidas en cuenta para calcular el Producto Interior Bruto (PIB) de EE UU. Sin el fenómeno Taylor Swift, la industria musical sería business as usual y, aunque sería largo de explicar, baste decir que Swift es un fenómeno empresarial disruptivo, que genera ingentes cantidades de riqueza. Igualmente, la IA ha puesto patas arriba el sector tecnológico-digital mundial y, por ende, influye en el resto de sectores de actividad que, en 2024, no podrían operar sin las tecnologías de la digitalización.

El primer gran logro de la IA es haber destrozado el statu quo tecnológico y empresarial mundial. En 2021, el metaverso inició una revolución… que no llegó a culminar. En cambio, la inteligencia artificial generativa (GenAI) ha cambiado radicalmente las reglas del juego. Andy Jassy, CEO de Amazon, escribió a sus accionistas el 11 de abril, diciéndoles que recortaría costes en negocios menos rentables, para invertir en los de crecimiento: la IA. Jassy añadió que la GenAI “conformaría todos los procesos de negocio de Amazon, desde la unidad de cloud, Amazon Web Services (AWS)”. Amazon también busca “eficiencia operacional”, esencial objetivo, hoy, de las empresas tecnológicas, al desarrollar inteligencia artificial.

Como Jassy, Sundar Pichai (Alphabet-Google), Satya Nadella (Microsoft) y Mark Zuckerberg (Meta) habían lanzado un mensaje idéntico: recortar costes para invertir en desarrollar la GenAI. Estas empresas llevan dos años despidiendo a miles de profesionales. No es que las ventas, los beneficios o el valor en Bolsa hayan sufrido, sino que, si los líderes saben que utilizar la GenAI –en todo–, harán que sus empresas sean más eficaces y eficientes, lo que se traducirá en un aumento de los beneficios. Solo Apple ha quedado temporalmente fuera de juego, por no haber anunciado a tiempo su propia GenAI (lo hará en junio). Y ha cedido a Microsoft el primer puesto como empresa con mayor valor bursátil. No es que Apple no tenga su propia IA, sino que tarda demasiado en hacerla pública: es un error que se paga caro en Bolsa, con un descenso de su cotización.

Eficiencia operativa, reducción de costes, despidos, más inversión en IA. Y mucho más. Al igual que Taylor Swift vende música en todos los formatos existentes, va de gira por decenas de países en los cinco continentes, ha experimentado con muchos géneros musicales diferentes y utiliza la omnicanalidad para estar en permanente contacto con sus seguidores, también la IA está teniendo un efecto transversal en la economía, la empresa, la sociedad, el empleo, la educación, los hábitos y los comportamientos, etc., en todos los sectores de actividad empresarial y, dentro de las empresas, en sus procesos internos y externos.

En EE UU, perderán su empleo o ganarán menos los profesionales del sector tecnológico que no tengan capacidades GenAI. Ganarán más y mejorarán su empleabilidad quienes sí estén puestos en esta nueva tecnología que lo impregna todo. Especialmente el cloud. Las big tech impulsarán la IA desde sus unidades de negocio de cloud (AWS, Microsoft Azure, Google Cloud, etc.). Pero la IA ya está integrada en el big data, el internet de las cosas, la ciberseguridad y resto de tecnologías de la digitalización. Todos los segmentos del sector tecnológico-digital, hoy, incluyen en su oferta de productos y servicios la GenAI. De hecho, se ha convertido en la mayor palanca de generación de demanda del sector tecnológico desde la popularización de internet, hace tres décadas.

Los fabricantes de ordenadores y smart­phones ofrecen productos con Gen­AI. Ante la necesidad de mayor computación y procesamiento, Apple, Meta, Google, Microsoft y otros se lanzan a diseñar sus propios chips, para no tener que depender exclusivamente de los fabricantes de procesadores (Nvidia, Intel, AMD, TSMC, Samsung, etc.). Obviamente, tras el exitoso envite inicial de Nvidia, el resto de los fabricantes se han lanzado a la carrera por fabricar chips con GenAI.

Todo es una carrera con la IA: la carrera por el talento, por ejemplo. Microsoft ha fichado a Mustafa Suleyman, cofundador de Google DeepMind. Y Amazon ha incorporado a su consejo a Andrew Ng, gurú de la inteligencia artificial. Estos son fichajes estrella, pero la tendencia se extiende a cientos de miles de trabajadores que dominan la GenAI.

Gartner, Forrester e IDC anticipan que la mayor parte de la inversión empresarial en tecnología se hará en GenAI durante la próxima década. Servicios financieros, banca, seguros, retail, distribución, fabricación, farmacéuticas e investigación médica, logística y cadena de suministro son algunos sectores que ya están invirtiendo intensivamente en GenAI. Obviamente, también el sector TIC-digital.

¿Regulación? Europa tiene una ley sobre la IA, que forma parte de un cuerpo doctrinal con más leyes, que pretenden meter en vereda a las grandes tecnológicas. Quizá Europa se haya puesto la venda antes de la herida: el derecho consuetudinario, una de las fuentes del derecho, basado en los usos y costumbres, tiene en cuenta lo que ya ha sucedido, antes de convertirlo en ley, regularlo…

La inteligencia artificial es un terreno ignoto, del que solo conocemos algunos logros y retos. EE UU ha adoptado una posición más cauta, basada en conocimiento, estudios y recomendaciones desde los tres poderes del Estado.

Norteamérica no quiere poner puertas al campo de la innovación tecnológica. Es como si a Taylor Swift le hubieran prohibido pasar del country al pop: se hubiera quedado en Nashville (Tennessee) y no sería la cantante más exitosa de todos los tiempos.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants y autor de Inteligencia artificial y éxito empresarial

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