Microsoft es un caso práctico sobre la relación UE-grandes tecnológicas
La entrada del gigante de EE UU en la francesa Mistral, de IA, muestra que puede haber un terreno común
El Día D para la Tecnología en Bruselas está aquí. Desde ayer, la Unión Europea exige formalmente a las llamadas plataformas gatekeeper o guardianes de acceso, dirigidas por los gigantes tecnológicos más grandes, que estimulen la competencia mediante el cumplimiento de su Ley de Mercados Digitales (DMA). Sin embargo, Microsoft es un caso práctico de cómo las empresas de EE UU todavía pueden hacer negocios en Europa, a pesar del aumento de la regulación.
Puede que Europa no sea líder mundial en ser sede de megafirmas, pero está decidida a tomar la posición de liderazgo en la regulación de los gigantes digitales del mundo. Su buque insignia DMA ha asignado el estatus de gatekeeper a Alphabet, Amazon, Apple, ByteDance, Meta y Microsoft. Se espera que abran sus tiendas de aplicaciones, redes de mensajería y motores de búsqueda a una competencia justa, o que se arriesguen a multas que ascienden al 10% de su facturación global.
Mientras, la nueva Ley de Inteligencia Artificial de la UE, promulgada en febrero, tiene como objetivo frenar los riesgos en toda la industria, teniendo como objetivo particular al grupo líder de EE UU OpenAI, mientras deja espacio para que los competidores con sede en la UE crezcan.
En lo relativo a DMA, Microsoft ha evitado con éxito recibir un golpe tan malo como podría haber sido. Solo el sistema operativo Windows del grupo de 3 billones de dólares y la red social LinkedIn han quedado atrapados bajo las nuevas regulaciones gatekeeper. Su buscador Bing, el navegador Edge y la plataforma de marketing Microsoft Ads se considera que están por debajo del límite.
La Ley de IA representa un desafío adicional para las grandes tecnológicas de EE UU. La UE se centra en la seguridad más que en la competencia, pero también se ha inclinado ante los esfuerzos de lobby de Francia y Alemania. Las respectivas startups Mistral AI y Aleph Alpha de París y Berlín han tenido hasta ahora más margen: solo se considera que OpenAI, de 90.000 millones de dólares, tenga un modelo de IA de “propósito general” lo suficientemente grande como para activar las reglas más duras. La respuesta de Microsoft, anunciada el 26 de febrero, ha sido gastar 15 millones de dólares en una participación en Mistral, que recientemente quedó valorada en 2.000 millones de euros en una ronda de financiación celebrada en diciembre, y encabezada por inversores como Andreessen Horowitz y Lightspeed.
Esos 15 millones son mucho menos que los 10.000 millones de dólares que el jefe de Microsoft, Satya Nadella, ha bombeado en OpenAI. Pero la visión de una gran tecnológica de EE UU metiéndose así demostró ser lo suficientemente controvertida para que la legisladora holandesa Kim Van Sparrentak dijera que la UE se había rendido demasiado fácilmente. Ella tenía razones para protestar: el acuerdo permite a Microsoft para enrutar Mistral Large, el nuevo modelo de IA de la empresa francesa, a través de sus propios servidores en la nube. Dado que Mistral ha sido un abanderado de las esperanzas europeas de hacer crecer a un paladín local de la inteligencia artificial, el riesgo es que desvíe un mercado naciente hacia el control de los actores establecidos.
Pero Mistral necesita experiencia de EE UU si quiere jugar en las grandes ligas. La startup francesa apenas tiene un año. Fue creada por antiguos investigadores de IA de Meta y Google, y tendrá que crecer para competir con la tecnología rival de empresas más establecidas. Las empresas que desarrollan nuevas IA de propósito general necesitan grandes cantidades de computación en la nube para entrenar sus modelos, y los gigantes tecnológicos de EE UU son los únicos con capacidad suficiente. Además del acuerdo con la plataforma de computación en la nube Azure, de Microsoft, Mistral también llevará dos de sus modelos a Amazon.
Nadella aún puede sufrir el rechazo de Bruselas sobre su participación en OpenAI, que los reguladores europeos ya están investigando. Miembros del Parlamento Europeo han pedido una investigación antimonopolio sobre el acuerdo, al tiempo que plantean la preocupación de que el lobby de Francia en nombre de empresas de la UE como Mistral también ayudara a Microsoft.
Pero, en última instancia, las grandes tecnológicas de EE UU y los políticos europeos tienen margen para un terreno común: el primero quiere acceso al mercado europeo, y el segundo necesita dinero y conocimientos tecnológicos para que su sector tecnológico crezca. Hasta ahora, Microsoft es un caso práctico sobre cómo puede funcionar esa dinámica.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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