Los beneficios récord de la banca: impuestos y desafíos
Las reclamaciones para revisar el nuevo impuesto abren la puerta al Gobierno para encauzar las relaciones, pero mantenerlo parece justificado a la vista de los datos
Los resultados hechos públicos por la banca en la última semana demuestran la buena salud del sector, al tiempo que dejan claro que el esfuerzo fiscal extraordinario demandado por el Gobierno a las entidades financieras allá por finales de 2022, con la inflación golpeando con dureza a los hogares, no era ni mucho menos un dislate. Por ejemplo, Santander superaba este año por primera vez en su historia los 11.000 millones de ganancias y se fijaba incluso el hito de los 12.000 en 2024, apoyado en unos márgenes de doble dígito y en la bonanza para sus cuentas de los tipos de interés. BBVA, Sabadell o CaixaBank no le iban a la zaga. De hecho, también pueden presumir de desempeños espectaculares. La entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri, por ejemplo, que fue ayer la última en publicar cifras, ganó un 54% más en el ejercicio 2023. Tan boyante escenario, en todo caso, no está exento de retos y amenazas.
Para empezar, la subida de tipos y la inflación auguraban un repunte de la morosidad que, aunque no se ha materializado por ahora con crudeza, sí ha empezado a asomar y debe monitorizarse. Razón de más para que, en línea con las recomendaciones del Banco de España y el Banco Central Europeo, esos pingües beneficios también repercutan en los colchones de las entidades, las denominadas provisiones, por si en el futuro vienen mal dadas. Una cautela imprescindible, además, si se tiene en cuenta que los márgenes no parecen sostenibles a medio y largo plazo. La lluvia de dividendos que se avecina a la luz de los resultados debe tener su oportuno contrapeso en los balances.
También tienen los bancos un desafío pendiente respecto a sus evoluciones bursátiles, pese a que el magnífico desempeño de 2023 ha ayudado a recortar el descuento con el que cotizaba el sector respecto a su valor en libros. En este punto, se ha generado en torno a la banca un marco regulatorio muy estrecho, en forma de requisitos de capital, esencial para la protección frente a eventuales crisis pero que también ha limitado capacidad de gestión de las entidades. Ahormar las estructuras a esas restricciones, flexibilizando y estandarizando los productos para ahorrar costes y mejorar la rentabilidad, es uno de los vectores sobre los que profundizar.
Las reclamaciones del sector para revisar el nuevo impuesto abren la puerta al Gobierno para encauzar unas maltrechas relaciones, coincidiendo con la nueva legislatura y el cambio en la cartera de Economía. Mantener la tasa, sin embargo, a la vista de los datos, parece justificado.
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