El círculo vicioso de la universidad de EE UU
Los centros son plenamente conscientes de que los ricos ayudan a los ricos a seguir siendo ricos
Los multimillonarios Marc Rowan y Bill Ackman están enfurecidos por las controvertidas posiciones sobre Oriente Próximo de sus alma máter, la Universidad de Pensilvania y Harvard. Al hacerlo, han llamado la atención sobre el desabrido círculo de dinero en la educación superior de EE UU.
La renta familiar mediana de los alumnos de Harvard es de casi 169.000 dólares: 2,5 veces la media del país. Según Opportunity Insights, un grupo de investigación de Harvard, menos del 2% de los graduados son de familia pobre y han llegado a ser ricos. La universidad es plenamente consciente de que los ricos ayudan a los ricos a seguir siendo ricos.
Se han hecho esfuerzos para cambiar la situación, por ejemplo, rechazando los exámenes estandarizados, que favorecen a los solicitantes que pueden permitirse cursos de preparación caros. Las donaciones de exalumnos deberían de hacer más accesibles estas instituciones, pero no es así. El valor razonable de la dotación de Harvard, de unos 50.000 millones de dólares, es casi el doble que en 2009. Las matrículas y tasas, de casi 75.000 dólares anuales, han crecido un 58% en ese periodo. Una de las razones es la disposición de los asistentes a pedir grandes préstamos para matricularse. Muchos no pagan de su bolsillo la matrícula completa, pero su riqueza familiar sugiere que hay más trabajo por hacer.
Las firmas de inversión, como Apollo, de Rowan, y Pershing Square, de Ackman, lo agravan. Las universidades de élite canalizan a muchos licenciados hacia lucrativas carreras en finanzas y consultoría, y la clase social suele predecir el éxito. El 30% de la promoción de 2022 de Harvard gana más de 110.000 dólares; muchos enviarán cheques a la universidad. Esto sostiene el círculo vicioso, en parte al dar acceso a los mejores estudiantes y profesores. Que a Rowan y Ackman les moleste el apoyo a un acto contra Israel sugiere que el prestigio académico tiene sus límites. Que Rowan inste a sus compañeros de promoción a dejar de enviar dinero podría obligar a los centros a replantearse sus modelos de negocio.
Lo ideal sería que se pusiera un precio a la educación más cercano a su valor real. El mérito tendría más peso que la riqueza. Los alumnos podrían buscar trabajo en función de sus aptitudes e intereses y no de su potencial de ingresos. O sea, ayudaría a frenar parte del poder indebido que ejerce la clase alta.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días