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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alza de las tarifas aeroportuarias, ¿qué nos depararan las aerolíneas para 2024?

Más allá de la disputa por el incremento propuesto por Aena, lo que realmente está en juego es la sostenibilidad del modelo aéreo actual

Economía
PABLO MIRANZO (EFE)

En un escenario donde la sostenibilidad y la eficiencia deberían ser las brújulas que guían la toma de decisiones, el sector aéreo español se encuentra en una encrucijada. Aena, el gestor aeroportuario, ha propuesto un incremento del 4,09% en las tarifas aeroportuarias para 2024, una decisión que choca con el Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA) 2022-2026, que establece una congelación tarifaria hasta 2026. Ryanair, la aerolínea de bajo coste, ha recurrido formalmente esta propuesta, alegando que perjudicará tanto a los pasajeros como al turismo. Pero, ¿es legítima esta indignación de las aerolíneas, especialmente cuando han sido grandes beneficiarias de subvenciones y ayudas gubernamentales? Y más allá, ¿es el modelo actual de gestión aérea sostenible y eficiente?

Aena justifica su propuesta de aumento tarifario alegando un incremento extraordinario en los costes energéticos. Sin embargo, la medida aún debe recibir el visto bueno del Consejo de Ministros y de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). En este contexto, Ryanair ha solicitado que se mantenga la congelación tarifaria, argumentando que el incremento de tarifas se traducirá en un alza en el precio de los billetes y, por ende, afectará negativamente al turismo y a las economías locales.

Sin embargo, no podemos obviar que aerolíneas como Ryanair han sido grandes beneficiarias de subvenciones y ayudas gubernamentales, muchas veces camufladas como “acciones de promoción turística”. Según un informe de Greenpeace, entre 2015 y 2022, una veintena de aeropuertos españoles se beneficiaron de más de 60 millones de euros en subvenciones encubiertas. Estas ayudas han permitido a las aerolíneas mantener vuelos deficitarios y, en algunos casos, han sido utilizadas para chantajear a las autoridades, amenazando con retirar los vuelos si no se renuevan las subvenciones. En este escenario, la queja de las aerolíneas sobre el aumento de tarifas suena más a hipocresía que a preocupación genuina por los pasajeros o el turismo.

Considero importante destacar que la gestión aérea actual no solo es cuestionable desde el punto de vista económico, sino que también lo es desde la perspectiva ambiental. Durante la pandemia, compañías como Brussels Airlines y Lufthansa operaron miles de vuelos vacíos para mantener sus derechos horarios, una práctica que resulta insostenible en un mundo que enfrenta una crisis climática. Aunque la Comisión Europea expuso, en contra de las prácticas de las aerolíneas, que la normativa Covid permitía una flexibilidad para garantizar los slots de las compañías, este tipo de prácticas están generando reflexiones políticas sobre el futuro de la aviación comercial. Por ejemplo, en el parlamento del Reino de España, hay enmiendas a la Ley de Movilidad Sostenible que plantean eliminar vuelos cortos cuando existan alternativas en tren de menos de cuatro horas para pasajeros y seis para mercancías.

El dilema que enfrenta el sector aéreo español es complejo y multifacético. Mientras Aena busca ajustar sus tarifas para cubrir costes, las aerolíneas, que han sido grandes beneficiarias de subvenciones, se oponen a cualquier incremento. Pero más allá de esta disputa, lo que realmente está en juego es la sostenibilidad y eficiencia del modelo aéreo actual. Es hora de que tanto las autoridades como las aerolíneas reconsideren sus prácticas y busquen un equilibrio que no solo sea económicamente viable, sino también ambientalmente sostenible.

En este contexto, propuestas y planteamientos que están surgiendo en la Unión Europea, de eliminación de vuelos cortos, resaltan la necesidad de una revisión profunda del sector. Aunque las aerolíneas argumentan que están en proceso de descarbonización, la realidad es que el avión se está quedando descolgado ambientalmente frente a alternativas más sostenibles como el tren de alta velocidad. Es crucial recordar que incluso estos trenes han sido beneficiarios de grandes inversiones y subvenciones gubernamentales, como también han sido en el pasado las inversiones en aeropuertos que no están, ni mucho menos amortizados. Por tanto, el dilema al que enfrenta el sector aéreo español no es exclusivamente a qué pasará si finalmente suben las tarifas aeroportuarias en 2024, sino que es necesaria una profunda reflexión del modelo actual. Esta crisis que amenaza en el horizonte no es más que un reflejo de una gestión anticuada y de un modelo económico que necesita adaptarse no solo a las realidades del mercado sino también a las exigencias de un mundo que demanda sostenibilidad y transparencia.

Diego Santos es profesor en EAE Business School

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