El papel de los Brics en un mundo liderado por grandes potencias
La incorporación de seis nuevos miembros al bloque, propiciada por Pekín, refleja la influencia geopolítica de China
Tras más de una década sin celebrarse ampliaciones en el grupo, parece evidente que el momento actual de reconfiguración de la gobernanza global podría haber impulsado la incorporación de hasta seis nuevos miembros a los Brics, de los 22 que formalmente han solicitado adherirse al grupo. Desde que Sudáfrica protagonizara la primera ampliación en 2010, el diferente momentum geopolítico una década después, marcado por la guerra en Ucrania y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, ha propiciado una ampliación por consenso de países muy heterogéneos, pero que comparten con los actuales miembros el objetivo de promover mayor seguridad económica y financiera.
Con las nuevas incorporaciones de Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, el bloque reúne a importantes proveedores de materias primas y de recursos energéticos. Un perfil que puede considerarse como la mejor ventaja competitiva del ampliado Brics frente a futuras vulnerabilidades geopolíticas, mientras buscan en esta nueva etapa mejorar su posicionamiento en las cadenas de valor globales.
La ampliación, promovida por China, refleja, asimismo, la larga estela de influencia geopolítica que el gigante asiático ha conseguido desarrollar en la última década. Sin avanzar en una moneda común, la utilización del yuan ya figura entre las transacciones que realizan no solo algunos miembros con China, sino también entre ellos, pudiendo sortear sanciones, caso de Rusia, falta de dólares, caso de Argentina, o simplemente promoviendo un lento proceso de desdolarización dentro uno de los bloques comerciales con mayor trasfondo geopolítico.
Los nuevos miembros de los Brics, a su vez, están vinculados con la icónica nueva ruta de la seda. Entre ellos, Arabia Saudí acaparó las principales inversiones de la iniciativa en 2022, principalmente en renovables, seguido de Argentina, que además fue el segundo país con mayor inversión en infraestructuras. Además, la mediación de China propició el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí, favoreciendo una nueva era en la relación de Pekín con el mundo árabe, generando un espacio de diálogo de mayor cooperación con Oriente Medio tras enfriarse la relación con Washington. Asimismo, los ciudadanos de Egipto consideran la relación con China más importante que con Estados Unidos, según una reciente encuesta de The Washington Institute, reflejo de cómo ha evolucionado la diplomacia china en esta última década.
Pertenecer a un bloque donde el principal impulsor de la ampliación conseguía en 2020 duplicar el PIB y el PIB per cápita de 2010 genera una estela de proyección económica al que también aspiran el resto de miembros. De hecho, la membresía al bloque comercial aporta perspectivas de incrementos en los flujos comerciales con China, con el resto de miembros, además de acceso a alternativas financieras para potenciar el desarrollo del sur global a través de este bloque. El anuncio de Xi de aportar un nuevo fondo de 10.000 millones de dólares para abordar proyectos de desarrollo global está en línea con esta visión.
Los nuevos miembros aportarán vitalidad al grupo, como ha indicado el presidente chino Xi Jinping, aunque su principal fortaleza estará asociada a la capacidad que tenga el nuevo Brics de impulsar el multilateralismo desde una visión de los países en desarrollo, mientras su éxito estará asociado a la influencia que consiga desplegar el bloque en el gran sur global frente a futuras cuestiones que plantee la geopolítica global. Y es que, el equilibrio de poder en el tablero geopolítico muestra cada vez mayor multilateralismo, por lo que la dinámica del sur global es impulsar entornos de desarrollo económico, pero sin que nivelar el campo de juego global suponga tener que tomar partido entre bloques.
El nuevo Brics se empodera así ante la visión de formar una alternativa a las dinámicas actuales bajo el liderazgo de las grandes potencias. En su nueva dimensión representarán al 46,5% de la población mundial, frente al 42% anterior, pasando del 22% del PIB mundial a suponer el 30%, que sería del 37% en paridad de poder adquisitivo, según el FMI. Economías que se alzan como abanderadas del sur global en sus regiones, pero con escasa representatividad en la gobernanza mundial.
Ante la redefinición de la globalización que ha estado vigente las últimas tres décadas, el multilateralismo que promueven los Brics desde y para el sur global seguirá impulsando futuras ampliaciones, invitando a aliados de sus miembros al bloque. Sin embargo, las visiones divididas dentro de los Brics de cómo afrontar la competencia con las grandes potencias podría propiciar un mundo de bloques que dificultaría cooperar ante desafíos globales como la transición digital y energética.
De ahí la necesidad de que el multilateralismo sea heterogéneo, de norte a sur, que favorezca la eliminación de barreras, y que apoye el desarrollo de ecosistemas de innovación en energías verdes y soluciones digitales también en el sur global. Un objetivo de cooperación e inversión donde la participación de Europa puede resultar diferencial para fortalecer la relación con el sur global como un importante actor en esta acelerada geopolítica en transición.
Águeda Parra Pérez es analista del entorno geopolítico y tecnológico de China. Fundadora y editora de #ChinaGeoTech, es autora de “China, las rutas de poder” y colaboradora de Agenda Pública
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