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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Nacionalizar el banco de Mijaíl Fridman?

Ucrania lo está valorando, pero podría preferir venderla a una firma extranjera

Mijail Fridman
El empresario Mijaíl Fridman, fundador del grupo inversor Letterone.Pablo Monge Fernandez

A quién no le convendría hacerse con más activos de los oligarcas rusos? No a Ucrania, que está valorando nacionalizar Sense ­Bank (ex Alfa Bank). Aunque sus dueños, Mijaíl Fridman y Petr Aven, están en las listas de sanciones, no tendría mucho sentido.

Nacionalizar Sense es polémico incluso en las altas instancias. En enero, la vicegobernadora del banco central, Kateryna Rozhkova, no veía motivo para que el Estado tomara el control de una entidad rentable y solvente. Luego el Parlamento aprobó una ley especial para que la propiedad por parte de una persona sancionada sea una posible razón para la nacionalización, que antes solo se permitía por motivos de estabilidad financiera. Ahora corresponde al banco central decidir si pide al Gobierno que Sense pase a ser de propiedad pública.

Los defensores de la nacionalización señalan que los dueños no podrían recapitalizarlo en caso de crisis grave, ya que su patrimonio está congelado. En una táctica no tan sutil para recuperar parte de este dinero, Fridman ha contrapropuesto invertir 1.000 millones de dólares de su fortuna en la entidad. Es mucho para un banco que solo tiene activos por valor de unos 2.000 millones, pese a que tiene 680 millones de préstamos dudosos (el 38,6%). Hay pocas opciones de que Fridman salga de las listas negras, aunque le guste señalar que nació en Ucrania.

Puede que el Gobierno, que ya ha nacionalizado cinco grandes bancos, quiera buscar un comprador. El valor contable de Sense, entidad rentable y eficiente, es de 200 millones y estaría muy al alcance de un rival europeo dispuesto a asumir el riesgo de invertir en un país devastado y gestionar al tiempo una cartera de préstamos dudosos. Estos se deben en su mayor parte a la crisis económica ucraniana, no a la mala conducta de la dirección o de los accionistas en el pasado.

Es posible que Kiev no pueda elegir. Cuando el FMI concedió en marzo al país una ayuda de 15.600 millones, advirtió del “alto riesgo” de nuevas nacionalizaciones bancarias, pidió que se le consultara antes de toda decisión y condicionó su aceptación a “planes para reprivatizar o resolver rápido los bancos afectados”. Sense no necesita resolución, pero Kiev podría convertirlo en una prueba de su capacidad para atraer a inversores extranjeros dispuestos a apostar por el futuro de posguerra.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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