Letterone, dueña de Dia, nombra tres consejeros en pleno vacío de poder por las sanciones a Fridman
La firma busca reforzar la independencia de la gestión de sus fundadores, que dejaron el consejo tras el inicio de la guerra en Ucrania
Letterone, la firma de inversión propietaria de Dia, refuerza su consejo de administración, el único órgano que desde hace un año rige todos sus movimientos. La compañía ha designado a tres nuevos consejeros no ejecutivos, unos nombramientos que oficializó este lunes 15 de mayo con su traslado al Registro Mercantil de Luxemburgo, país en el que tiene su sede fiscal.
Como figura en la documentación trasladada, los nuevos consejeros son Alexander Gourlay, desde enero presidente ejecutivo de Holland & Barrett, compañía de supermercados británica que adquirió en 2017; Annalisa Jenkins, especialista en el ámbito ciéntífico y médico, y que ya ejercía como asesora de la filial L1 Health, además de formar parte de la junta científica de la FDA estadounidense, la máxima autoridad en la regulación alimentaria y farmacéutica de ese país; y Linda Wilding, con experiencia en asesorías inmobiliarias y del sector asegurador.
Letterone ya anunció en diciembre pasado su “intención” de engordar su consejo de administración con estos nombramientos, que ahora han sido registrados, aunque aún no constan en su página web, ya que los hará firme una vez celebre su junta anual el próximo mes.
En aquel anuncio, la firma de inversión explicaba que el objetivo de los nombramientos ahora confirmados era “crear un modelo para el negocio que sea independiente a sus fundadores”.
El desencadenamiento de la invasión rusa sobre Ucrania supuso todo un terremoto para Letterone, que quedó descabezada por las sanciones a algunos de sus fundadores, y por las dimisiones de otros.
Congelados
Mijail Fridman, la cabeza visible del grupo, y su socio Petr Aven, fueron incluidos en marzo del año pasado en la lista de empresarios de origen ruso sancionados tanto por la Unión Europea como por el Reino Unido. Bruselas, por ejemplo, consideraba a ambos figuras cercanas a la administración de Vladimir Putin, sobre todo a través de Alfa Bank, la entidad financiera fundada por el propio Fridman.
Este, pese a las sanciones, mantiene su residencia en Londres, a diferencia de su socio, aunque con todos sus activos congelados y con un acceso restringido a 2.000 libras mensuales, bajo aprobación gubernamental.
El resto de fundadores y accionistas de Letterone, German Khan, Alexey Kuzmichev y Andrei Kosogov, también dimitieron en marzo del año pasado de sus puestos en el consejo y “no tienen control ni influencia sobre Letterone”, dijo la compañía en diciembre, como tampoco acceso al pago de dividendos, pese a no haber sido sancionados, ni vínculo o contacto alguno con la gestión.
Por tanto, la mayoría accionarial de Letterone está congelada, ya sea por las sanciones a Fridman y Aven, que sumaban el 49% del capital, o por la renuncia del resto de sus socios a ejercer sus derechos como accionistas. Solo ejerce como tal The Mark Foundation for Cancer Research, una asociación sin ánimo de lucro con una participación minoritaria.
En ese escenario, todas las decisiones de presente y futuro de Letterone, como adquisiciones, desinversiones, o su posicionamiento estratégico, dependen en exclusiva de su consejo de administración.
Por ejemplo, este fue el que en enero de este año decidió invertir en Tigo Energy, una empresa especializada en energía solar, con 50 millones de dólares. A cierre de 2021, último año con datos disponibles, Letterone contaba con una liquidez de 9.500 millones.
Tras la marcha de los fundadores y antes de los tres nombramientos, el consejo estaba compuesto por seis hombres, encabezados por Evan Mervyn Davies, banquero y ex ministro laborista y con título de “lord”. Junto a este se sientan el CEO, Jonathan Muir, y el responsable financiero, Vitalij Farafonov, además de otros tres consejeros no ejecutivos: Franz Humer, Richard Burt y Wulf con Schimmelman.
El magnate, en el punto de mira del Reino Unido
Investigado. Mijail Fridman mantiene, a diferencia de algunos de sus socios, su residencia en Londres, lo que le mantiene a tiro de las autoridades británicas. El empresario, cuyo origen ucraniano ha subrayado desde que empezó la guerra, fue detenido en diciembre en una operación que, según el Financial Times, movilizó a 50 agentes de la NCA británica, creada para investigar la corrupción de las grandes fortunas residentes en el país. Fridman fue puesto en libertad días después, y en marzo ya se habían descartado dos de los tres delitos por los que se le imputaban, quedando pendiente una investigación sobre supuestos lavados de dinero. El empresario ha rechazado vínculo alguno con Vladimir Putin o con cualquier miembro de su administración, y mantiene recurrida judicialmente su inclusión en las listas negras de la Unión Europea y el Reino Unido.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días