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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué va a pasar con las Bolsas?

Hay una probabilidad muy alta de que los mercados experimenten una fuerte caída dentro de este año, aunque sin que 2023 vaya a terminar con grandes pérdidas

Juan Ignacio Crespo
'Traders' en la Bolsa de Nueva York.
'Traders' en la Bolsa de Nueva York.BRENDAN MCDERMID (REUTERS)

Si las cosas fueran en el mundo de los mercados financieros como van en la Matemática y la Física, la respuesta sería muy fácil: cuando suben los tipos de interés, las Bolsas bajan. Es el reverso de lo que Warren Buffett resumió en uno de sus aforismos (adaptado aquí): “Cuando bajan los tipos de interés, suben las Bolsas; no es mecánica cuántica, ¿no?”

¿Qué es lo que está sucediendo, entonces, para que, a pesar de que los tipos de interés no han parado de subir desde octubre de 2022, las Bolsas hayan tenido una sonada recuperación? Solo hay una respuesta posible: la enorme masa de liquidez extra que todavía sigue existiendo en los mercados financieros, como fruto de la inyección realizada por los bancos centrales en el primer año y medio de la pandemia.

Esa inyección de liquidez se hizo creando dinero de la nada, con el que, además de alcanzar sus objetivos de política monetaria, los bancos centrales financiaban el enorme gasto público extra de los gobiernos destinado a combatir los efectos económicos de la pandemia.

Las cantidades asustan por lo descomunales. Dicho con números redondos, ascienden a 12 billones (trillion) de dólares y, por si eso fuera poco, los cuatro billones de dólares adicionales de avales de los Estados a las empresas; tomas de participación empresarial en estas para rescatarlas (por ejemplo, la del gobierno alemán en Lufthansa por 9.000 millones de euros) operaciones cuasi fiscales, etc. Esos avales permitieron la supervivencia de buena parte del tejido económico.

Pero la explicación, a pesar de ser tan general y buena, no es completamente satisfactoria. ¿Por qué? Pues porque, aunque ese sea el marco de fondo sobre el que evolucionan los acontecimientos, los sobresaltos del día a día (o los del mes a mes) también juegan un papel importante, por no hablar del argumento contrario de que, a pesar de esa liquidez, las Bolsas bajaron entre enero y octubre de 2022. Todo empezó con el hundimiento de las Bolsas en marzo de 2020. Asustados, los bancos centrales tomaron una decidida actitud de acudir al rescate de los mercados en la tercera semana de ese mes, tras de lo que se produjo una reacción súbita que hizo subir el índice S&P 500 un 100% en los siguientes 21 meses (que fueron precisamente los meses del gran despliegue de liquidez mencionado) y el Euro Stoxx 50 un 85%.

Esos 21 meses de aumento de la liquidez y subida de las Bolsas se vieron interrumpidos desde el inicio de 2022 por la reducción paulatina de la liquidez (de un billón de dólares en el caso de EE UU a lo largo de los nueve primeros meses de 2022), lo que provocó (o coincidió al menos) una fuerte caía de las Bolsas (-25% en el caso del S&P 500).

Posteriormente (a partir de octubre de 2022), la liquidez en el mercado estadounidense ya no ha experimentado disminuciones drásticas, ni tampoco recuperaciones sorprendentes. Se ha desenvuelto en un buen pasar, con altibajos que han ido marcando las oscilaciones de las Bolsas, sin que las disminuciones transitorias del exceso de liquidez hayan asustado en demasía a los mercados financieros.

La marcha de las Bolsas se ha visto siempre muy influida por la abundancia o escasez de liquidez en los mercados monetarios, pero puede ser que nunca de manera tan intensa como en estos tres últimos años. De ahí que, quien quiera hacer, como nosotros, un pronóstico sobre el futuro de las Bolsas, se vea obligado a hacerlo sobre la tendencia futura de la liquidez, lo que viene a ser equivalente a intentar resolver el mismo problema, pero cambiado de lugar, o, si se quiere, formulándolo con variables diferentes.

¿Y qué va a pasar con la liquidez en los próximos meses? Según se acerca el verano, lo más probable es que la liquidez aumente, por una sencilla y triste razón: que el Tesoro de EE UU se irá quedando sin dinero por haber alcanzado ya el tope de la deuda que está autorizado a emitir por el Congreso de EEUU. Ese dinero que el Tesoro no capta del mercado estará circulando por los canales del sistema financiero y, salvo que lo drene de manera drástica la Reserva Federal con un tipo de interés más atractivo para el repo inverso (lo que dislocaría su política monetaria), contribuirá a mantener la excitación en las Bolsas.

Lo malo, ¡oh decepción!, es que, conforme esa fecha se acerque, los mercados se irán poniendo cada vez más nerviosos, pensando que el Tesoro de EE UU podría incurrir en impago de su deuda, algo impensable normalmente, pero que estuvo muy cerca de suceder en el año 2011. Con un Congreso tan dividido y polarizado entre republicanos y demócratas como el actual, lo probable es que se vuelva a tensar la cuerda de las negociaciones hasta el mismo extremo en que lo hizo aquel año, llevando, de nuevo a una rebaja de la calificación de la deuda estadounidense, lo que derivó entonces en días de pánico en los mercados financieros en general y en las Bolsas en particular.

Tendríamos de esa manera una situación como la actual (liquidez subiendo, primero, y con altibajos no muy grandes después) pero con las Bolsas bajando en vez de subiendo. El índice Russell 2000 ya está apuntando maneras…

En resumidas cuentas, hay una probabilidad muy elevada de una fuerte caída de Bolsa (-20%, para abrir boca) dentro de este año, pero sin que 2023 vaya a cerrar con grandes pérdidas.

Juan Ignacio Crespo es Estadístico del Estado y analista financiero

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