El año que nadie esperaba: el Ibex sube un 14,8% y encadena su segundo ejercicio al alza
En los dos últimos años la Bolsa española se anota un 40,9%. Los inversores se sobreponen a la inestabilidad política y las dudas sobre los tipos
Repetir un año como 2023 parecía complicado. En un ejercicio en el que la política monetaria y los acontecimientos geopolíticos han marcado el rumbo de los mercados, los inversores han logrado sobreponerse a los sobresaltos. El ajuste de carteras de la recta final de año ha frustrado el tradicional rally navideño, pero no ha empañado el buen comportamiento de la renta variable. Los bajos volúmenes propios de las últimas jornadas del año han sido aprovechados para consolidar las ganancias e ir preparando las estrategias para 2025, un año en el que todas las miradas volverán a estar puestas en EE UU y el impacto de la política económica de Donald Trump.
El Ibex 35, que logró recuperar la barrera de los 12.000 puntos, un nivel que no divisaba desde enero de 2010, se ha tenido que conformar con concluir el año a cinco puntos de los 11.600. Las expectativas de menores recortes de tipos, sobre todo en EE UU, y la corrección que en el último mes del año han encajado firmas como Inditex -el valor con más peso de la Bolsa española- llevaron al selectivo a perder un 0,4% en diciembre. Esta consolidación, que muchos analistas consideran sana, no empeña el buen hacer de la Bolsa española en 2024. El Ibex 35 se revaloriza un 14,78% y encadena su segundo año consecutivo al alza, algo que no sucedía desde 2014. Las ganancias en los últimos 24 meses alcanzan el 40,9%.
Entre los grandes valedores del buen comportamiento de la Bolsa española en 2024 han sido los bancos (Santander se anota un un 18,12%; BBVA, un 14,9%; Sabadell, un 68,64%; Unicaja, un 43,15%; CaixaBank, un 40,35% y Bankinter, un 31,82%), Iberdrola (12,09%), Inditex (27,08%) e IAG (103,76%). El tirón del turismo y los bajos precios del crudo llevan a la aerolínea a firmar su mejor año desde 2013. A pesar de este despegue, sus acciones siguen estando un 29% por debajo de los niveles previos al estallido de la pandemia. El elevado endeudamiento y los bajos precios de la energía convierten a Cellnex (-14,27%) y las renovables (Solaria cede un 58% y Acciona Energía, un 36,61%) en las firmas que más puntos restan al Ibex. En la lista de damnificados se cuela Puig (-27,2%) y Grifols (-40,8%). Desde que a comienzos de 2024 el Gotham City acusara a la biofarmacéutica de falsear cuentas, Grifols no ha logrado levantar cabeza.
Superiores a las ganancias de la Bolsa española es la revalorización del 18,85% del Dax alemán. En este buen rendimiento cabe puntualizar que la Bolsa alemana, a diferencia de la mayoría de índices como el Ibex, no descuenta los dividendos. Si se aplicara este mismo patrón en el mercado español, el selectivo seguiría superando a su homólogo alemán con unas ganancias del 20% en 2024, un año en el que la retribución al accionista ha marcado récord.
La composición del índice y las expectativas de que el gobierno resultante de las elecciones del 23 de febrero decida de una vez por todas rebajar los impuestos e impulsar el gasto para reanimar la economía han permitido a la Bolsa alemana superar los 20.000 puntos por primera vez en la historia. Esto es especialmente significativo en un momento en el que la economía alemana languidece y las previsiones más optimistas limitan al 0,1% el crecimiento para los próximos 12 meses. Entre los grandes valedores del buen comportamiento del Dax destacan las ganancias del 319,83% que registra Siemens Energy, una revalorización superior al 177,63% que registra Nvidia, la empresa de moda en los mercados. Junto a la energética, que ha logrado enderezar el rumbo y seducir a los inversores, destacan las ganancias del 114,15% que registra la empresa de defensa Rheinmetall y el 69,41% de SAP. La tecnológica alemana se ha subido a la ola de la inteligencia artificial y arranca 2025 como la tecnológica europea más valiosa.
El pódium de índices más alcistas en Europa lo cierra el Mib italiano que avanza un 12,63% en el año. La Bolsa transalpina ha seguido exprimiendo al máximo los tipos altos. Aunque la era de los beneficios récord para la banca tiene los días contados en un entorno de tasas más bajas, por segundo año consecutivo el sector bancario europeo ha registrado ganancias de más del 20%. En 2024 la banca del Viejo Continente lidera los ascensos con una revalorización del 25,9%, seguida de cerca por las aseguradoras (18,09%) y las telecomunicaciones (16,17%). Al tirón del sector financiero se suma la mayor estabilidad política relativa que hay en Italia, algo que adquiere una mayor importancia ahora que Alemania y Francia, países que durante años han abanderado la etiqueta de Estados seguros, se han visto sacudidos por la inestabilidad, los desequilibrios fiscales, los problemas industriales y las peores perspectivas de crecimiento.
Más moderadas son las ganancias del 5,7% que registra el Ftse británico, el 8,3% que se anota Euro Stoxx 50% y el 5,8% del Stoxx 600. Según datos de Bloomberg, los ascensos de este último están muy por debajo del 16% de media que ha registrado el índice en todos los años positivos desde su creación en 1980. Las preocupaciones sobre posibles aranceles una vez que Donald Trump jure el cargo el próximo 20 de enero, el débil crecimiento de China y, en última instancia, los nubarrones políticos que hay sobre el Viejo Continente explican este pobre desempeño.
En un año en el que el verde ha sido el telón de fondo en la renta variable mundial, el Cac francés se ha desmarcado de esta tendencia y retrocede un 2,15%. Desde que a comienzos de junio Emmanuel Macron adelantara las elecciones legislativas, los inversores fueron perdiendo la confianza y aceleraron la venta de activos galos. Lejos quedan los récords registrados en el primer semestre.
Al infructuoso intento de enderazar las finanzas públicas galas que provocó la caída del gobierno de Michel Barnier, el ejecutivo más efímero de la V República, se suma el mal comportamiento de las firmas del lujo, cotizadas con gran peso en el índice, y la debilidad de la economía. Las perspectivas para los próximos meses no resultan mucho más esperanzadoras. El proyecto de presupuestos para 2025 continúa en el limbo y la tarea de abordar el creciente déficit que arrastra el país resulta muy complicado. Además de los problemas internos, los inversores aguardan a conocer el impacto de las políticas arancelarias. Una quinta parte de los integrantes del Cac están muy expuestos a China, entre las que se encuentra LVHM. Los expertos guardan pocas esperanzas sobre la recuperación y optan por esperar a ver qué pasa antes de tomar posiciones.
Wall Street mantiene su reinado
Durante años, el lema de que las acciones europeas lo iban a hacer mejor que las estadounidenses ha dominado las presentaciones de análisis, pero una vez más han vuelto a errar. En un ejercicio en el que las elecciones estadounidenses estaban marcadas en rojo como el evento político del año, a los inversores no les ha temblado el pulso y han seguido aumentando su exposición al mercado estadounidense. La fortaleza de la economía estadounidense, las expectativas que giran alrededor de la inteligencia artificial y, en la recta final de año, la aplastante victoria republicana han sido ingredientes suficientes para que los tres índices de referencia de Wall Street marcaran sucesivos máximos históricos y retuvieran el trono de Bolsa desarrollada más alcista. Con una ganancia del 23,4%, el S&P 500 firma su mejor año electoral desde 1980, y ha dejado obsoletas las previsiones que apuntaban a que la renta variable estadounidense entraría en corrección. Superiores a los ascensos del índice al que miran todos los gestores son las ganancias del 28,7% que registra el Nasdaq. Un escalón por debajo se sitúa el Dow Jones, que sube un 12,6%.
Por segundo año consecutivo, el tirón de los siete magníficos (Tesla, Amazon, Alphabet, Apple, Nvidia, Microsoft y Meta) es el principal responsable de este reinado bursátil estadounidense. Las grandes tecnológicas han seguido avanzando a una velocidad de vértigo y su peso en el S&P 500 alcanza ya el 33%. El reto para los próximos meses es que las expectativas que existen alrededor de la IA se transformen en beneficios. A lo largo de 2024, las ganancias de estas firmas han seguido avanzando, pero poco a poco el ritmo de crecimiento se ha ido ralentizando. La mejor prueba de ello han sido los resultados de Nvidia. El fabricante de chips de la IA continúa registrando unos números envidiables, pero los retrasos en la entrega de chips, las altas expectativas, el menor ritmo a la hora de aumentar sus ingresos, la caída de los márgenes y las dudas sobre el alcance de la guerra comercial han acelerado la corrección en la recta final del ejercicio.
“Las exigentes valoraciones, el posible final de los recortes de tipos de la Fed y unas políticas extremas, pueden acabar propiciando una reacción violenta adversa en la economía y los mercados estadounidenses. Esperar y ver es, más que nunca, la mejor receta”, señalan desde Macroyield. Este escepticismo contrasta con la euforia que muestra el consenso que sigue viendo a la Bolsa estadounidense como la mejor opción para los próximos meses. Gigantes de la inversión como BlackRock elevan al máximo su apuesta por la Bolsa estadounidense; en el departamento de análisis de Bankinter, centran el grueso de su cartera en acciones estadounidenses. Con unas perspectivas de crecimiento del beneficio por acción de entre el 13,6% y el 12% para los próximos dos años, desde la entidad creen que el S&P 500 conserva un potencial del 12%, hasta los 6.600 puntos. Más optimista es Binky Chadha, estratega de renta variable estadounidense para Deutsche Bank, que ve al índice en los 7.000 puntos.
No han querido perderse la fiesta alcista los índices asiáticos. El Nikkei, que a comienzos de agosto asustó a la comunidad inversora y vivió su peor sesión desde 1987, logra recomponerse y avanza un 19,53%. Los estímulos para revitalizar la economía china se han limitado a medidas en materia de política monetaria. A pesar de que la recuperación del gigante asiático se ha moderado y de que los inversores reclaman iniciativas fiscales para revitalizar el consumo, el Hang Seng cierre 2024 con una subida del 19,49%, ascensos que alcanzan el 16,2% en el caso del tecnológico CSI 300.
Sacudidas en la renta fija
Uno de los mercados que más volatilidad y al que los inversores han prestado más atención es al de deuda. Los bancos centrales han iniciado este año el proceso de flexibilización monetaria, pero lo han hecho a un ritmo más moderado de lo que el mercado descontaba. El BCE y la Reserva Federal han rebajado las tasas en 100 puntos básicos, inferior a los 175 puntos básicos que los inversores esperaban para la zona euro y los 150 para EE UU. En el aire están ahora los próximos pasos a seguir.
Después de que en la última reunión el Comité de Mercado Abierto (FOMC) recortara drásticamente las proyecciones de reducción del precio del dinero (ahora solo ven dos rebajas más en todo 2025 frente a las cuatro de septiembre) y tras un dato de inflación como el de España que pone de manifiesto la resistencia de las alzas de precios, las dudas reconcomen a los inversores. Con una política monetaria menos indulgente dibujándose en el horizonte, las rentabilidades de la deuda han frenado las caídas. Esto llega en un momento especialmente delicado. El elevado endeudamiento, los desequilibrios fiscales que acumulan las grandes economías y las dificultades para revertirlos ponen a la deuda en el punto de mira y la perfilan como una de las grandes cuestiones del próximo ejercicio.
A lo largo de 2024 se han vivido momentos de nerviosismo. Los más recientes los ha protagonizado Francia. Con un déficit que va a superar el 6% y una deuda que alcanza el 112% del PIB los inversores empiezan a perder la paciencia con la segunda economía de Europa. El rendimiento del bono a 10 años concluye 2024 en el 3,19%, por encima del 2,56% en que cerró 2023 y superior al 3% que paga España. La caída del gobierno de Barnier y las dificultades para sacar adelante las cuentas de 2025 llevan a la prima de riesgo (calculada por el diferencial entre los intereses con la deuda alemana, la referencia en la eurozona) a los 83 puntos básicos, niveles de 2012 cuando la crisis de deuda de golpeaba con dureza a los países periféricos. La española encara 2025 por debajo de los 70 puntos básicos, mientras la italiana, habitual alumno rezagado en esta cuestión, se sitúa en los 115.
Más allá de Europa, los inversores vigilan de cerca el comportamiento del mercado estadounidense. Las expectativas de menores recortes de tipos y la indisciplina fiscal de la nueva administración son un riesgo para que la deuda de EE UU a 10 años escale al 5%. La corrección de las últimas semanas le ha permitido relajarse hasta el 4,5%, por encima del 3,9% con que empezó el año, pero inferior al 4,7% que registró en abril cuando un mal dato de inflación puso en cuestión la capacidad de la Fed para bajar los tipos.
Las dificultades que encuentran las rentabilidades de la deuda para seguir bajando han dado al traste con la apuesta de que 2024 sería el año de la renta fija. El índice de deuda global que elabora Bloomberg arroja una caída del 1,6% en el año.
Oro, euro y bitcoin
El oro y el bitcoin, dos activos de naturaleza muy distinta, han sido las estrella de este año. Las rebajas de tipos, las dudas sobre la economía, las tensiones geopolíticas y las activas compras por parte de los bancos centrales han llevado al metal amarillo a revalorizarse un 26,66%, su mejor año desde 2010. La continuidad del rally va a depender de los siguientes pasos que de la Fed y de la resistencia del dólar en medio de la incertidumbre que genera la administración estadounidense. También, de las decisiones políticas que se tomen en Europa y del apetito de oro que sigan mostrando los bancos centrales, principalmente, los asiáticos.
Los analistas de la firma suiza Julius Baer consideran que el oro no es simplemente un activo refugio porque sí, sino que su función real es protegerse de una política fiscal y monetaria irresponsable. El elevado gasto público junto con altos niveles de deuda y los costes asociados que acarrean termina por conducir a una pérdida fundamental de confianza en una moneda y tiende a provocar una devaluación de la divisa ante los intentos de los bancos centrales de controlar los rendimientos de la deuda. “Las perspectivas económicas a corto y medio plazo de EE UU podrían traer más vientos en contra que a favor para el oro, prolongando la consolidación actual”, destacan. No obstante, a largo plazo, sí que creen que puede seguir subiendo, sobre todo, a lomos de las compras de bancos centrales.
En el caso de la criptodivisa estrella, la corrección del 10% que registra desde los mácimos de 106.000 dólares registrados a mediados de diciembre no empaña el buen comportamientamiento del bitcoin. La moneda digital más popular consigue dejar atrás el criptoinvierno y se revaloriza un 125% en 2024. La aprobación de los fondos cotizados (ETF) de bitcoin a comienzos de año, la rebaja de tipos, la victoria de Trump y las promesas de difícil cumplimiento acerca de la posibilidad de que EE UU cree una reserva estratégica de bitcoins han sido gasolina suficiente para batir las expectativas. Además, a partir del 1 enero de 2025 entra en vigor MiCA, la primera normativa a nivel europeo para un mayor control de los agentes del mercado cripto.
Las expectativas de menores rebajas de tipos en EE UU en un contexto en el que el BCE puede verse obligado a acelerar la rebaja de tasas en post del crecimiento han pesado con fuerza sobre el euro. La divisa europea cede un 6,56% en el año y lo concluye por debajo de los 1,04 dólares, niveles de noviembre de 2022. La debilidad del euro podría seguir su curso si la economía europea no levanta el vuelo. Desde el verano la posibilidad de la paridad euro-dólar resuena con fuerza. Esto es un riesgo para el objetivo de Christine Lagarde de reconducir la inflación al ansiado objetivo del 2%. El encarecimiento de las importaciones afecta directamente a la estabilidad de los precios porque se incrementan los costes de producción y consumo. Esto tiene una especial incidencia en las materias primas que están denominadas en dólares. Si el euro vale menos, para rellenar el depósito del coche se necesitará más dinero. Al igual que la gasolina también se encarecen todos aquellos productos que no se elaboran en la zona euro.
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